Estrenada aquí con considerable retraso y una distribución que deja mucho que desear, la película adapta los seis tomos en casi dos horas de metraje, para lo cual cuenta con un ritmo trepidante. Éste sería el aspecto más destacable del filme: su acelerado montaje puede presumir de originales transiciones, logrando una narrativa ágil y nada confusa que permite trasladar la frescura del cómic a la gran pantalla (también facilita la fluidez de la película que se prescinda de los desvaríos presentes en los tomos finales de la obra original.).
Tras la cámara se encuentra el británico Edgar Wright (responsable de Shaun of the Dead y Hot Fuzz), quien también colabora en el guión y firma una película muy divertida, que entretiene en todo momento y en cuya realización se aprecia la clara influencia del mundo de los videojuegos (véase la dinámica de los combates en que se ve inmerso Scott).
Todos los elementos contribuyen a incrementar la diversión y provocar carcajadas en los espectadores: desde la mencionada acertada dirección a la música estridente de Sex-Bob-Omb, pasando por las incontables bromas y juegos de palabras presentes en el guión.
El reparto es otro de los grandes atractivos del filme, pues las caracterizaciones de todos los personajes están verdaderamente logradas: Anna Kendrick (una de las sorpresas de Up in the Air) como Stacey Pilgrim, Jason Schwartzman en la piel de Gideon, Mary Elizabeth Winstead (la hija de John McClane o la animadora abandonada a su suerte en Death Proof) interpretando a Ramona o sobre todo Michael Cera dando vida a nuestro héroe, papel que le viene como anillo al dedo; además de las breves intervenciones de Chris Evans, Brandon Routh y Thomas Jane.
Digna adaptación del cómic, Scott Pilgrim vs. the World hace justicia al original al ofrecer a los espectadores grandes dosis de diversión y bromas a la vez que nos cuenta las desventuras del bueno de Scott. Una comedia épica.