*Trabajo expuesto en el Instituto Alicia Moreau de Justo, allá por 2008.
“Marechal insistía: -El queno ha escuchado la voz del Río no comprenderá nunca la tristeza de BuenosAires. ¡Es la tristeza del barro que pide un alma!- No pudo continuar, porque se le atragantó una ola dellanto y su cabeza rodó en el pecho de Xul Solar. -El problema no está en el río –empezó a decirScalabrini, el hombre de la talla diminuta-. Si evitamos las tentaciones más omenos líricas y abrimos los ojos... Pero Borges con su mano fofa de molusco le tocó laespalda: -¡Alto ahí!- le dijo- Entiendo que Buenos Aires nos ofrecía unaversión poética –alcohólico –sentimental del Río...¡Yo sostengo que mientes! -¿Qué miento? –gruñó Scalabrini-. ¡Ahora voy a decirlescómo planteo yo el problema de Buenos Aires! No consiguió hacerlo porque OliverioGirando intervino sonoramente implorando: -¡Atájenlo! ¿No ven que ya estáoliendo a Espíritu de la Tierra?¡El muy zorro va a encajarnos otra vez su condenada teoría!”[1]
El citadoepígrafe está obtenido de la extraordinaria novela de Leopoldo Marechaltitulada Adán Buenosayres, donde retrata, con otros nombres, asus excompañeros martinfierristas. La imagen satírica que exponeMarechal refleja una verdadera crítica hacia las posturas de sus compañeros, dueñosde un criollismo urbano de vanguardia[2]. Así, cuando mencionaba a RaúlScalabrini Ortiz, lo personificaba como el petizoBernini un fervorosodiscutidor de teorías nacionalistas que trata de martillar sus ideas a suscompañeros en todo momento, insistentemente, sin éxito. Pero Adán Buenosayres no es una simple novela, porque también retrata el carácterde una época, de una búsqueda de una literatura fundacional, renovadora, es elreflejo de los escritores de Florida. Y la crítica que produce Marechal haciaScalabrini es la de un escritor desencajado de su época, buscando verdades queno le interesan a esos grupos de jóvenes literatos preocupados por la estética. A su vez, tampoco se lospuede unir con los de Boedo, ya que la teoría del Espíritu de la tierra no forma parte de una literatura de izquierda,preocupada por el realismo social. El hombre de Corrientes y Esmeralda yaestaba solo antes de iniciar su recorrido... CuandoBuenos Aires promediaba el ’30, Scalabrini Ortiz era un escritor reconocido,originario de la Florida pero abierto a los distintoscírculos literarios: no faltarán aportes suyos en las revistas Claridad, y posteriormente en Metrópolis; así como también fue asiduocolaborador de La NaciónyEl Hogar, donde desarrolló esa misteriosa teoría metafísica,mientras se convierte en un cronista conocedor de los cien barrios porteños, llegando incluso a reemplazar entre setiembre ynoviembre de 1929, las famosas Aguafuertesporteñas de Arlt en eldiario El Mundo. No obstante, su biblia porteña tan aplaudida y reconocida por el stablishment de entonces llamada Elhombre que está solo y espera, verá la luz recién en 1931, gracias al apoyo y sugerencia de ManuelGleiser que terminó convenciendo a Scalabrini que el Hombre de Corrientes yEsmeralda debía formar parte de un ensayo y no de una novela. La obra, aldecir de Halperín Donghi, parecería reflejar a la Argentina anterior a lahecatombe de 1929 –30, y que su autor aún no había advertido que ya no sería lamisma.[3]Enrealidad, lo que pretende reflejar es un estado de animosidad y ética porteña,que transmite lo puro, lo auténtico del ser nacional. A la síntesis del Espíritu de la tierra, que caracterizaba la conciencia y el ideal delpueblo que Ricardo Rojas lo denominaba laargentinidad,[4]Scalabrini le encontró ubicación: Corrientes y Esmeralda. El hombre que esperaen esa esquina será “el instrumento quepermitirá hincar la viva carne de los hechos actuales, y en la viviseccióndescubrir ese espíritu de la tierra”.[5] La elección de la esquina no fuearbitraria: en los veinte, el sótano del Royal Keller, ubicado bajo esascoordenadas, era una de las sedes más representativas de la vanguardialiteraria; donde se realizaba La Revista Oral en la cual Scalabrini participójunto con otros martinfierristas. Incluso tenía para él, boxeador ensu juventud, un encanto particular, ya que en este lugar se realizaron lasprimeras exhibiciones de boxeo.[6]Entonces este representante del ser nacional, estuvo íntimamente vinculado aesta esquina, lugar donde debatirá su “condenadateoría”. En ese mismolugar, recordará Marechal, “RaúlScalabrini Ortiz (que aún no pensaba en los ferrocarriles argentinos) concebíasu drama filosófico de un Hombre en soledad y esperanza”.[7] Evidentemente, el ensayo sobre elser nacional, era también un testimonio de su vida, y un manifiesto de sufilosofía ético-social. A diferencia de otros ensayos que buscaban al sernacional, como Radiografía de la Pampa de Martínez Estrada, no reflejaba elinevitable tránsito hacia un destino trágico, pero tampoco emprendía labúsqueda de la Argentinainvisible, aquella que fue conformada por una elite aristocrática y criollacomo la que había promovido la fundación de la civilización[8] (talcomo lo había interpretado Mitre)como Historia de una pasión argentina de Eduardo Mallea. De hecho,Scalabrini apela a la unión intrínseca entre el hombre en comunidad apegado asu tierra, formando con ella una entidad común. Esa relación metafísica es labarrera que impidió la penetración de costumbres exóticas, es la forma deexplicar cómo el aluvión inmigratorio no pudo desviar el destino del sernacional. Pero si la obra ofrece, en respuesta a los análisis de laintelectualidad extranjera, una visión interior de la argentinidad, tampoco reniega de la práctica liberal de aquel entoncescomo cree Nicolás Shumway, que califica a la obra de Scalabrini como unareconstrucción de un neotribalismoen oposición al estadoliberal[9]. Loque sí se evidencia es la soledad pronunciada por su autor pero que manifiestala esperanza de encontrar a su receptor, es decir, a un actor social del quetodavía no se ha percatado o no ha entrado en contacto. Por lo tanto, en su primer edición,no aparece explícito el vacío de representatividad política que sufre elargentino, más bien mantiene cierta adhesión a la práctica democrática liberal,en la cual delega su poder en su representante. Es más, para Scalabrini elhombre porteño goza de un instinto político admirable, y es así que “ha impedido que el capital extranjero se ingiriera enel manejo de la función pública, y ha desconceptuado a los hombres quetutelaron su infiltración en el gobierno”.[10] Por entonces, Scalabrini supone que los fracasos gubernamentales y eldescontento es producto puro y exclusivo de la desconexión existente entre ladirigencia nacional y sus representados. Entonces, la caída de Yrigoyen seexplica por su soberbia a la hora de gobernar: “En todos sus actos había un “A mí qué me importa lo que piense laplebe”. Y cayó arrasado por la avalancha de la indignación.Ahora estamos frente a una soberbia peor (en referencia a Uriburu).”[11] Sinembargo, la crisis del treinta, marca un punto de inflexión enla vida de Scalabrini. Su compromiso y el emprendimiento en la búsqueda del sernacional lo llevan al abordaje de una larga experiencia y la misma se va iractualizando en su biblia porteña. Así,entrará en contradicción frente a una intelectualidad que le había abierto losbrazos y habían visto en él, como Eduardo Mallea, a un gran valor de las letrasargentinas[12]. Puespor entonces en Argentina, donde las bases de la cultura elevada fueron tomadasdirectamente de Europa, ahora bajo un período de crisis que la asolaba con laamenaza bolchevique y fascista, se instauraen estas minorías selectas “un horror al vacío” debido al aislamiento queacontece, y a su vez a perder su sustento estructural por parte de los sectoresdominantes. Esta encrucijada cultural persuadió a los intelectuales a asumiruna defensa de los valores que consideraban en peligro mientras apelaban a ciertoresguardo apolítico, como enfatizara Julien Benda.[13]De esta forma y siguiendo la idea de Benda, Scalabrini Ortiz fue catalogado de traidorpor sus pares, ya que emprende en su labor intelectual una comprometedora laborcrítica. Así como el Hombre de Corrientes y Esmeralda era inmune a tendenciasextranjerizantes, Scalabrini Ortiz se declara independiente de toda ideologíaforánea. Este derrotero se inició con un artículo en el diario El Mundoel 13 de julio de 1932 donde afirmará: “Fácil es adosarse a unrégimen social, político y religioso, sea fascismo o comunismo, liberalismo oclericalismo. Fácil es repetir como loro el dogma, la frase ritual, elargumento ya construido, la réplica ingeniosa... (pero) sólo mediante susinceridad, el escritor será lo que debe ser, un conductor, un pastor dehombres perdidos...” . En la cuarta edición de su libro,julio de 1932, agrega: “(Uriburu) pasó lamentablemente, aunque todavía susombra, con lamentables esporos de ideas importados, algunos tratan,desesperadamente, de sacar utilidad personal en el desquicio provocado. Algúndía los gobernadores, escaldados, aprenderán a respetar las terminantes –aunqueno dichas- convicciones del espíritu de la tierra”[14].Al poco tiempo, termina renunciando a la condición de vocalde la Comisión Directiva de la SADE, y publicó una carta donde afirma: “No tengo empleoni lo tendré . Soy opositor, y de mi nuevo libro en que pienso demostrar connúmeros en la mano, que el país ha sido miserablemente vendido al capitalextranjero, más espero persecuciones que premios”[15].Scalabrini consideró que un intelectual no podía estarpendiente de lo que sucede en Europa y mantenerse al margen de la escandalosa década infame La crisis económica iniciada en WallStreet en 1929 sacudió a todo el mundo, y particularmente a aquellas economíasprimordialmente exportadoras como la Argentina. Scalabrini oportunamentecalificó a esta crisis estructural como “el nacimiento de la realidad”. Sulabor de cronista lo hizo entrar en contacto directo con las consecuencias quesuponía esta crisis y fue entonces que comprobó que el problema no era políticosino económico. Se percató de que el hombre de Corrientes y Esmeralda estabasumido en una burbuja como el resto de la sociedad: “Buenos Aires, centro pensantey ejecutivo de la república, contempló el fenómeno con el azoramiento de unniño(...) se había vivido muellemente hipotecando el porvenir, cediendoconcesiones a cambio de prestamos, enajenando la tierra pública y privada, y larueda se había detenido”[16].Así se lanzó a la investigación económica. La crisis social,política, moral y cultural en que estaba hundido el país sólo le resultaexplicable analizando los modos de producción.[17]Fue así que entronca un nacido pensamiento antiimperialista con enseñanzas quehabía tomado al formar parte de la primera agrupación comunista universitaria,Insurrexit, en su juventud. Decididamente Scalabrini dejaba atrás un futuroauspicioso en las letras argentinas, para dedicarse a la investigaciónperiodística, buscando desentrañar los lazos que mantenían atadaa la Argentina a Gran Bretaña. Es que la clase dominantebuscaba regularizar las relaciones comerciales con Gran Bretaña, que muygolpeada por el crack del 29, empezó a recluirse y mantener estrechasrelaciones comerciales con la Commonwealth, a efectos de autosatisfacerse. Definitivamenteesto alteraba el orden económico del país, entonces intentando evitar eldesastre, a fines de 1933 se termina firmando el tratado Roca –Runciman,fortaleciendo la relación bilateral, a expensas de una fuerte dependencia. Elescandaloso tratado alcanzó una fuerte indignación local. La polémica hizo másque aseverar el compromiso político de Scalabrini. En diciembre de 1933,participó en la conspiración planeada por el teniente coronel Pomar y gruposradicales yrigoyenistas, que fuerápidamente sofocada y por lo que debió marchar al exilio. Como consecuencia de la crisis delmodelo agroexportador, se dio un empuje industrial en el país. De esta forma, amediados del ´30 en las principales ciudades, sobre todo en Buenos Aires, seoriginó una acelerada urbanización ensanchando el mercado interno.Mientras quea la par se iba asomando un nuevo actor social huérfano de representatividadpolítica, migrante de las zonas rurales. Frente al vacío político y lanecesidad de plantear una alternativa que no sea replica de ideologíasextranjeras nació (a partir de una defección dentro del partido radical) FORJA;encabezada por Arturo Jauretche, Luis Dellepiane, Homero Manzi y Gabriel delMazo entre otros. Scalabrini tuvo participación activa, pese a no formar parteintegral debido a que no era afiliado al partido radical. “Somos unaArgentina Colonial: queremos ser una Argentina Libre”, era suproclama y su denuncia. “F.O.R.J.A. puso en evidencia lo que Scalabrini Ortizllamaba “la política invisible” y la mano extranjera que manejaba sus hilos.Dio a la política argentina un lenguaje y un método esclarecedor que a su vezhizo coherente el pensamiento nacional y delimitó en dos campos, reales y locales,que las divisiones ideológicas se empeñaban en ocultar”[18].FORJA le sirvió a Scalabrini como forma de difundir susinvestigaciones a través de conferencias y cuadernos, que luego los recopilaríay ampliaría en Política británica en el río de la Plata e Historia de los Ferrocarrilesargentinos. Sin embargo, el alcance de la difusión era limitadoya que los grandes medios informativos simplemente ignoraron su accionarpolítico. No obstante, la relación que entablaba con los receptores mediante ladifusión en lenguaje coloquial y sencillo en las conferencias además de lapropagación de volantes y cuadernos al alcance de los trabajadores sindogmatismos, sirvió para entablar una nueva práctica de relación políticopopular que será asimilada y desplegada posteriormente por el peronismo. En febrero de 1941, salía la séptimaedición del Hombre que está solo y espera sufriendo una serie de modificaciones conrespecto al original de 1931. Sin embargo, Scalabrini Ortiz sostiene en suprologo lo contrario. Luego de sus investigaciones, llegaba a la conclusión queel capital extranjero sólo “subordina y explota[19]”al Espíritude la tierra, no implantaba mejoras y para nada el Hombre deEsmeralda y Corrientes le ofrecería una sobria gratitud por sus aportes, comosostenía en un principio[20].Incluso ya no había lugar en su libro para simpatías hacia personajes queterminaron siendo representantes de Washington para construir elpanamericanismo, como Waldo Frank[21].Decididamente no iba a ser esclavo de sus palabras y por ende, su alter ego ibaa adquirir decididamente una actitud antiimperialista. Scalabrini ya no estabaescribiendo para regodeo de la intelectualidad, sino que se estaba dirigiendo aun nuevo interlocutor, y no formaban parte de ello ni los nacionalistas fascistoidesni tampoco los radicales. Sepuede afirmar que Scalabrini Ortiz es uno de los referentes del revisionismohistórico, aunque no fuera historiador, ni le interesaba serlo. No es válidoasignarle entonces falta de rigor científico a sus libros como critica HalperínDonghi porque simplemente nunca apeló a formar parte de ningún paradigma[22].Tampocose podría decir que no cita a Leninno con el fin de ocultar sus fuentes al momento decaracterizar a la Argentinacomo modelo de semicolonia inglesa[23].como sostiene Halperín, sino porque su pensamiento formado en su juventudcomunista y enriquecido por la experiencia vivida en la década del 30 lollevaron a levantar la bandera del antiimperialismo y proponer salir de suinfluencia. En efecto, a diferencia de lo que sostiene Halperín Donghi, en La Historia de los ferrocarrilesargentinos Scalabrini no sólo reconstruye minuciosamente eldesarrollo financiero y denuncia una práctica de corrupción que al suponer delhistoriador parece común en su contexto y superflua[24],sino que desentraña a través de ello la intima vinculación entre la sociedadpolítica y el capital extranjero:“desde su organización, la República se desenvolvióahogada por la malla de los ferrocarriles extranjeros, cuya nefasta influenciaabarcaba todos los órdenes de la vida nacional y cuya política de represióncontrariaba la natural voluntad de crecimiento y diversificación de lasactividades económicas”[25].Seguramente la respuesta que daría Scalabrini frente a esta crítica sería: “Hay quienes dicenque es patriótico disimular esa lacra fundamental de la patria, que denunciaresa conformidad monstruosa es difundir el desaliento y corroer la ligazónespiritual de los argentinos, que para subsistir requiere el sostén deloptimismo”[26].Tan al margen incluso de la tendencia revisionista general estaba,que a diferencia de los rosistas, defendía su propialínea histórica: Moreno –Rosas –Yrigoyen, reivindicando el carácterrevolucionario del primero y su Plan de Operaciones. De algunaforma, estos eran los referentes principales de la defensa de la soberaníanacional. Nuevamente Scalabrini Ortiz constituye la negaciónde sus contemporáneos: la elite cultural de su tiempo, pues al igual que FORJAdefenderá fervientemente el neutralismo frente a la segunda guerra mundial,manteniéndose a un costado de la disputa ideológica entre los que adherían alos aliados o al Eje. Su razonamiento es sencillo: “la convulsión de Europa nosentreabre una oportunidad para resolver nuestros problemas por nosotros mismos.No esperemos nada de ella, gane quien gane, sino explotación. Dediquemosnuestra inteligencia y nuestro trabajo a resolver, ante todo, el hambre y laangustia de la desesperanzada muchedumbre argentina. En ella caben todas lasvoluntades, todas las religiones, todas las razas. Lo único imposible esescapar al destino histórico en que esa muchedumbre está comprendida. Y por esotoda traición a su destino histórico es una traición a nosotros mismos”[27].Por ese entonces, el Hombre de Corrientes y Esmeralda finalmente habíalocalizado a ese actor social que había emergido a partir del proceso deindustrialización incipiente. Sin lugar a dudas, esa muchedumbrea la que hace referencia representa al Espíritu de la Tierray su aparición en el momento de decadencia del Imperio Británico, hace de elloel momento de transitar hacia un destino histórico: la liberación del estatuto legal delcoloniaje en la que estaban inmersos. Para Scalabrini su biblia porteña erael verdadero sentir testimonial del pueblo emergente. Así emprende una luchainterna dentro de FORJA con el fin de que sea definitivamente independiente delpartido radical. La escisión y alejamiento de algunos de sus miembros es motivode ello. Para los yrigoyenistas, la “nación” estaba identificada con el partidoradical y viceversa, lo que era intolerable para Scalabrini que pretendía queFORJA representase una auténtica renovación, entendía que la “nación” estabacomprendida por aquella muchedumbre. Siguiendo a Hobsbawm, que divide lahistoria de los movimientos nacionales en tres fases[28];Scalabrini a partir de su labor militante, significó uno de los precursores dela “ideanacional” y junto con FORJA diseñaron un estilo de hacerpolítica que fue asimilado y explotado por el peronismo. Pero además,Scalabrini es uno de los responsables de la fase inicial, ya que El hombre que estásolo y espera en un primer momento no tenía ninguna implicaciónpolítica, ya que rediseñaba una suerte de argentinidad ajenade un carácter hispanófilo y ultramontano. Finalmente, la tercera fase sedesarrolla a partir de la labor de Perón, que mediante un programanacionalista, obtiene el apoyo de la muchedumbre. Antes de los sucesos deoctubre de 1945, Scalabrini escribía: “Las revoluciones destinadas amarcar una huella perdurable en la historia presuponen la existencia de dosfactores: primero, un pueblo dotado de una elevada tensión espiritual y de unímpetu de generosidad colindante con el mesianismo, como era el pueblo ruso.Segundo, conductores que estén íntima e inseparablemente imbuidos de eseespíritu, hasta el punto de ser sus interpretes como lo fue Lenin.” Finalmenteparecía que el pueblo había empezado a transitar su destino histórico y alpresenciar a los descamisados aquel 17 de octubre enfatizó: “Era el subsuelo de la patriasublevado. Era el cimiento básico de la Nación que asomaba por primera vez en su toscadesnudez original... Lo que yo había soñado e intuido durante muchos añosestaba allí presente, corpóreo, tenso, multifacetado, pero único en el espírituconjunto. Eran los hombres que están solos y esperan, que iniciaban sustareas de reivindicación. El espíritu de la tierra estaba presente comonunca creí verlo. (...) Yo era uno cualquiera que sabía que era unocualquiera y sin embargo, como un tremendo vendaval, me sacudía el orgullo deestar abriendo el cauce de los tiempos venideros”[29]. Ante este momento histórico tan prometedor, ante esta lucha por la reivindicación de nuestras islas en manos piratas, retomemos lalucha de Scalabrini Ortiz sin partidismo, ni dogmatismo, y sigamos reconstruyendo la nación, recuperemos la lucha por la nacionalización denuestros recursos y de nuestros ferrocarriles. “Dignifiquemos la palabra patria. Dejémosla que en el reposo se empapenuevamente del espíritu de la tierra. El que la enuncie para disimulo de susintereses personales, el que la pronuncie como tapujo de sus conveniencias degremio, de querellas económicas o en simples discordias entre el capital y eltrabajo debe ser condenado a cien tundas en las nalgas”.Firma: El Hombre deCorrientes y Esmeralda. (1898 –1959)Bibliografía
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[1]Extracto adaptado de MARECHAL, L. Adán Buenosayres. Buenos Aires.Sudamericana. 1976. p.188[2] Asílos denomina Beatriz Sarlo en “Vanguardia y criollismo. La aventura de MartínFierro”, en ALTAMIRANO, C. –SARLO, B. Ensayos Argentinos. Buenos Aires.CEAL. 1983. p.159.[3]HALPERIN DONGHI, T. La República Imposible. Buenos Aires. Ariel. p. 223.[4]ROJAS, R. La Argentinidad. Buenos Aires. La Facultad. 1916. p. 7.[5]SCALABRINI ORTIZ, R. El hombre que está solo y espera. Buenos Aires. Manuel Gleiser. 1931. [6]SAÍTTA, S. “Ciudades escritas: mapas urbanos en la literatura y el periodismo”en KORN, F. –ROMERO, L. A. (comp.) Buenos Aires /Entreguerras .BuenosAires. Alianza. 2006. p. 223.[7]MARECHAL, L. Historia de la calle Corrientes. Buenos Aires. Arrabal. p.12.[8] “Esesigno argentino, esa exaltación severa de la vida que llevaban en sí como unsacramento estos hombres interiores a quienes había podido observar en lossitios más inesperados del país, lo había yo reconocido en la faz humana dealgunos de nuestros hombres cimeros...” MALLEA, E. Historia de unapasión argentina. Buenos Aires. Sudamericana. 1995. p.92.[9]SHUMWAY, N. La imaginación tribal: Raúl Scalabrini Ortiz y su reconstrucciónde la tribu argentina que nunca fue. San Pablo. Cuadernos de Recienvenido/5, Universidad de Sao Paulo. 1997. p. 24.[10]SCALABRINI ORTIZ, R. Op. Cit. p. 89.[11]SCALABRINI ORTIZ, R. Op. Cit. p. 93.[12] RenéOrsi recordaba en su libro una anécdota en la cual Eduardo Mallea (director delsuplemento literario de La Nación) decía de él: “¿Qué es de la vida de Raúl? ¡Quélástima! Las letras argentinas han perdido un gran valor”, haciendo claraalusión a su militancia en FORJA. ORSI, R. Jauretche y Scalabrini Ortiz. BuenosAires. Peña Lillo. 1985. p. 35.[13] BENDA, J. La traición de losintelectuales. Buenos Aires. Efecé. 1974.[14]SCALABRINI ORTIZ, R. El hombre que está solo y espera. Buenos Aires.Biblos. 2005. p. 93.[15] Claridad,N° 142. Buenos Aires. 29 de abril de 1933.[16]SCALABRINI ORTIZ, R. Política británica en el Río de la Plata. Barcelona.Sol90. 2001. p. 17.[17]GALASSO, N. Raúl Scalabrini Ortiz y la lucha contra la dominación inglesa.Buenos Aires. Edic. del Pensamiento Nacional. 1985. p. 22.[18]JAURETCHE, A. Forja y la década infame. Buenos Aires. Peña Lillo. 1984 .p. 82.[19]SCALABRINI ORTIZ, R. El hombre que está solo y espera. Buenos Aires.Reconquista. 1941. p. 88.[20]SCALABRINI ORTIZ, R. El hombre... Buenos Aires. Manuel Gleiser. 1931. p. 89.[21]SCALABRINI ORTIZ, R. El hombre... Buenos Aires. Manuel Gleiser. 1931. p. 139.[22]Entendiendo paradigma tal como lo define el ya clásico libro de KUHN,T. La estructura de las revolucionescientíficas. Buenos Aires. FCE. 1996.[23] LENIN.El Imperialismo, fase superior del Capitalismo. Buenos Aires. Quadrata.2006. p. 82.[24]HALPERÍN DONGHI, T. El revisionismo histórico argentino como visióndecadentista de la historia nacional. Buenos Aires. Siglo XXI. 2005. pp. 26–28.[25]SCALABRINI ORTIZ. Historia de los ferrocarriles argentinos. BuenosAires. Lancelot. 2006. p. 29.[26]SCALABRINI ORTIZ. Política británica... p. 7.[27]“Estrategia internacional británica y la República Argentina”en SCALABRINI ORTIZ, R. Yrigoyen y Perón. Buenos Aires. Plus Ultra.1972. pp. 71 –99.[28]Aunque el autor se centra en esta división sobre la Europa decimonónica, lacaracterización que ofrece es pertinente por el grado de aceleraciónnacionalista que sufrió la Argentina a partir de 1930. HOBSBAWM, E. Naciones y nacionalismodesde 1780. Barcelona. Crítica. 2004. p. 20.[29] Citado en GALASSO, N. Op.Cit. pp. 80 –83.
Más data de la buena:http://www.elortiba.org/sortiz.htmlhttp://www.eldiadegualeguaychu.com.ar/dia-del-nacimiento-de-raul-scalabrini-ortiz/http://www.asterionxxi.com.ar/numero3/scalabriniortiz.htm