Olympia termina el instituto y, como buenos yanquis, hacen sus fiestas de adolescentes en grandes casas, beben alcohol y fuman marihuana. ¡Más macarras que Dylan McKay! Y comienza el horror... Todo esto mezclado con los flashbacks que nos cuentan qué le pasó a Joan de jovencita (por cierto, una actriz que no se parece ni en el blanco del ojo a la adulta Joan).
Como todo esto nos suena bastante, el único tirón que le sacan a la peli es que está íntegramente rodada en 3D de alta definición. Pero visualmente tampoco es ninguna maravilla y, desde mi ignorancia, pienso que la fotografía la hubiera hecho mejor mi hámster con dos flexos y una linterna. No sé si el director de esta película, Jed Weintrob, se emocionó demasiado con el 3D y pensó que la sangre y el dolor bastaban para que la gente viera Scar 3D. ¿Para qué me voy a molestar en hacer un guión original o personajes con peso si los espectadores lo van a flipar con la última tecnología?, debió pensar Weintrob.
No puedo ni debo decir más, cuando algo es malo y cojea por todas partes no hay por qué ensañarse. Si se os pasa por la cabeza ver esta película pensad que vais a disfrutar más con cualquier vídeo de un japonés cantando en el YouTube.
JOSEPHINE