En febrero os contaba que había cumplido el objetivo que me había propuesto al llegar a Japón, graduarme en una universidad japonesa y obtener un título de Master.
Tras la entrega de la tesis pude disfrutar de un período de vacaciones en la universidad. Me marché de viaje por el sudeste asiático, a modo de aperitivo de lo que vendría después. Recibí con los brazos abiertos los días soleados y el clima tropical, el estilo de vida caótico y desordenado pero al mismo tiempo tranquilo y relajado, el contacto visual y las sonrisas, la sensación de que cada día puede ser una aventura y rutinas, las justas.
Vine a finales de marzo para la ceremonia de graduación en la Universidad de Tsukuba.
Y la correspondiente entrega de diplomas, un premio al esfuerzo que recibí casi entre lágrimas. Sin lugar a dudas, completar mis estudios en una universidad japonesa es uno de los retos personales más complicados que he superado.
Después de la graduación, apenas dispuse de dos días para recoger todas mis cosas del piso de Tsukuba, hacer las maletas y despedirme de mis amigos antes de poner rumbo de nuevo al sudeste asiático para asistir al enlace del compañero ICEX de mi generación en Singapur. Allí me encontré también con mis colegas de Hong Kong y Shanghai y pudimos rememorar viejas historias. Todas las señales indicaban que estaba a punto de volver sobre mis pasos y regresar al destino asignado para mi beca ICEX: Saigón. De una vez por todas.
No negaré que he vivido estas últimas semanas con muchos nervios y he tenido dudas hasta el último momento (de hecho hasta tramité la extensión del visado en Japón por si acaso) pero la decisión era más o menos firme así que sólo me quedaba dar el paso.
Llegó el ansiado momento de volver a Vietnam, pero estoy emocionado por marcharme de Japón. Estos tres últimos años han sido inolvidables y la experiencia será irrepetible. A pesar de las dificultades he disfrutado muchísimo de mi estancia y siempre guardaré un cariño muy especial por este país, por sus gentes, sus paisajes y sus tradiciones. Echaré de menos a mis amigos en Tokio y en Tsukuba, a los que agradezco la amistad a lo largo de estos años y deseo que continúe en la distancia.
Me despido de Japón pero algo me dice que nos volveremos a ver muy pronto. Aparte, aún me faltan por contar algunas historias en el blog.