El experimento realizado por el gobierno Pastrana en el “laboratorio de paz” del Caguán, dejó al país inmerso en la peor crisis económica y social de los últimos tiempos, a la población civil que no pudo o no quiso emigrar expuesta a una violencia terrorista sin precedentes, y a la institucionalidad del Estado al borde del colapso. Los colombianos orillados ante esta situación se dieron a la tarea de recuperar la seguridad, el orden, la gobernabilidad y para ello, con gran responsabilidad y sensatez eligieron como presidente a Álvaro Uribe Vélez, quién después de ocho años de trabajo aplicado, constante y consistente, entregó un balance de resultados que en cifras es imposible de ignorar: Tres millones de beneficiarios de familias en acción, once millones y medio de beneficiarios del ICBF, ocho millones de beneficiarios del SENA, el PIB creció 105%, las exportaciones crecieron 233%, se logró la cobertura del 100% en educación básica primaria, la salud incrementó su cobertura en 76%, los secuestros se redujeron 90%, el terrorismo bajo 71%, el desempleo redujo su tasa en 25%, la pobreza disminuyó 31%, y ni que decir, de los resultados que muestran como invariablemente cada día había menos asesinatos, inseguridad y extorsión. Entonces la recuperación y el control de las carreteras fueron evidentes, y se logró la presencia de la fuerza pública en zonas que por décadas en el pasado les habían sido vedadas, llevando seguridad a sus moradores.
La gestión del gobierno Uribe fue utilizada como un trampolín, para posicionar a Juan Manuel Santos en la campaña presidencial de 2010. Santos en ese momento tomó como suyas las tesis del uribismo, prometiendo al país continuar y afianzar las políticas que se venían implementando, y por esto, el candidato de la “U” en aquel entonces, fue elegido abrumadoramente por un electorado anhelante y ávido, que respaldaba sin miramientos la aplicación de las políticas uribistas, las cuales habían demostrado su eficacia; Colombia se enrutaba en una nueva dinámica de progreso y seguridad, que hacía previsible la consolidación de la pacificación del país por la vía institucional.
Con un legado tan promisorio, no queda ninguna duda… nadie como Juan Manuel Santos Calderón tenía la oportunidad de erigirse como el más grande gobernante de este país, sin embargo cuando obtuvo el poder conculcó el mandato popular, traicionó al electorado, y le dio la espalda a la oportunidad de ser el artífice de la construcción de una democracia sólida y moderna encaminada hacia el progreso. Giró ciento ochenta grados y llevó nuevamente el país al “laboratorio de paz”, que hoy se lleva a cabo en La Habana, y que en un lento, silente e insostenible proceso, evidencia no ir en dirección distinta al fortalecimiento del grupo narcoterrorista de las FARC.
Mientras el trabajo de Álvaro Uribe Vélez se destaca en calidad y resultados, como contraste, el de Juan Manuel Santos es pobre e irrelevante; podría decirse que su gestión ha tenido efectos cataclísmicos para el país. Desde 1972 y durante nueve largos años, Santos fue el representante de Colombia ante la Organización Internacional del Café en Londres; el resultado no pudo ser peor, una muy modesta gestión que no logró posicionar al mejor café del mundo, en un mercado competitivo, con mayores beneficios para los caficultores colombianos. Las bonanzas cafeteras de la época se perdieron en despilfarro burocrático y políticas ineficaces, desde entonces el sector viene en un estado de postración que tiende a agudizarse.
Posteriormente fue elegido Designado a la Presidencia de la República, un cargo transitorio en el que pasó sin mayor pena ni gloria, donde fue más una figura decorativa. En 1991 lo nombró Cesar Gaviria Ministro de Comercio Exterior, y allí fue uno de los coartífices de la nefasta apertura económica, que llevó al país a una de las más fuertes contracciones. Si bien, avanzar hacia dicha apertura era uno de los pasos que se daban para integrarnos a la economía global, la improvisación, negligencia, y el no tomar las medidas necesarias a tiempo para proteger los sectores de mayor exposición, desembocaron en un desastre de una magnitud colosal, que llevó a la industria y el comercio a la quiebra, generando un desequilibrio que paralizó durante varios años el aparato productivo.
En 1997 le propuso a Ernesto Samper la creación de una “Zona de Distensión”, iniciativa que a la postre fue adoptada por el gobierno Pastrana y que terminó siendo un estruendoso fracaso. Desde el 2006 hasta el 2009 fue Ministro de Defensa del segundo Gobierno de Álvaro Uribe Vélez, donde recogió los frutos del trabajo de los anteriores ministros, quienes habían reestructurado dicha cartera, y la habían encaminado para que finalmente se pudieran cosechar triunfos en los operativos que se dieron posteriormente contra las Farc y el ELN, éxitos que descaradamente Santos se echó al bolsillo. Su gestión en este ministerio no fue ajena a escándalos como el de los falsos positivos, interceptaciones ilegales por miembros de la policía Nacional en 2007, e innumerables rumores de compras y contratos irregulares favoreciendo a proveedores amigos. Por último desde 2010 ha sido el primer mandatario de la nación, cuya obra de gobierno se circunscribe a cifras maquilladas, publicidad política engañosa, sobreexposición en medios de comunicación y la defensa a ultranza de un proceso de paz que más del 60% de los colombianos considera fallido y que a muchos suspicaces nos muestra a un Santos aliado incondicional de las Farc, del Castrocomunismo, del Socialismo del Siglo XXI y del Foro de Sao Paulo.
Para poder dimensionar la importancia que adquiere Colombia en el escenario actual, para el proyecto neosocialista Latinoaméricano, es esencial saber que el socialismo del siglo XXI, es un concepto creado en 1996 por el sociólogo Alemán Heinz Dietrich Steffan, que adquirió relevancia a partir del 2005 cuando fue adoptado como una iniciativa política por el entonces presidente de Venezuela Hugo Chávez Frías, convirtiéndose en la principal bandera del chavismo actual. El inevitable fracaso del comunismo en la Unión Soviética y la caída del muro de Berlín debilitó el socialismo en América Latina y en un intento por unir y consolidar a la izquierda en Latam, en 1990 se crea el “Foro de Sao Paulo”, una organización fundada por el Partido de los Trabajadores de Brasil en cabeza de Luiz Inácio Lula da Silva, acompañado por otros movimientos y partidos de izquierda, quienes no se resignaron a ver morir el socialismo-comunismo en el continente. El único país miembro del Foro que tenía Gobierno de izquierda en el momento de su fundación era Cuba, la cual era y sigue siendo gobernada por el Partido Comunista. Hoy veinticuatro años después, somos testigos de cómo en la mayoría de los países de Latinoamerica, miembros del Foro han llegado al poder por el voto popular.
La elección del fallecido Hugo Chávez en 1998 fue una tremenda victoria para el Foro de Sao Paulo, porque representó después de décadas infértiles, la llegada al poder del primer gobierno de izquierda en Latinoamérica. Le siguió Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil en 2002, sindicalista del Partido de los Trabajadores. Luego en Uruguay fue elegido en 2004Tabaré Vázquez, militante clandestino del Frente Amplio. En 2005 lo logró en Bolivia Evo Morales, sindicalista cocalero por el Movimiento al Socialismo. Posteriormente en Chile en 2006 ganó Michelle Bachelet, militante activa del Partido Socialista de Chile, desde su época de estudiante en la Universidad. En Ecuador en 2006 se hizo con el poder Rafael Correa, por Alianza PAIS, fue fundador de Patria Altiva y Soberana y afiliado al movimiento Bolivariano. Daniel Ortega, guerrillero por el Frente Sandinista de Liberación Nacional de Nicaragua en 2006. Y en 2008 en Paraguay Fernando Lugo, obispo militante de la “Teología de la liberación” por la Alianza Patriótica para el Cambio.
Luego vino el turno de José Mujica, guerrillero por el Frente Amplio en Uruguay en 2009. También en 2009 gano la presidencia Mauricio Funes, guerrillero del Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional de El Salvador. Y de nuevo en 2010 en Brasil lo consiguió Dilma Rousseff, llamada la Juana de Arco de la Guerrilla, miembro de “Vanguardia Armada Revolucionaria Palmares” por el Partido de los Trabajadores de Brasil. En 2011 Ollanta Humala, quien protagonizó el levantamiento de Lucumba/Tacna contra Fujimori, por el Partido Nacionalista de Perú. Vale agregar también que la coalición de miembros del Foro como el Partido Comunista de Argentina y Congreso Extraordinario Paolo, respaldaron la candidatura de Néstor Kirchner y posteriormente la de Cristina Fernández, llevándolos al poder.
En la actualidad los miembros del Foro son aproximadamente noventa organizaciones de diferentes países y por Colombia son miembros, el Polo Democrático alternativo, Presentes por el Socialismo, el Partido Comunista Colombiano y desde enero de 2013 La Marcha Patriótica, que fue reconocida como miembro de pleno derecho. Las Farc y el ELN han participado del Foro, aunque este niega que hayan sido miembros. En 1996, Raúl Reyes representó al Secretariado de las FARC en el sexto encuentro donde leyó un mensaje de Manuel Marulanda Vélez alias “Tirofijo”, cuyo contenido era una total afrenta a Colombia y sus instituciones democráticas.
El avance del comunismo en Latinoamérica es una realidad objetiva incuestionable, y como observadores de los procesos de desarrollo socioeconómico de los países miembros del Foro de Sao Paulo, encontramos clara evidencia de un deterioro notable en los estándares de calidad de vida de sus gentes, con muy pocas excepciones, es por este ineludible hecho que nos preocupa mucho a quienes creemos en la justicia, la paz, la libertad, el libre mercado, el emprendimiento privado y la democracia, el afán reelecionista de Juan Manuel Santos a pesar de su impopularidad, en especial porque su bandera de campaña es el proceso de La Habana, que él, los miembros de su gobierno y algunos crédulos e ingenuos denominan “proceso de paz”, a pesar de que, evidentemente, nombrar de esta manera el acuerdo de Cuba es un argumento falaz, que tiene como único objetivo brindarle impunidad total a los más avezados criminales que han teñido de sangre nuestro territorio, y que de lograrse, sólo conducirá al lavado de los delitos de “lesa humanidad” de la narcoinsurgencia, para así allanarles el camino hacia el poder, llevándolos de la mano al congreso, y permitiéndole a estos reprobables individuos, saltarse con total cinismo el ejercicio democrático de pasar por la aprobación o desaprobación del voto del pueblo, liquidando con ello la democracia.
La responsabilidad de los electores colombianos en los próximos comicios es enorme, y para hacer conciencia en ello podemos tomar como un referente valioso, la desafortunada experiencia que vive en la actualidad el hermano país de Venezuela con el Castrochavismo. Un país que cuenta con una de las mayores reservas de hidrocarburos del mundo, que tiene una capacidad inmedible de expansión de su frontera agrícola y pecuaria y que posee los recursos económicos para invertir en desarrollo científico, tecnológico, infraestructura e innovación que les permitiría una industrialización rápida y moderna, pero que lamentablemente, como resultado de todos estos años bajo el yugo y la hoz del Socialismo del Siglo XXI, los ha dejado con el futuro hipotecado en una revolución ideológica, que sólo les representa odio, violencia, atraso, perdida de sus libertades, miseria y muerte.
No existe la menor duda; los colombianos queremos paz, justicia, seguridad, un país pujante, productivo, con una mejor sociedad, que respete, que de oportunidades y valore a su gente. La transformación de Colombia depende en gran medida de sus ciudadanos, y para lograrlo los electores tenemos un gran reto: la tarea urgente es impedir en las urnas el advenimiento del comunismo, impulsado subrepticiamente por Juan Manuel Santos, quien de ser reelegido le pondrá fin a nuestra democracia.
Fanny Oviedo B.
@OviedoFanny Tomado de villavicencioonline.com