Hoy te dejo en la casa
Anidando en la ropa sucia,
La cadencia de tus labios ha muerto,
las azucena se durmieron, te olvidaron,
tus pechos ya no están tendidos al sol,
buscan la sepultura,
los callos de tus manos apuntan al
desierto, en que se convirtió tu cuerpo
que no da más fruto que el de la carne.
Puedo bailar desnuda en el polideportivo,
mientras coloco la banda azul y blanco
simulando sexo oral.
El vapor a yegua reciemparida que exhale
mi matriz será el consuelo para la
educación que recibimos sentadas en sus
piernas.
Por ahora seguiré comiendo conejos
enfermos sacados de sus mangas.
Saharí Mendoza (Lásara Musácea). Deshonoris Causa, número 46.