Hay una propuesta de la Comisión Europea que al coincidir con el conflicto creado por los independentistas catalanes ha quedado prácticamente ignorada, pese a que afecta a gran número de españoles, en especial a los pescadores y a los consumidores de una de las capturas más baratas, la sardina.
Las humildes sardinas, sobre las que Julio Camba escribió hace casi un siglo que cuando escasearan se valorarían como el caviar, lo que quizás ocurra pronto.
El Consejo Internacional para la Exploración Del Mar (ICES) ha aconsejado a la Comisión Europea que se ponga fin a la pesca de la sardina en el Atlántico y el Cantábrico durante los próximos quince años para que se regenere la especie, dada su escasez creciente. En otras aguas quedan sardinas, pero insípidas.
Imaginemos un kilo de sardinas a 8.792 euros, que es lo que cuesta uno de beluga iraní, y crea usted que muchos millonarios los pagarían porque “una sardina, una sola, es todo el mar”, como explicaba hace casi un siglo Camba en “La casa de Lúculo” y recoge en una de sus crónicas Caius Apicius, el gran escritor de cocina contemporáneo.
Añade que Josep Plá definía a esta especie única de pescado clupeiforme como “el mejor pez comestible de todos”.
Están quedándose los mares cercanos sin sardinas y se le presta atención a cosas más desagradables, como el secesionismo catalán, que está saliendo más caro que toda la producción española del pez de este año, unas 8.000 toneladas, y cuyas capturas acaban de prohibirse.
En lonja se pagó hasta a dos euros un kilo, que en las pescaderías caras llegó a los 12, aunque, como confirma el dueño de una de esas “boutiques”, “tengo clientes dispuestos a pagarlas mejor que el caviar”.
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SALAS