Eso sí, más que las tradicionales recetas de scones con muchas grasas (cremas, mantecas y leches), prefiero las versiones más ligeras o con ingredientes menos ortodoxos (aquí pueden ver mis Scones salados de avena). Por eso, apenas descubrí la receta que inspiró a mi propuesta de hoy (mi preparación se basa en una receta del cocinero Pedro Lambertini) supe que quería probarla. Le hice algunos cambios a mi gusto y me apuré a realizarla porque tenía la corazonada de que gustaría mucho. Y así fue: En un ratito no quedaron ni las migas...
Entonces, si me acompañan, hoy nos damos una vuelta por Escocia y disfrutamos de una versión de scones (triangulares: "bannock") menos tradicional, pero llena de sabor.
Aquí, la lista de ingredientes para alegrarnos la tarde (de domingo lluvioso o de jueves soleado; da lo mismo porque, si la prueban, buscarán excusas para cocinarla en cualquier momento) con esta riquísima receta.
En la procesadora colocá 2 y 1/2 tazas (400 gramos) de harina integral fina junto con 1 taza (100 gramos) de copos de avena (o avena en copos), una pizca de sal, 2 cucharaditas de polvo para hornear, 1 taza (150 gramos) de azúcar integral y 120 gramos de manteca fría.
Procesá hasta obtener un arenado. Aparte, batí 2 huevos (de campo o pastoriles) con 5 cucharadas de leche (descremada). Incorporá esta mezcla al arenado hasta integrarla bien.
Volcá la preparación obtenida en un bol. Con la ayuda de un cornet (espátula de panadería/pastelería) o con las yemas de los dedos (para darle la menor cantidad de calor posible), integrala hasta formar una masa. Entonces, añadí 2 cucharadas (10 gramos) de semillas de amapola y 100 gramos de peras secas picadas.
Luego, sobre la mesa enharinada, estirá la masa con palote/rodillo, dejándola de unos 2 centímetros de alto (yo, como siempre, y porque es un gusto personal, dejé los scones más delgados). Sirviéndote de un cuchillo, cortá los triángulos (o círculos con cortante, o rectángulos con cuchillo o cortante...) de un tamaño interesante (vale decir, que no sean muy pequeños Jejeje).
Por último, disponé los scones sobre una placa enmantecada (no es necesario que dejes mucho espacio entre ellos porque no van a leudar demasiado), pintalos con leche y espolvorealos con azúcar común (o impalpable).
Cocinalos en horno precalentado a 160-170° C por unos 30-35 minutos o hasta que se doren.
Algunas recomendaciones y observaciones finales: Si la masa queda muy seca al momento de unirla, añadí algunas cucharadas más de leche; por el contrario, si queda muy chirle (no puede manejarse y se pega en todos lados) agregá algo más de harina.
Las peras secas pueden reemplazarse por cualquier otra fruta seca de tu preferencia (mango, ananá, banana, cerezas, frutillas, arándanos, bayas de Goji, kiwi, papaya, pasas rubias o negras...), nueces o chispas de chocolate.
Las semillas de amapola pueden eliminarse de la receta si querés darles scones a los más chiquitos de la casa o reemplazarlas por semillas de sésamo, calabaza, lino...
La manteca/mantequilla puede reemplazarse por aceite neutro o aceite de coco (serían unas 3 y 1/2 cucharadas soperas de aceite).
Si no se animan a realizar una masa 100% integral, pueden reemplazar 1/3 de la cantidad total de harina integral por harina común o de pastelería.
Esta receta es una de esas preparaciones básicas, nada complicadas, que pueden sacarnos de más de un apuro con una propuesta saludable a la vez que muy sabrosa.
Unos scones algo rústicos, bastante húmedos y sabrosos estarán esperándote al final del camino que bien habrá valido la pena recorrer porque son fáciles, rápidos de realizar (incluso, casi no nos ensuciamos las manos) e ideales para disfrutar del té de la tarde con amigas, solos o acompañados con queso crema o alguna mermelada casera.
Espero que les guste mi propuesta y la prueban con las variantes que se les ocurran. Verán que esta receta se convertirá en uno de sus caballitos de batalla para preparar en cualquier momento por su rapidez y el resultado obtenido.
Antes de despedirme, quiero recordarles que mañana se celebra en todo el mundo el Día de la Revolución Alimentaria (Food Revolution Day), una ocasión importante para difundir la relevancia y los beneficios de cocinar desde cero con buenos ingredientes, demostrando así que la comida casera no sólo es fresca y deliciosa sino que, además, es muy saludable. Este año, el objetivo principal es entusiasmar e involucrar a los niños con los alimentos: lo que comen, su procedencia y lo que verdaderamente los alimenta (en contra de lo que constantemente la publicidad y la comodidad los impulsa a comer). Como adultos, nuestra responsabilidad está puesta en asegurarles el conocimiento y las técnicas para que coman con calidad desde temprana edad, logrando hacer de ellos adultos preparados, conscientes y sanos.
No podemos dejar de tener en cuenta que el 65% de la población mundial vive en países donde las enfermedades relacionadas con la obesidad matan más gente que el hambre (tema, por cierto, que no es para tomar a la ligera tampoco; está claro...). En las últimas tres décadas, las tasas de obesidad mundial se duplicaron en adultos y triplicaron en niños. Así, en todo el mundo, más de 43 millones de niños menores de cinco años son obesos o tienen sobrepeso. Por ello, de seguir por este camino, la próxima generación de pequeños tendrá vidas más cortas que las de sus propios padres (lo cual, ya de por sí, suena a una locura, puesto que cada vez se habla de mayores expectativas del promedio de vida)...
Por eso, aquí van algunos buenos consejos (tómenlos o déjenlos) para comer mejor, informarnos más sobre lo que nos llevamos a la boca y educar a nuestros hijos sobre lo que nos alimenta verdaderamente.
Ahora sí... ¡Hasta la próxima! Que tengan una excelente semana, experimenten en la cocina, coman sano y sean muy felices.
Para saber más sobre el Food Revolution Day y sus actividades, miren aquí.
Agunos de los Consejos para alimentarte mejor están inspirados en el trabajo de Michael Pollan: "Saber comer: 64 reglas básicas para aprender a comer bien".