El investigador retiró parte de la sangre que cubría el rostro de una persona, en apariencia muy joven, muerta con varios impactos de revólver. --Debió sufrir mucho…—dijo al auscultar varias partes del cuerpo. Otros hombres jóvenes estaban a su lado, asesinados en similares circunstancias--. Dios mío, ¿cuándo pararán este río de sangre?--, lamentó.
A lo lejos se escuchaba el rumor de la brisa, apacible, como un canto a la vida. Las sombras del sol sobre montañas, matorrales y rocas, comenzaban a proyectarse mientras moría la tarde nostálgica. --Buscaban poder, fortuna y que sus cargamentos de droga no fueran descubiertos. Eso es común ahora entre los narcotraficantes de México que encuentran en rituales satánicos una posible alternativa para no caer en poder de las autoridades, invocando poderes sobrenaturales—declaró el oficial Dayro Ituanar García al referirse al hallazgo de doce personas muertas en un lugar oculto de Cancún, con signos de tortura y algunas, con evidencias de que se les sustrajo el corazón y después se volvió a colocar en la cavidad. Las víctimas forman parte de la cadena de muertes que contabilizan hasta el momento más de setenta víctima en lo corrido del 2010. --Murieron por asfixia y se encontraban atados de pies y manos, con signos de tortura (...) destrozándoles el pecho y el corazón donde fueron marcados con una letra Z--, declaró a la prensa internacional el Fiscal General del estado Quintana Roo, Francisco Alor. En sus declaraciones, que publicaron la BBC y la Agencia Reuter de noticias en su portal de Internet, informó que los carteles de la droga que operan en el sureste mexicano han provocado la muerte de al menos 23.000 personas en los últimos tres años y hay decenas de desaparecidos. Muchos de los crímenes están ligados a prácticas ocultistas. Las personas mueren bajo horrible sufrimiento en ceremonias a Satanás, que se han popularizado entre los narcotraficantes.
Los sacrificios humanos, ¿algo novedoso?
La historia refiere cómo desde antiguas culturas se apreciaba la práctica de sacrificios humanos. Con la muerte se buscaba apaciguar la ira de los dioses o procurar su ayuda sobrenatural en ritos de fertilidad y la agricultura. ¿A quién representaban tales dioses sin que los practicantes lo supieran claramente? A Satanás y sus huestes. Los sacrificios humanos—tal como está documentado por diferentes fuentes-- fueron practicados en las religiones celtas de la edad de bronce y en los rituales relacionados con la adoración de los dioses en Escandinavia. Para los habitantes de la antigua Cartago, enemiga sempiterna de Roma, el asesinato ritualista de infantes recién nacidos, era también una manera de aplacar a sus deidades. En América era común entre los Mayas e Incas, entre otras culturas indígenas. Recientemente se descubrió una ciudadela indígena cerca de la norteña ciudad de Chiclayo, en el Perú. Las ruinas fueron halladas mientras se realizaban trabajos de mantenimiento en el sitio arqueológico de Cerro Pátapo, unos 800 kilómetros al norte de Lima. "Este hallazgo proporciona el eslabón perdido, ya que explica la forma en que el pueblo Wari permitió la continuación de la cultura Moche", dijo César Soriano, jefe del proyecto de restauración, a la agencia de noticias Reuters. Lo más sorprendente es que el hallazgo arqueológico es el descubrimiento de celdas y evidencia de sacrificios humanos. Los restos de las víctimas eran arrojados al océano Pacífico desde acantilados. También encontraron objetos de cerámica, trozos de prendas de vestir y restos bien conservados de una mujer joven. Como se recordará los Wari alcanzaron su máximo desarrollo entre los siglos VI y XI de nuestra era y dominaron los Andes peruanos antes del advenimiento del imperio Inca. Como se podrá apreciar, la práctica de sacrificios de personas no es nada nuevo. En el México prehispánico las muertes rituales se llevaban a cabo principalmente en las fiestas que tenían lugar en cada mes del calendario (18 meses de 20 días cada uno) y que estaban dedicadas a una determinada divinidad. El propósito de estas ceremonias era ejercer influencia en los ciclos de la naturaleza. Después de celebraciones en las que se cantaba y bailaba, se participaba en procesiones, o bien, se realizaban distintos actos de penitencia, como ayunos y punciones; las festividades mensuales alcanzaban su punto culminante en una ceremonia en la que, por lo general, se sacrificaban vidas de personas. Existían también otras formas de sacrificio. En la fiesta Quiauitl eua, algunos niños eran ahogados en honor a la deidad de la lluvia, Tlaloc, y en la fiesta dedicada a la deidad de la tierra se decapitaba a una joven. Hombres vivos, que se encontraban bajo el efecto del yauhtli (tagetes lucida) eran arrojados al fuego en la fiesta dedicada a Xocotl Uetzi. Por su parte en la fiesta Tlacaxipeualiztli se realizaba el llamado sacrificio gladiatorio: el prisionero de guerra, atado con una cuerda a una enorme piedra redonda, perforada en su centro, debía luchar contra los guerreros aztecas. En caso de que el prisionero ofreciera resistencia por un largo rato, podía salvar su vida como premio al valor. Pero en la mayoría de los casos, después de una corta pelea, se desplomaba mal herido y moría cuando el sacerdote le abría el pecho con un cuchillo de obsidiana.Sacrificios rituales hoy, ¿con qué propósito?
México se ha convertido en los últimos años en la meca de los sacrificios humanos a través de los cuales, narcotraficantes y quienes están envueltos en la delincuencia, consideran que alcanzarán poder e invulnerabilidad ante la persecución de las autoridades. Este afianzamiento de prácticas ocultistas avanza de la mano del reverdecer del satanismo en los Estados Unidos y varios países europeos. En las grandes ciudades como el Distrito Federal, Guadalajara y Monterrey, así como en los estados mexicanos de Nuevo León, Tamaulipas y Chihuahua, se documenta la realización de ceremonias para "adquirir poder", rituales que están relacionados con la desaparición de personas. Además de ser sometidas a tortura y muerte, las víctimas son desmembradas y se les extrae el corazón. Los cadáveres son enterrados en propiedades de traficantes de drogas o se les abandona en áreas periféricas y los crímenes se atribuyen simplemente a "ajustes de cuentas entre bandas delincuenciales". A partir de ese momento los expedientes reposan en anaqueles por tiempo indefinido, hasta llegar al vencimiento de términos y se procede a archivarlos, sin darles mayor trascendencia.Del reclutamiento a prácticas ocultistas
El proceso para los futuros participantes en la intrincada organización de satanistas comienza despertando la curiosidad. Una vez captan su interés, se procede a una iniciación informal a través de literatura, películas o música. Posteriormente vienen los estudios del material, concentraciones que generalmente se realizan en lugares discretos. Los practicantes procuran no violar la legislación del país donde operan ni trasgredir normas civiles, lo que permite no llamar la atención sobre sus actividades. La discreción obedece a que el satanismo en América y muchos lugares de Europa no tiene el amparo legal que en los Estados Unidos en donde, al amparo de las leyes, opera la primera Iglesia de Satanás, con sede en San Francisco y que fundara en 1960, Anton Szandor La Vey. Una estrategia que les rinde resultados es la realización de reuniones en grupos pequeños para socializar sus creencias. Pese a su discreción, deben incluir en sus prácticas las invocaciones, beber sangre de animales, utilizar símbolos, hacer juramentos y el infaltable pentagrama invertido –generalmente en el piso--. En algunos casos si es una tradición de satanismo al interior de una familia, llegan a conservar altares en cuartos que permanecen cerrados. Algunas prácticas extremas incluyen abusos sexuales o la ingesta de excreciones corporales, como orina y heces fecales. Las llamadas misas negras son llevadas a cabo en temporadas especiales. Cuando se llega al sacrificio humano, incluye tortura bajo el convencimiento de que entre mayor sufrimiento experimente, se libera energía y los participantes ven transformado ese dolor en mayores poderes sobrenaturales. En el caso específico de México, la actividad floreció y fue denunciada a partir de la década de los noventa y en 1997 autoridades eclesiásticas de ese país, llamaron la atención sobre la utilización de hostias, crucifijos, abusos sexuales y sacrificio de personas, situación que se identificó especialmente en la zona fronteriza con los Estados Unidos.Narcotráfico y satanismo
El mundo recuerda todavía la macabra historia de Jesús Constanzo y Sara Marìa Villarreal, que desafía la credibilidad y por momentos llegó a la frontera de lo inverosímil. Como recordará, la vida de Constanzo estuvo ligada a una pandilla de narcotraficantes que lideró y de quienes se comprobó, hacían todo tipo de ritos de Santería y satánicos para intimidar y deshacerse de su competencia.Desde el rancho de Santa Elena, (ciudad fronteriza de Matamoros, México), Adolfo de Jesús Constanzo y su banda transportaban semanalmente una tonelada de marihuana al país vecino, el lugar no era sólo un centro de distribución de drogas. En 1989 fueron acusados de asesinar a más de una docena de personas durante unos rituales de un culto afro-americano. Habían convertido el rancho en una verdadera casa del terror.
El descubrimiento se produjo tras el hallazgo de restos de marihuana y una pistola durante una requisa rutinaria de la policía. La camioneta pertenecía a un miembro de una banda que, durante el interrogatorio, confesó su pertenencia a una secta de magia negra que utiliza el rancho para realizar sus sacrificios rituales con seres humanos, además del narcotráfico.
Durante el operativo, además de droga, se encontró un caldero de hierro de hedor pestilente de sangre seca, un cerebro humano, colillas de cigarros, licor, armas cortopunzantes, ajos y una tortuga asada. Alrededor de la casa, una fosa común con 12 cadáveres descuartizados, a los que se les había extirpado el corazón y el cerebro. Constanzo estuvo involucrado a la comercialización de drogas, pero también de productos que consideraba con poderes mágicos especiales. Ayudado por Sara Villareal, llegó a prácticas de sacrificios humanos en procura de poder sobrenatural. La joven mujer oficiaba de sacerdotisa satánica y ayudaba en el procesamiento de reclutamiento de miembros de la secta satánica. Tras la detención, los participantes confesaron la existencia de varios centros satanistas clandestinos en varias ciudades de México Pero los sacrificios humanos en la modernidad, no son propios de América únicamente. En otras latitudes como Yaroslavl, a 300 kilómetros de Moscú (Rusia), se documentó la existencia de una secta satánica cuyas acciones dejaron el trágico saldo de tres jóvenes de 17 años y un chico de 16, sacrificados en un extraño rito. La autoría se atribuyó a banda llamada los "Devil", liderados por Nikolai Ogolobyak, a cuyo teléfono móvil habían llamado varios de los jóvenes asesinados, antes de la masacre. Los participantes del culto fueron reclutados a través de música rock que amalgama en sus letras conceptos diabólicos y macabros.