José Saramago
Escribo este post con el corazón todavía encogido por la muerte de José Saramago. Sabía de su delicado estado de salud, fruto de una enfermedad crónica, pero aún así resulta difícil asumir su pérdida. Saramago era un gran escritor, galardonado con el Premio Nobel de Literatura, pero ante todo era una gran persona, humana, cercana, solidaria y comprometida. Sus obras mantendrán siempre viva su memoria y en ellas encontraremos al hombre valiente, capaz de hacer bandera de su ideología y reivindicar con orgullo sus ideas, cuando otros muchos se han acomodado al poder establecido y han asumido como válido el pensamiento único.
Saramago, comunista por convicción y, sin duda alguna, un referente para la izquierda en el mundo, ha muerto en su casa de Lanzarote, acompañado por su inseparable Pilar. He tenido el honor de visitarle en el que ha sido su hogar en los últimos años, un lugar austero, sobrio, hecho a su medida, en el que encontró un refugio para trabajar y un espacio para compartir experiencias, reflexiones, y amistad con quien se acercaba a su puerta. No era Saramago un hombre efusivo, pero, en cambio, sabía transmitir afecto y proximidad. No era tampoco persona de muchas palabras, pero cuando se pronunciaba sabías que sus frases encerraban tantas certezas y como razones.
Su agenda y sus compromisos le mantenían ocupado, moviéndose de un lado a otro, requerido aquí y allí, pero cuando Ezker Batua-Berdeak le ha llamado, en todas las ocasiones, sin ninguna excepción, ha respondido. Nos acompañó en las elecciones de 2001, cuando nadie confiaba en nuestra organización política, y PSOE y PP se presentaban como alternativa en Euskadi, promoviendo una alianza, que se hizo realidad ochos años después. Saramago ha sido, en alguna medida, un compañero más de Ezker Batua-Berdeak. Por ello, desde este blog animo a la izquierda a organizar un homenaje a su persona y a su trayectoria.
La izquierda se ha quedado huérfana, es verdad, pero la coherencia del que fuera escritor y comunista, dos facetas que, en realidad, sólo eran una, nos debe impulsar a defender con su misma fuerza las mismas ideas e ideales. No deja de ser una ironía que Saramago nos haya abandonado en un momento en el que el capitalismo, que él tanto temía, se ha adueñado del mundo. En un Congreso sobre Participación Ciudadana, celebrado hace dos años en el Museo Guggenheim, recuperé una cita suya, que hoy cobra más actualidad si cabe y pone de manifesto su lucidez y su capacidad de anticipación. Decía así:
“Es verdad que podemos votar, es verdad que podemos, normalmente a través de un partido, escoger nuestros representantes en el Parlamento; es cierto, en fin, que de la relevancia numérica de tales representaciones y de las combinaciones políticas que la necesidad de una mayoría impone, siempre resultará un Gobierno. Todo esto es cierto, pero es igualmente cierto que la posibilidad de acción democrática comienza y acaba ahí. El elector podrá quitar del poder a un Gobierno que no le agrade y poner otro en su lugar, pero su voto no ha tenido, no tiene y nunca tendrá un efecto visible sobre la única fuerza real que gobierna el mundo, me refiero, obviamente, al poder económico.
¿Qué hacer? De la literatura a la ecología, de la guerra de las galaxias al efecto invernadero, del tratamiento de los residuos a las congestiones de tráfico, todo se discute en este mundo nuestro. Pero el sistema democrático, intocable por naturaleza, ése no se discute. Urge, antes de que se nos haga demasiado tarde, promover un debate mundial sobre la democracia y las causas de su decadencia, sobre la intervención de las personas en la vida política y social, sobre las relaciones entre los Estados y el poder económico y financiero, sobre aquello que afirma y aquello que niega la democracia, sobre el derecho a la felicidad y a una existencia digna, sobre las miserias y esperanzas de la humanidad o, hablando con menos retórica, de los simples seres humanos que la componen, uno a uno y todos juntos”.
Saramago, Agur eta Ohore
Nota: Os adjunto un enlace al Manifiesto “Por la Izquierda”, redactado por José Saramago, Manuel Vázquez Montalbán y Bernardo Atxaga, con motivo de las elecciones autonómicas, celebradas el 13 de Mayo de 2001.