Año 79 después del cristo1
El volcan Vesubio entra en erupción enterrando en lava y ceniza a los 10.000 habitantes de Pompeya. Nadie puede evitar la tragedia, nada puede frenar las toneladas de magma y humo ardiente. Mucho sufrimiento, mucha familia rota, mucho cadáver ambiguo que no se sabe si es hombre o mujer porque todos somos iguales cuando nos pasa un volcán por encima2.
Así pero a lo bestia.
Pese al mal rollo, muerte y destrucción Pompeya (como ciudad) salió ganando.
En época romana Pompeya era conocida por ser la capital itálica del olor a meado de gato, tras la erupción, con todos sus habitantes muertos y la ciudad reducida a una ruina humeante nadie tiene huevos de decir algo malo de ella. Todo es “ay con lo bonita que era, si es que no somos nada”.
El emperador Tito visitando la ciudad para dar “un justo reconocimiento a las víctimas de esta tragedia”, señoras muy preocupadas vendiendo pulseritas de cuero para destinar los fondos a ayudar a las víctimas, togas con estampados solidarios hechas por esclavos explotados.
Generaciones enteras de arqueólogos forenses se han graduado gracias a los innumerables cadáveres de época clásica que esperan enterrados en la ciudad.
Arqueólogos haciendo cola para mirar con lupa un cuerpo crujiente, la ciencia arqueoforense reducida a un proceso industrial muy lucrativo; el desastre natural funcionando a pleno rendimiento con dos mil años de retraso.
Una industria muy activa que mueve miles de millones al año y ha creado cientos de empleos indirectos en el sector turístico. Mucho dinero manchado de carne requemada, mucho político tontorrón preguntando a los arqueólogos si al fin descubrieron de qué murió toda esa a gente que fue encontrada enterrada en lava.
Mucho arqueólogo tosiendo disimuladamente, mucho tirar balones fuera hablando sobre el contexto socio-cultural y la importancia de este yacimiento único, mucho citar a Plinio el Viejo en latín clásico para parecer más inteligente.
Nunca una erupción volcánica ayudó tanto a una sociedad decadente.
1El año 0 fue muy complicado, pasaron muchísimas cosas. Por eso se le llama el año del cristo.
2¿Y eso es bueno no? Lo de ser todos iguales, no lo otro.*
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