Saturno es un dios de la mitología conocido sobre todo por el cuadro de Goya, en el que aparece devorando a sus hijos. A cambio de ser nombrado rey, se comprometió a no tener hijos para que gobernaran sus sobrinos. Pero pronto descubrió que podría tener hijos y luego devorarlos. De la misma manera, la figura del padre planea a lo largo de Saturno (Jekyll & Jill), pero sin aparecer en ningún momento.
Se trata de un texto breve, de una nouvelle escrita hace tiempo por Eduardon Halfon y que ahora nos llega a los lectores españoles en una cuidada edición numerada. En ella, al igual que hiciera Frank Kafka con su famosa Carta al Padre, Eduardo Halfon nos presenta a un narrador atormentado que se dirige a su progenitor para reprocharle todo el daño que le ha hecho. Sus acusaciones no son baladíes: le culpa no sólo de todo lo malo que ocurre en su vida, sino también le acusa de maltrato físico y psicológico. Asimismo, también le reprocha sus ausencias. Esa dualidad, de padre ausente y maltratador cuando se encuentra en casa, ha marcado el carácter del narrador, obligándole a sacar a la luz sus propios fantasmas como forma de expiación.
Aparte de esta serie de reproches, analiza con detalle los suicidios que se han dado entre los escritores más famosos. De este modo encontramos a Virginia Woolf, Primo Levi, Ernst Hemingway, Silvia Plath, Horacio Quiroga, Alfonsina Storni o Cesare Pavese, entre otros. Todas son vidas más o menos trágicas que se nos narran brevemente y que culminan con la muerte voluntaria por mano del protagonista. A pesar de ello, no se trata tanto de la historia de un suicidio como de un intento de venganza hacia el padre, humillador y censor toda la vida, capaz de recriminarle al protagonista y de apuntarle hasta con un tenedor en la mano.
Se trata de una pequeña joya que se lee con gusto y que al mismo tiempo remueve la conciencia del lector. Muchas de las situaciones del libro serán fácilmente reconocibles por aquellos que han tenido padres severos. La sombra del padre es alargada y, en ocasiones, puede arruinar la vida del hijo, ya sea de forma inconsciente o con toda la intención, lo que resulta (si cabe) aun más aterrador.