Revista Religión

SANTO TORIBIO, MISIONERO Y PATRONO DE TRUJILLO. Revista EMAÚS, Abril 2013

Por Joseantoniobenito
SANTO TORIBIO, MISIONERO Y PATRONO DE TRUJILLO. Revista EMAÚS, Abril 2013 SANTO TORIBIO, MISIONERO Y PATRONO DE TRUJILLO José Antonio Benito Rodríguez

Aunque el 23 de marzo de 1606 -fecha de la partida para la eternidad de nuestro santo- Zaña pertenecía a la gigante diócesis de Lima, desde 1609 -fecha de erección de la nueva diócesis- pasará a depender de Trujillo, y, desde 1956, a Chiclayo. No nos sorprende, por tanto, la profunda huella en todo del territorio que en la actualidad pertenece al arzobispado de Trujillo. Recordemos que en la Catedral se conserva un altar levantado por la Cofradía del Santísimo con una pintura mural del Beato Toribio Mogrovejo, en la que reza la siguiente inscripción:

"El Beato Don Toribio Alfonso Mogrovejo, natural de Mallorca, Arzobispo de Lima, luz clarísima del Perú, escudo fuerte de la fe, defensor acérrimo de la inmunidad eclesiástica, admirable en el amor de Dios, en la caridad con el prójimo, en la prudencia del gobierno, en la constancia y sufrimiento en las adversidades, maravilloso en los milagros y virtudes. Murió en la ciudad de Saña a 23 de marzo de 1606, de edad de 68 y de Arzobispo 25. Beatifícolo nuestro muy Santo Padre Inocencio XI con rito solemne a 28 del mes de junio del año del Señor de 1679. Dedícale este altar la esclavitud del Santísimo Sacramento en su fiesta anual, a 13 de julio de 1681".

Acogiendo el sentir popular de las autoridades civiles y religiosas, así como del pueblo fiel, el ilustrado prelado de Trujillo, Baltasar Jaime Martínez Compañón lo proclamó 19 del mes de diciembre de 1789 patrono de todo el obispado en razón de

"su admirable santidad y virtudes y porque designado por Dios para gobernar esta diócesis antes de que se desmembrase del Arzobispado de Lima, llenó con tan fervorosa caridad y celo las partes de su apostólico ministerio y oficio, recorriéndolo personalmente dos veces, no hubo en sus valles, sierras, ni montañas lugar alguno por pequeño, distante y áspero que fuere a donde no llegase y que no ilustrase con su presencia, doctrina, sudores y santos ejemplos y por haberla constituido y hecho patria suya, acabando la preciosa carrera de sus días en la ciudad de Zaña en donde falleció y finalmente para que al paso que por medio se rinda al Santo el distinguido culto que por tantos títulos le es debido se arraigara y avivara más en el ánimo de los suplicantes y de su posteridad la devoción hacia él y la confianza de su patrocinio y protección". Para concretar se dedicó el 27 de abril como fiesta de primera clase, celebrando además la octava, con la "obligación de oír misa y abstenerse de las obras serviles el día primero de dicha fiesta toda suerte de gentes sin distinción...perpetuamente para españoles como para indios y demás castas de ambos sexos del obispado concediendo...indulgencia plenaria a todos ..." Santo Padre de América

De todos modos, siempre nos alegramos los católicos y la buena gente cuando se nos proclama el "anuntio vobis gaudium magnum: habemus Papam". Y enseguida le encontramos la gracia. Es el siervo de los siervos de Dios, es el pontífice (constructor de puentes), el vicario de Cristo, el obispo de Roma, el nuevo Pedro, el 266, el pastor universal. Pero también hay sorpresas gozosas que le dan un plus al acontecimiento Es el regalo del Esposo (el Espíritu Santo) a la Esposa (la iglesia). Y, claro, su amor es desbordante. Hasta llegar a decir que "recuerda en el aspecto a Juan XXIII, tiene la simpatía del papa Wojtyla, habla con la sencillez de Juan Pablo I y piensa como Ratzinger. Un mix explosivo" (Zenit, 20 de marzo 2013).

Un juicio semejante emitió en 1942 Víctor Andrés Belaúnde para el prelado Mogrovejo: "Providencialmente apareció en la historia del Perú la egregia figura de Toribio de Mogrovejo. Elegido entre los seglares piadosos de elevada cultura, su elevación al episcopado tuvo los caracteres de un llamamiento excepcional, al cual él supo corresponder con la entrega y la oblación absoluta de un apóstol. Para su importante misión tuvo sobre todo Santo Toribio un sentido heroico de la vida, común a la élite española de su tiempo y además del sello de verdadera autoridad, y de la inspiración de una auténtica cultura teológica y jurídica, ese quid divinum que diferencia a los santos de los mortales. Y como feliz culminación de todas estas raras prendas, poseyó la visión amplia y profunda de la enorme misión que el Papado y la Monarquía le confiaban. Pocas veces un hombre estuvo más preparado moralmente y mejor apercibido para llevar a cabo un glorioso destino....Santo Toribio fue el paradigma del pastor ambulante"

Justo nuestro nuevo Papa Francisco dijo de Santo Toribio, patrono del episcopado americano (Juan Pablo II, 10 mayo 1986) que "apostó, mientras fue arzobispo de Lima, a comprender al pueblo yendo a cada rincón del territorio que llegaba hasta la capitanía de Chile. Apostó a comprender el alma de su pueblo desde la autoridad moral de hacerse cargo". El nombramiento de un papa hispanoamericano lo considero como un fruto de la evangelización de Santo Toribio.

En el marco de la primera asamblea de la historia -el Concilio Plenario Latinoamericano, Roma 1899- , con el deseo de preparar el nuevo siglo cristiano cristiano de América, a la hora de redactar las Actas, no dudan en colocar en primer lugar la fórmula de consagración al Corazón de Jesús, proclamando enfáticamente a santo Toribio Alfonso Mogrovejo como el "Astro más luciente del episcopado del Nuevo Mundo...reiterando en la conclusión de la consagración: "Tú más que ninguno, acuérdate de nosotros, oh Toribio bendito, ejemplo y esplendor sin igual de Prelados y Padres de Concilios". Más adelante, el obispo de san Luis Potosí, Mons. Ignacio Montes de Oca, recuerda ante los Padres sinodales las egregias figuras del episcopado americano para concluir en la proclamación de nuestro protagonista como "ejemplar y prototipo entre estos varones apostólicos...de cuya luz y fulgor han recibido cuantos fueron llegando después de él...espejo de Pastores". Y, dentro del cuerpo del Concilio, ya en la sesión última, las "Aclamaciones" le declaran "ejemplar y ornamento esplendente de todos los Prelados y sinodales de la América Latina".

Al igual que los pilares de la iglesia occidental los consideramos "Santos Padres" por sus notas de antigüedad de vida, ortodoxia, santidad y aprobación eclesiástica, podíamos aplicar esta denominación a cuantos en América vivieron una misión paralela. Fue el caso de Fray Juan de Zumárraga, Vasco de Quiroga, Jerónimo de Loayza, Bartolomé de las Casas, Mogrovejo. De todos ellos, sólo Toribio Mogrovejo ha sido canonizado y, por ello, merecido el patronazgo Pero ningún comentario de todos los obispos de América Latina. Les comparto el texto íntegro de su declaración:

Los obispos del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) profesan una peculiar veneración hacia Santo Toribio Mogrovejo, Arzobispo de Lima, quien durante la segunda mitad del siglo XVI y los comienzos del siglo XVII, ejerció el cuidado pastoral con ardentísimo celo sobre los fieles a él encomendados, promoviendo la vida religiosa de toda aquella región y atendiendo con especialísima solicitud a los nativos. Por este motivo, el Venerable Hermano Antonio Quarracino, Presidente de dicho Consejo, acogiendo el unánime deseo de todos los obispos, ratificó la elección de santo Toribio de Mogrovejo como Patrono de todo el Episcopado de América Latina y pidió instantemente que tal elección y aprobación fuese confirmada, según las normas de la Instrucción sobre la revisión de los calendarios particulares y de los oficios y misas propias, n.30 Constando, pues, que se han cumplido ambas condiciones, conforme a derecho y oído el parecer de la Sagrada Congregación para los Sacramentos y el Culto Divino, nos acogemos benignamente a la petición y con vuestra potestad y autoridad apostólica declaramos y confirmamos a santo Toribio de Mogrovejo como PATRONO ANTE DIOS DE TODOS LOS OBISPOS DE AMÉRICA LATINA y confiamos que como este Santo para ellos será Intercesor de celestiales gracias, así también dichos prelados lo adoptarán como modelo del ministerio pastoral. Sin que obste nada en contrario. Fechado en Roma, junto a san Pedro, bajo el anillo del Pescador, día diez de mayo del Señor, 1983, quinto de nuestro Pontificado". Joannes Paulus Trascendencia histórica

El 27 de abril del 2006 nuestra olvidadiza Lima, celebró por todo lo alto el IV Centenario de un gigante de la santidad: Santo Toribio Mogrovejo. La Universidad Nacional de San Marcos en la persona de su rector Dr. Manuel Burga conmemoró la incorporación del Santo como doctor honoris causa, el Presidente del Congreso, Marcial Ayaipoma, a nombre del Congreso de la República, condecoró a Santo Toribio de Mogrovejo con la con el grado de Gran Cruz en Grado Póstumo. Mientras que el alcalde de Lima, Luis Castañeda Lossio, entregó la medalla de la ciudad de Lima al Santo Arzobispo. El Enviado Especial del Papa Benedicto XVI, Cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez, en la clausura del Congreso Académico Internacional Santo Toribio de Mogrovejo manifestó que una de las enseñanzas que debemos rescatar de Santo Toribio de Mogrovejo es su valentía de aceptar la voluntad del Señor con total disponibilidad y de entregarse al ejercicio de su ministerio sin reservas hasta el momento de su santa muerte:"He quedado muy impresionado con la polifacética personalidad de nuestro Santo y puedo asegurarles que, si bien conocía algo de su santa e intensa vida, es ahora cuando he podido conocerlo y quiero junto con ustedes dar gracias al Señor por haber regalado al Perú y a toda América tan Santo y egregio Pastor...Hoy, a cuatro siglos de su paso por este mundo, los esfuerzos del Santo Arzobispo se notan en cada templo y poblado del territorio peruano, donde la devoción a la Eucaristía y a la Virgen son los medios que acrecientan y alimentan su fe y esperanza y, sobre todo, lo que enciende sus corazones de caridad...Debe decirse en la celebración del IV Centenario de la muerte de Santo Toribio que su testimonio de vida, su santidad, sabiduría, celo apostólico, caridad y gobierno pastoral han dejado huellas imborrables en la historia eclesial del Perú y del Continente y que los llamados a ejercer el ministerio episcopal hoy en nuestra América Latina debemos estudiar y conocer mejor su ejemplar vida porque es mucho lo que nos puede enseñar".

Recoge su primer biógrafo, León Pinelo que a la semana de su muerte, es enterrado en la iglesia parroquial de Zaña. Un enorme gentío acude de todas partes para rezar ante sus restos mortales y proveerse de alguna reliquia. La noticia llegó a Lima el martes 4 de abril a la 1 de la tarde tal como consta por los testimonios de los "curas de la catedral": Dr. Juan Sánchez de Prado. El Dr. Juan de la Roca, el Licenciado Alonso Menacho y el Br. Diego Chamorro. .Grimanesa, su hermana, solicita al Cabildo de Lima el traslado de sus restos a la Iglesia Catedralicia. Un año después, el 26 de abril - como los mayorganos recuerdan cada año en la Misa solemne y procesión- se trasladaba su cuerpo a Lima por tierra en un trayecto que duró 80 días. Los casi 590 kilómetros se cubren en cuatro etapas: Saña-Trujillo, Trujillo-Chimbote, Chimbote-Pativilca, Pativilca-Lima. Su cuerpo fue trasladado bajo la dirección de doctor don Mateo González de Paz, maestrescuela de la Catedral, y llegó a Lima el jueves 26 días del mes de abril de 1607 años.

Allá por el año 1578, muerto el primer arzobispo de Lima, Jerónimo de Loayza, el Consejo de Indias presentaba al rey Felipe II el perfil del sustituto: "Un Prelado de fácil cabalgar, no esquivo a la aventura misional, no menos misionero que gobernante, más jurista que teólogo, y de pulso firme para el timón de nave difícil, a quien no faltase el espíritu combativo en aquella tierra de águilas".Nacido en Mayorga (Valladolid-España) en 1538 y fallecido en Zaña, Perú, 1606) segundo fue el segundo arzobispo de Lima y nombrado Patrono de los Obispos de América Latina. El elegido - Toribio Alfonso de Mogrovejo- frisaba en ese momento los 39 años de edad y debió interrumpir sus estudios de doctorado en derecho civil y canónico por la Universidad de Salamanca al ser nombrado juez inquisidor de Granada. Sin pasar por ningún seminario, fue ordenado diácono, sacerdote y obispo en pocos meses, llega al Perú, donde desde el 1581 acomete la aventura de ser pastor de una de las diócesis más grandes del mundo, cuyo territorio se extendía del Océano Pacifico a la selva de la Amazonía y a los valles inaccesibles de los Andes, en un mundo en transformación y lleno de contradicciones.

Efectivamente, el mundo del Tahuantinsuyo había sufrido una metamorfosis radical con la presencia española. Si nos fijamos en los factores económicos, políticos y sociales, nos encontramos en la primera fase (1580-1620) del período tipificado como del "apogeo de la plata y de consolidación de la economía interna" La administración del virrey Toledo legó a la organización virreinal las agrupaciones en poblados o "reducciones" y el régimen laboral de la mita. Debido al aumento de las recaudaciones por la extracción de la plata, especialmente de Potosí, se acrecienta el volumen del tráfico peruano con España, a la par que se forma una gran masa de población indígena que, desvinculado del marco legislativo del tributo y de la mita, aporta brazos para el desarrollo agropecuario y textil. En este contexto se incluye la anexión de Portugal a la corona castellana, el desastre de la Armada Invencible frente a Inglaterra y la pérdida del control oceánico por parte de España, con la consiguiente proliferación de piratas y corsarios en el litoral peruano. A pesar de las dificultades exteriores y otras internas -como el recrudecimiento de la guerra araucana (con la muerte del gobernador Martín García de Loyola en 1598) y el esclavismo del sur, los conflictos en el Alto Perú y Tucumán con los chiriguanos, calchaquíes y chaqueños; nos encontramos en un tiempo de auténtico florecimiento cultural, en el que proliferan la creación literaria y artística, la historia y el derecho, la lingüística y la teología -especialmente la misionología y la catequética. No se ha de olvidar que al otro lado del Atlántico, España vivía su mejor hora cultural -el siglo de oro- de la Historia.

Toribio "no perdió su tiempo": se puso manos a la obra construyendo la Iglesia, que él denominaba "la nueva cristiandad de las Indias". Trece sínodos diocesanos, tres concilios provinciales -especialmente el tercero de 1582- con sus instrumentos catequéticos como el Catecismo trilingüe ( en castellano, quechua y aymara) -primer libro publicado en América del Sur-, las Visitas pastorales, en las que llegó a cada pueblo de su dilatada diócesis recorriendo más de cuarenta mil kilómetros, son los pilares de una civilización cristiana donde las distancias entre las culturas y las tradiciones fueron encontrando en la profundización de la fe el camino de la unidad y de la identidad. Como Pablo en la primitiva Iglesia; Benito, Cirilo y Metodio en la Europa medieval; Francisco de Sales, Carlos Borromeo y Francisco Javier en la Reforma Católica, o Juan de Zumárraga y Tata Vasco en América este gran misionero indica que en un mundo multicultural y multiétnico la fe cristiana induce al encuentro y al diálogo, a la pasión para que la verdad de Cristo sea conocida como respuesta a la exigencia de infinito que constituye el corazón de cada hombre. Como otro Cristo, se hizo servidor de todos apostando por un mundo de verdad, libertad y hermandad. Su vida de contemplativo en la acción fructificó en santos como Rosa de Lima, Martín de Porres, instituciones como el Seminario o el Convento de Santa Clara, organizaciones como nuevas cofradías, parroquias, poblados, leyes y costumbres del nuevo Perú.

Todo esto se recoge en la exposición itinerante "Toribio Alfonso Mogrovejo: Identidad y multiculturalidad en América Latina" presentada en Rímini (Italia), en el Meeting por la amistad de los pueblos por el Movimiento "Comunión y Liberación". La muestra fue elaborada por un grupo de docentes de la Universidad Católica "Sedes Sapientiae" de Los Olivos y se compone de 21 paneles; trata de dar a conocer la vida del santo antes de su llegada a América, la relación de España con el mundo y con América en aquellos tiempos, así aspectos históricos, artísticos, culturales y geográficos del Perú. Además, se busca enfatizar la tarea de valorización que hizo de las culturas locales, principalmente a través del estudio de las lenguas, su escritura, difusión, y la publicación del catecismo, primer libro impreso en América del Sur y que se hizo simultáneamente en tres idiomas: castellano, quechua y aymara.

Como el Papa Benedicto XVI reconoció en su carta para el Congreso Internacional celebrado en Lima: "El profundo espíritu misionero de santo Toribio se pone de manifiesto en algunos detalles significativos, como su esfuerzo por aprender diversas lenguas, con el fin de predicar personalmente a todos los que estaban encomendados a sus cuidados pastorales. Pero era también una muestra del respeto por la dignidad de toda persona humana, cualquiera que fuere su condición, en la que trataba de suscitar siempre la dicha de sentirse verdadero hijo de Dios" (27 de abril 2006) .

Vinculación con Trujillo

Dentro de las numerosas conexiones de Trujillo con Santo Toribio, se ha de citar, en primer lugar, la mantenida con los miembros del Cabildo Capitular que fueron obispos de Trujillo: Carlos Marcelo Corne y Andrés García de Zurita. En segundo lugar, se ha de tener en cuenta las visitas del Santo a esta tierra. Así, en febrero de 1589 visitó fugazmente la provincia de Trujillo, para luego presentarse, en octubre de 1590 en Lima, para el concilio provincial. La segunda gira la realiza desde 1593 a 1598: recorre 7.500 kilómetros visitando las regiones de Ancash -cerca de Chavín-, Trujillo, Lambayeque, Cajamarca, Chachapoyas, Moyobamba. De las mil y una penalidades sufridas en sus permanentes visitas, algo se deja traslucir en su carta dirigida al Rey Felipe II, precisamente desde Trujillo, el 10 de marzo de 1594:

"...sin atender a más que al servicio de Nuestro Señor [...] visitando mis ovejas y confirmando y ejerciendo el oficio Pontifical por caminos muy trabajosos y fragosos, con fríos y calores, y ríos y aguas, no perdonando ningún trabajo, habiendo andado más de tres mil leguas y confirmado quinientas mil ánimas, y distribuyendo mi renta a pobres con ánimo de hacer lo mismo si mucha más tuviera, aborreciendo el atesorar hacienda...".

Recoge Vidal Guitarte Izquierdo en su documentada obra Episcopologio español, 1500-1699: españoles obispos en España, América, Filipinas y otros países (Roma 1994) que en el marco de esta visita, el 1 de enero de 1594, el agustino Luis López de Solís, salmantino de nacimiento, catedrático en San Marcos, con varios cargos en su orden, y fama de santo, fue consagrado en Trujillo, el 1 de enero de 1594, por Santo Toribio. El acontecimiento tuvo lugar en la otrora iglesia de San Agustín, hoy templo de San Francisco. El nuevo obispo de Quito, luego de Charcas en 1605, fundó un Seminario de indios, cuya motivación principal - según explicaba al rey- era "por la esperanza que se tiene del fruto que podrán hacer los naturales más que todos los extraños juntos" (30-4-1601).

La Tercera Visita (1601-1606) la comenzó el 8 de agosto de 1601. Recorrió las Provincias de Canta, Huarochirí, Yauyos, Cañete y nuevamente Ica. Luego retrocede por la misma ruta y entró en los actuales Departamentos de Junín y Huánuco, volviendo a la costa por Cajatambo y Chancay. Después de descansar por un breve tiempo en Lima, reinició su Visita Pastoral el 12 de enero de 1605. Recorre las provincias de Chancay y Barranca y, siguiendo el curso del río Pativilca, gira hacia la derecha y visita algunos distritos de Cajatambo; de aquí pasa al callejón de Huaylas y, bajando a la costa por Casma, se dirige al norte hacia los valles de Pacasmayo y Chiclayo.

Un cualificado testigo de esta visita será Juan de Cáceres Farfán, ayudante de Sargento Mayor, de Jerez de la Frontera, tal como informa en el proceso de beatificación de 1631:

"Le conoció y comunicó en Trujillo, donde fue teniente ...del Valle de Churibal, Guaman, Saña y Cahor y le habló muchas veces familiarmente y se hospedó en su casa y lo fue acompañando en toda la jurisdicción de Trujillo y por tiempo de más de diez y doce días andando visitando. Y cayendo en una ladera, llegó este testigo a asirle de la mano, y le dijo el dicho arzobispo que el demonio le debía de haber hecho caer, porque no fuese en busca de los dichos indios. Y, sin embargo, de todo bajaron y llegaron hechos pedazos de cansados y este testigo bien arrepentido de haber bajado por parte tan peligrosa por donde no se podía andar a caballo ni con carneros. Y así dejaron las cabalgaduras en lo alto más de tres leguas. Y el dicho arzobispo, con mucha alegría y la boca llena de risa, sin comer bocado en todo el día, llegó adonde estaban los dichos indios con tres o cuatro hijas y hijo, de más de catorce y quince años, que tenían ya nietos sin bautizar. Y estuvo todo el dicho día allí y una noche, sin tener camas ni qué comer".

Pasando Guadalupe de Pacasmayo, comenzó Mogrovejo a sentirse mal. Por esta razón sigue hasta Chérrepe y Reque, de donde se encaminó a Saña, la víspera de su muerte. Le acompaña su fiel escudero Sancho de Ávila, que pronto se ve ayudado de una abigarrada muchedumbre de españoles, mestizos, indios y negros que ven en el Arzobispo un "Taita", un padre, y al que tienden sus manos para bajarle de la mula y colocarle en unas angarillas. Anochece en la antigua villa de Santiago de Miraflores. Toribio presiente la agonía en la humilde casa del párroco Juan de Herrera. El médico le advierte de su enfermedad mortal y procura aplacar sus dolores; Mogrovejo saca fuerzas de flaqueza y con sus ojos llenos de luz, exclama:

- ¡Qué alegría cuando me dijeron: Vamos a la casa del Señor!

Da como recompensa al buen médico lo único que le queda, su mula, y recuerda a sus acompañantes el compromiso de honor con su cuñado y limosnero Francisco de Quiñones de repartir entre los pobres lo que se obtenga de la venta de sus vestiduras litúrgicas. La noche no quiere acabarse, cuando tarda en romper la aurora. El enfermo sabe que es Jueves Santo, 23 de marzo de 1606, y pide ser llevado a la iglesia para recibir la Unción de Enfermos. Su capellán, Juan de Robles, con lágrimas en los ojos, no acierta a concluir. Toribio, más tranquilo, pide al prior agustino que taña el arpa. Fray Jerónimo Ramírez no se hace de rogar y acompaña el suave canto del agonizante:

- A Ti, Señor, me acojo:... En tus manos encomiendo mi espíritu.

Un año después, a fines de abril 1607 - se trasladaba su cuerpo a Lima por tierra en un trayecto que duró 80 días. Los casi 590 kilómetros se cubren en cuatro etapas: Saña-Trujillo, Trujillo-Chimbote, Chimbote-Pativilca, Pativilca-Lima. En el Libro IV de las Actas del proceso de beatificación, Juan José Tamayo informa de que además de Lima se requiere el testimonio de Chancay, Sancta, Trujillo, Saña, Cajamarca, Chachapoyas, Guaylas, Conchucos: "hay muchos testigos que saben, vieron y han oído la ejemplar vida y virtudes del dicho siervo de Dios y muchas de las maravillas que Nuestro Señor ha sido servido de obrar por su intercesión, así en su vida como después de su fallecimiento".

Francisco Sánchez Nieto, de Trujillo, hijo de Rodrigo Díaz Nieto y de María Fernández, "y su ocupación es de arte de pintor", con 78 años a sus espaldas, recordará vivamente en el proceso de beatificación "con ocasión de haberle confirmado en la doctrina de Ferreñafe que es de este obispado de Trujillo habrá 60 años poco más o menos y por haberle visto después muchas veces en la ciudad de Lima y haberle hablado una vez con ocasión de llevarle este testigo un lienzo de pintura de Nuestra Señora de Belén que le envió con este testigo el Maestro Mateo Pérez de Aliso que entonces se hallaba en la dicha ciudad de Lima y fue en presencia de dos estudiantes criados del dicho siervo de Dios [...] el cual viéndola se puso a decir que si tan hermosa era Nuestra Señora pintada qué tal sería en el Cielo".

Otra vinculación significativa de Trujillo con Santo Toribio viene dada por los testigos del proceso de beatificación que declaran ser oriundos o moradores de esta tierra trujillana. Son los casos del P. Pedro Ruiz Navarro, comendador del convento de Nuestra Señora de la Merced y visitador; Francisco Pacho de Bustamante, cura y vicario de Nuestra Señora de la Concepción de Mochonis; Julián de la Torre y Escobar, Deán y Comisario de Cruzada de Trujillo; Juan de Alfaro, María Alfaro, Francisca Bohórquez, viuda de Juan de Huertas Gutiérrez; Antonio Jurado Palomino, alcalde de Trujillo y protector general de los indios; Juana de Huerta, viuda de Lorenzo de Alderete; Isabel de Ayala, de Chocope, cacica de los de Nunja, viuda de Antonio Faria, notario apostólico; Diego Pereira, carpintero; Francisco Cabrero, canónigo; Dr. D. Matías de Caravantes, arcediano de Trujillo; Lic. Andrés Jerónimo de Silva, canónigo, gobernador y vicario general; Juana de Riveros, labradora; Rafael de Olivito de Guzmán, abogado de la Real Audiencia de Lima, Regidor Perpetuo de Trujillo; Juan Olivito de Guzmán, alcalde ordinario de Trujillo; Francisco Sánchez Nieto, pintor; Juan Carrasco Saenz de Saavedra.

Por último, sería de gran interés estudiar el influjo del santo arzobispo en los metropolitanos de Trujillo. Además, del citado Baltasar Martínez Compañón, cabe mencionar a Gregorio de Molleda, nacido en Lima, seminarista en Trujillo, postulador de la causa en Roma y a quien cupo en suerte el logro de la canonización de Santo Toribio el 7 de octubre de 1726. En abril de 1724 visitó Roma, donde pidió al Papa Benedicto XIII la canonización del Beato Toribio Alfonso Mogrovejo. Esta súplica la reiteró con la intercesión de 51 cardenales y consultores de la Sagrada Congregación de Ritos. Contaba 32 años cuando logró en Roma la bula de canonización el 10 de diciembre de 1726. Nombrado obispo de Isauria in partibus infidelium, el 26 de septiembre de 1725 continuó como asistente al solio pontificio de Benedicto XIII y de Clemente XII, hasta que Felipe V lo propuso por obispo de Cartagena de Indias en 1736. Ahí construyó una iglesia que dedicó a Santo Toribio. Tomó posesión de la Sede de Trujillo el 4 de diciembre de 1741 por poder y personalmente 29 de enero de 1743. En 1745 entregó el curato de Lamas a los misioneros jesuitas de Mainas. Por su bondad se ganó la estima de sus diocesanos. Rigió el obispado durante cinco años, hasta 1748 en que fue promovido a la diócesis de La Plata o Charcas. Aquí estuvo durante ocho años más, dificultado por la enfermedad que le privaba del recto uso de sus facultades. Murió el 1 de abril de 1756. Dotó ahí una Misa con sermón el día de Santo Toribio, con un capital de 3.000 pesos con 150 réditos.

Podríamos citar por último el gran trabajo desempeñado por quien fuese secretario del III Centenario de Santo Toribio y del Arzobispo Manuel Tovar, y luego obispo de Trujillo, Monseñor Carlos García Irigoyen quien escribió seis magníficos tomos sobre el Santo: Santo Toribio Lima 1904 (4 tomos). Santo Toribio...Las fiestas centenarias. 2t Librería San Pedro Lima 1908, así como numerosos artículos, como el célebre "Llegó la fecha memorable" El Amigo del Clero, 23.3.1906, 1906.

José Antonio Benito


Volver a la Portada de Logo Paperblog