Dentro de nuestra ruta por Cantabria dedicamos un día entero a visitar y a disfrutar de este precioso pueblo.
Desde la Edad Media ha sido uno de los enclaves más importantes de la zona, aunque ya hay vestigios de civilización desde hace miles de años. Prueba de ello son las famosas pinturas de la Cueva de Altamira.
Nos quedamos alojados en un bonito hotel La Casona de Revolgo justo delante de un parque que lleva ese nombre. La zona era muy tranquila y tenía aparcamiento gratuito. Esto es importante ya que aunque Santillana tiene varios parkings grandes todos ellos son de pago (zona azul).
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La entrada para visitantes a la Colegiata se encuentra girando a la derecha de la Plaza del Abad Francisco Navarro, por una callecita un tanto estrecha. Pagamos 3 euros por entrar. Con la entrada pudimos visitar el claustro y la iglesia. No había visita guiada, en su defecto escuchamos las explicaciones a través de unos altavoces ubicados en el claustro. No estaba mal. Explicaban todos los capiteles historiados del bonito claustro románico.La colegiata es del s. XII y está considerado como uno de los edificios románicos más notables de la cornisa cántabra. Fue declarada Bien Cultural en 1889.
De los 42 capiteles destacan los siguientes:
- Daniel en el foso de los leones.
- Un caballero luchando contra un dragón.
- San Miguel pesando las almas.
- Maiestas Domini en mandorla.
- El pastor que ahuyenta los lobos.
En el interior de la iglesia destaca el precioso retablo mayor de estilo hispano-flamenco del s. XV y el sarcófago, que según la tradición contiene los restos de Santa Juliana, perseguida y martirizada en época de Diocleciano, allá por el siglo III d.C. (Si deseas más información sobre las historia de esta mártir cristiana haz clic aquí ).
También tiene un espléndido órgano barroco, ubicado encima del coro y, tras él, una se pude entrar a una pequeña capilla donde se halla un pantocrátor del siglo XI y una pila románica.
De la fachada, bastante deteriorada, cabe destacar la hornacina con la imagen de Santa Juliana sometiendo al demonio y la mandorla con el pantocrator sustentada por cuatro ángeles. También antiguo el campanil circular, muy parecido al de Fromista (Palencia).
Aunque la visita me gustó mucho me dio pena encontrar la colegiata en un estado tan "lamentable". No es que esté abandonada pero le hace falta una buena restauración y una mejor conservación, sobre todo el claustro. Una joya del románico de tal categoría no puede estar tan dejada. Ojalá las autoridades pertinentes realicen una buena inversión para salvaguardar este un edificio de este valor histórico.
Al salir fuimos hacia la plaza de las Arenas para ver la parte exterior de los ábsides de la cabecera. Una maravilla.
Justo en esta plaza encontramos otro de los edificios emblemáticos de este pueblo, "el Palacio de los Velarde". Se trata de una construcción renacentista hecha para Alonso de Velarde, uno de los nobles de esta villa.
Para comer optamos por el restaurante Conde, situado en la calle Juan de Infante, que es la que lleva a la Plaza Mayor. Comimos en la terraza de menú. Bastante bien, aunque les faltaba un poco más de elaboración a los platos.
Después estuvimos callejeando y descubriendo nuevos rincones de este encantador pueblo.
En la Playa Mayor pudimos ver varios edificios históricos como:
- La Torre de Don Borja: Este edificio del s. XV alberga, actualmente, la sede de la Fundación Santillana.
- Las Casas del Águila y la Parra: Son de principios del s. XVI y actualmente son el centro cultural donde se realizan exposiciones
Menos mal que nos dieron un folleto con una breve explicación de todas las pinturas más representativas. La verdad, es que el nivel artístico de las pinturas es impresionante. Pensar que esto lo hicieron personas hace más de 20.000 años es increíble.
La visita la terminamos en la librería del museo aunque la dependienta, muy antipática, nos dijo de malas maneras que iba a cerrar ya.
Lo dicho me dejó un sabor agridulce la visita a Altamira.
Os aconsejo que no pongáis en el GPS "ermita de Santa Justa" ya que os llevará a la "Playa de Tagle", que es lo que nos pasó a nosotros. Aunque, no hay mal que por bien no venga... nos encantó ver las vistas de la playa desde lo alto de un pequeño acantilado. Lo mejor es poner "baños de Ubiarco". Así iréis a parar sin problema al parquing de la playa. Una vez allí hay un pequeño sendero que lleva a la ermita, aunque está cerrada. Aún así merece la pena ir por ver las vistas. Son increíbles.
Al atardecer volvimos a Santillana para hecer unas compritas y cenar. En casi todas las calles encontraréis numerosas tiendas donde venden los productos típicos de la zona: anchoas de Santoña, queso de Tresviso, cecina de ciervo, sobao pasiego y quesada. Nosotros compramos sobaos, quesada y anchoas en Casa Cano. Nos gustó el trato y los productos que tenían.
Antes de cenar volvimos a recorrer las callecitas empedradas de esta villa para ver lo que se nos había escapado por la mañana. Esta vez fuimos por Santo Domingo hasta la plaza y allí subimos por el camino de los Hornos, donde vimos unas vistas Santillana más que bonitas.
Otros lugares de interés (que nosotros no visitamos):
- Convento de Regina Coreli (museo Diocesano).
- Museo de la Inquesición.
- Museo del Barquillero.
- Zoo de Santillana