En otro desvío de la BR 101, entrando por la BR 280 se llega a otra isla del estado de Santa Catarina: São Francisco do Sul, la tercera ciudad más antigua de este país continente que es Brasil. Faltó tiempo para fotografiar las grandes y antiguas casonas que ahí hay. Prainha, la playa en la que estuvimos se diferencia básicamente por tener olas algo mayores que el resto, donde algunas personas se aventuran en el surf. Otra característica no sólo en esta, sino en las otras playas brasileñas es la limpieza: los propios bañistas cuidan la playa, no la ensucian, no entierran sus pucho, latas de cerveza o restos de comida, menos aún tirar su basura en el mar, aquí hay conciencia y educación que no hay en muchos de los bañistas de las diversas playas de Lima (a diferencia de Huanchaco en Trujillo, que en las diversas veces que tuve la suerte de ir, siempre la encontré limpia hasta en el atardecer). Los limeños tenemos mucho por aprender.
Volviendo a Prainha, aquí dependiendo de la temporada te puedes encontrar preso en medio de un tráfico feroz ya que la única vía de entrada y salida a la isla es la mencionada carretera BR 280 (aquí la llaman de “rodovía”), pero, evitando regresar un domingo por la tarde, en que todos deciden volver no se tendrá ese problema. Esta playa es muy tranquila en un día normal, sólo tener más cuidado si un niño entra al mar pues la marea es más fuerte. Vale la pena, y mucho, el darse una vuelta por la ciudad y el puerto, las edificaciones antiguas y muchas de ellas conservadas merecen dedicarles un tiempo especial.
Ya habrá tiempo para regresar.