Pues mi decepción con el libro de Sasha Grey puede que tenga más aristas de las que debería. Vivimos en un mundo terriblemente machista donde una mujer vinculada al porno arrastra eso con un estigma tan poderoso que se ve abocada o a volver a él o a ser señalada toda la vida como una especie de meretriz. Y la Grey no hizo dos películas bobas con un par de caballeros de los cuales uno era su novio. No: la carrera de esta moza fue fulgurante y aparatosa y cada reto fue seguido por otro más osado. Una no se hace popular en ese mundo por el recato ni por el glamour de las películas. Entonces yo me esperaba que traspasara parte de esa osadía a esa carrera literaria que tanto anticipó. Esperaba no que se desprendiera de todo su pasado (que puede ser un lastre, pero que también lo es en cuanto a repercusión y, ejem, facturación) sino que supiera dejarlo en un prudencial segundo plano. Y no esperaba que La sociedad Juliette fuera un libro referencial, pero esperaba que fuera, al menos, una lectura de una cierta profundidad, esperaba incluso que fuera cargante y pedante y que la chica dejara al lector en medio de una especie de desorientación. Pero no pasa eso: esto es una lectura de lo más ligera, sobre todo para los que somos mayores de edad y ya no nos escandalizamos de demasiadas cosas. Claro que hay sexo descrito con procacidad y sin pelos en la lengua (je), y claro que leemos entre líneas que la chica no ha querido despreciar parte tan importante de su CV. Pero si esta novela me decepciona es porque a) en una especie de reedición de cierto síndrome de San Jorge que tenemos los especímenes masculinos, esperaba que la literatura redimiera a la Grey, que todo ese pasado fuera fuente inagotable (je#2) de experiencias que traspasar al papel (aunque fuera subliminalmente): b) esperaba que tuviera más talento; así, tal como suena, no escribe tan bien como para que una editorial se fijase en ella si no fuera por su background; y c) ya hubiese sido la hostia que alguien proveniente de ese submundo pudiera propinar un zasca al universo hipster, ya hubiese sido demasiado que una escritora de talento surgiera, tan joven, tan lozana y tan desinhibida, cuando estamos demasiado acostumbrados a esa especie de universo con mamparas separadoras que establece que vida intensa en el sentido frívolo y literatura descarnada suelen coincidir solo en casos muy aislados. Por lo cual no es que no recomiende leer este libro: recomiendo leerlo sabiendo muy clarito en qué nos movemos, que es una especie de mezcla de los libros del Club Bilderberg, algunos pasajes de literatura porno, más una pizca de espíritu algo diletante, que es muy notable cuando se empeña en mencionar, venga al cuento o no, los discos, películas y libros que la influyen. Pero eso lo atenaza: es como Sasha Grey si tuviera algo de miedo de que no vaya a tener una nueva oportunidad de publicar, o como si supusiera, como casi es el caso, que los lectores que nos hemos acercado a su primera novela por mera curiosidad, hemos quedado con bastantes pocas ganas de probar con la siguiente.
Pues mi decepción con el libro de Sasha Grey puede que tenga más aristas de las que debería. Vivimos en un mundo terriblemente machista donde una mujer vinculada al porno arrastra eso con un estigma tan poderoso que se ve abocada o a volver a él o a ser señalada toda la vida como una especie de meretriz. Y la Grey no hizo dos películas bobas con un par de caballeros de los cuales uno era su novio. No: la carrera de esta moza fue fulgurante y aparatosa y cada reto fue seguido por otro más osado. Una no se hace popular en ese mundo por el recato ni por el glamour de las películas. Entonces yo me esperaba que traspasara parte de esa osadía a esa carrera literaria que tanto anticipó. Esperaba no que se desprendiera de todo su pasado (que puede ser un lastre, pero que también lo es en cuanto a repercusión y, ejem, facturación) sino que supiera dejarlo en un prudencial segundo plano. Y no esperaba que La sociedad Juliette fuera un libro referencial, pero esperaba que fuera, al menos, una lectura de una cierta profundidad, esperaba incluso que fuera cargante y pedante y que la chica dejara al lector en medio de una especie de desorientación. Pero no pasa eso: esto es una lectura de lo más ligera, sobre todo para los que somos mayores de edad y ya no nos escandalizamos de demasiadas cosas. Claro que hay sexo descrito con procacidad y sin pelos en la lengua (je), y claro que leemos entre líneas que la chica no ha querido despreciar parte tan importante de su CV. Pero si esta novela me decepciona es porque a) en una especie de reedición de cierto síndrome de San Jorge que tenemos los especímenes masculinos, esperaba que la literatura redimiera a la Grey, que todo ese pasado fuera fuente inagotable (je#2) de experiencias que traspasar al papel (aunque fuera subliminalmente): b) esperaba que tuviera más talento; así, tal como suena, no escribe tan bien como para que una editorial se fijase en ella si no fuera por su background; y c) ya hubiese sido la hostia que alguien proveniente de ese submundo pudiera propinar un zasca al universo hipster, ya hubiese sido demasiado que una escritora de talento surgiera, tan joven, tan lozana y tan desinhibida, cuando estamos demasiado acostumbrados a esa especie de universo con mamparas separadoras que establece que vida intensa en el sentido frívolo y literatura descarnada suelen coincidir solo en casos muy aislados. Por lo cual no es que no recomiende leer este libro: recomiendo leerlo sabiendo muy clarito en qué nos movemos, que es una especie de mezcla de los libros del Club Bilderberg, algunos pasajes de literatura porno, más una pizca de espíritu algo diletante, que es muy notable cuando se empeña en mencionar, venga al cuento o no, los discos, películas y libros que la influyen. Pero eso lo atenaza: es como Sasha Grey si tuviera algo de miedo de que no vaya a tener una nueva oportunidad de publicar, o como si supusiera, como casi es el caso, que los lectores que nos hemos acercado a su primera novela por mera curiosidad, hemos quedado con bastantes pocas ganas de probar con la siguiente.