Los scones son panecillos redondos (también puedes ser triangulares o cuadrados) y se suelen tomar en el desayuno o con el té. De origen británico y concretamente de Escocia. El consumo se traslada a otros países que fueron colonias británicas.
La receta es muy sencilla pero que hay que tener varios puntos en cuenta en la elaboración. Se trata del secreto de una textura crujiente por fuera y una miga que se deshace en su interior. Vamos a ellos.
225 gr de harina de trigo4 cucharaditas de levadura en polvo90 gr de mantequilla muy fría sin sal1 cucharada de azúcar glass70 ml de leche1 huevoUna pizca de sal
- Lo primero que haremos será tamizar todos los ingredientes secos (harina, levadura, azúcar y la sal).
- Añadimos la mantequilla en cubitos. Se trata de integrarla con la punta de los dedos y no amasar. El resultado será como de una arena gruesa o migas.
- En otro bol mezclamos el huevo y la leche.
- Hacemos un hueco en la harina y vamos incorporando poco a poco hasta que se absorba todo el líquido.
- Llevamos a una superficie plana y amasamos (apretar) un poco hasta obtener una bola.
- Estiramos y cubrimos con un film y llevamos a la nevera por 30 minutos.
- Pasado el tiempo estiramos hasta obtener unos 2 centímetros de grosos y cortamos en círculos.
- Depositamos en una bandeja de horno precalentado a 200º.
- Pintamos la superficie con leche y tendremos al horno por 12 minutos.
- Sacamos y dejamos que estén templados para servir.