Después de la Cuaresma, al llegar el domingo de Resurrección y con la llegada del buen tiempo, se abre la veda del maltrato animal, en especial del toro, encierros, toro embolado, ensogado y otras formas de tortura, se desparraman por nuestra piel de toro (que ironía llamar así a España) Este domingo han sido en Jaén y Los Barrios (Cádiz) pero pronto vendrán, sobre todo coincidiendo con la festividad de San Juan, nuevos festejos en pueblos que parece que sus gentes se transforman en fieras ávidas de sangre. Se escudan en la tradición como motivo de continuar tamaña barbaridad, afortunadamente hemos roto en este país con muchas tradiciones seculares, sino hoy en día tendríamos la pena de muerte ejecutada en garrote vil, solo por poner un ejemplo de costumbres bárbaras, ya abolidas afortunadamente. A continuación os expongo algunos ejemplos de poblaciones a las que a su pesar, no se las recuerda por sus bellos parajes o conjuntos monumentales, sino por sus festejos bárbaros y sanguinarios, peor para ellos.Toro de la Vega, en Tordesillas (Valladolid). Decenas de lanceros a caballo persiguen al toro y lo lancean hasta la muerte. Este acto atroz y medieval está calificado como Fiesta de Interés Turístico Nacional y es financiado con dinero público, a pesar de vulnerar la Declaración Universal de los Derechos Animales dictada por la Organización de las Naciones Unidas.
Toro de San Juan, en Coria (Cáceres). En Coria se suelta al toro, que deambula por el pueblo durante horas recibiendo dardos desde las cerbatanas de los vecinos; cualquiera que quiera tirarle es bien recibido. Este animal recibe dardos en todo su cuerpo, incluyendo ojos, orificios nasales y morro. Después de una tortura de que dura horas en las que el toro trata de huir de unos y otros, cuando cae por agotamiento le pegan un tiro en la testuz y le cortan los testículos.
El toro júbilo en Medinaceli (Soria). Esta fiesta se celebra cada segundo sábado del mes de Noviembre en la villa de Medinaceli. Primero se saca al animal enmaromado hasta que se consigue amarrarlo a una estaca o poste; entonces se le coloca en la testuz un armazón a modo de cuernos, donde se colocan dos bolas elaboradas con estopa, aguarrás y azufre, a las que se prende fuego con una antorcha. Para evitar que el animal sufra quemaduras, se le unta la piel de barro. La "diversión" consiste en tentar al toro hasta que se apagan las bolas.
Fuente: ecomaltratoanimal.blogspot.com