La extorsión de Sergio Schoklender, en principio, resultó eficaz. El síntoma más palpable de eso es que el gobierno intenta lo imposible: tomar distancia de Madres de Plaza de Mayo. El gran bocón del oficialismo, Aníbal Fernández, dice ahora que la empresa constructora -fraudulenta y corrompida- en que se ha transformado la entidad de Hebe de Bonafini debe arreglar "internamente" sus asuntos y que el gobierno no volverá a darle dinero. El problema es que "sus asuntos" consisten en una enorme estafa con dineros públicos y, según denuncia Schoklender, involucran a los servicios de inteligencia del Estado. Esa sociedad entre Madres y la Side es, entre otras cosas, lo que ha estallado por el escándalo.
Dice Schoklender que el hombre enviado por Aníbal Fernández para que guardara silencio es un agente de la Side: Fernando Poncino. La versión resulta creíble porque Poncino es íntimo de Miguel Núñez, ex portavoz de Cristina Kirchner cuando ella era senadora. Poncino conoció a la actual Presidenta en 2003, cuando él se dedicaba a espiar a los legisladores y Néstor Kirchner ya era jefe del Ejecutivo. En esa época empezó la carrera de Poncino en el círculo K hasta convertirse en lo que es hoy: una de las piezas clave de la Casa Rosada en la estructura de la Side.
Poncino también es asesor de Nilda Garré desde los tiempos en que la hoy titular de Seguridad era viceministra del Interior en el gobierno de Fernando de la Rúa, y colaboró con Jaime Stiusso (véase Prensa Obrera Nº 1.189) en el armado judicial que quiso involucrar a Irán con el atentado a la Amia.
Director periodístico
En estos días, Poncino tiene una tarea de importancia mayor: es el "director periodístico", por cuenta de la Side y del gobierno, de "6,7,8" y de otros programas y medios oficialistas. La calidad de esos programas habla de la calidad de su orientador.
Ese es el tipo que, según explicó Schoklender con lujo de detalles, le dijo: "Quedate tranquilo, no te preocupés que Aníbal no se olvida de los amigos... No insistás en que te indaguen, después del 23 de octubre el caso se pincha".
La cuestión, además, toma otra entidad porque, en el circo parlamentario que lo tuvo de protagonista, Schoklender se negaba a develar el nombre de Poncino, hasta que, cuando lo apuraron, dijo: "No me acuerdo, pero es público, es el que aparece en la foto del balcón" (publicada por La Nación el 24 de julio).
"La foto del balcón" fue tomada cuando la Guardia de Infantería desalojó, por orden de Nilda Garré, la obra que Madres construía en Castañares y General Paz. Con sus obreros en huelga por salarios impagos, parte de los edificios fue ocupada por un grupo de personas sin techo. Garré mandó a la infantería y, en medio del procedimiento, Poncino apareció en un balcón con matones de la Uocra. Como se ve, el hombre dirige los medios K y es el puente -cuesta y hasta resulta doloroso decirlo- entre la Side y ese carnaval fúnebre en que la cooptación política ha convertido a las Madres de Plaza de Mayo.
Por esos días de julio, conviene recordar, en medio del escándalo, Mauricio Macri le giraba casi 10 millones de pesos a la Fundación Madres.
Ahora, Fernández quiere despegar al gobierno nacional de toda esta porquería. Es imposible: ¿Cómo le rebate al extorsionador Schoklender la denuncia de que el Ministerio de Planificación, conducido por Julio De Vido, tenía oficinas en la fundación, y que el secretario de Obras Públicas, Abel Fatala, iba a Madres dos veces por semana?
En definitiva, el manejo fraudulento de casi 800 millones de pesos ha destapado una olla maloliente, que tiene todo lo que se necesita: organizaciones sociales cooptadas, un Estado corrompido y hasta un juez, Norberto Oyarbide, que habla todos los días con el jefe de gabinete. Nada novedoso, aunque se debe señalar la obra más trágica del kirchnerismo: haber hundido a las Madres de Plaza de Mayo, nada menos, en semejante sumidero.
Alejandro Guerrero