Se acaba el tiempo
Publicado el 28 noviembre 2011 por Carmentxu
El tiempo se echa encima como una losa. Los domingos a última hora de la tarde esta afirmación se convierte en una verdad inexorable y no vale parar los relojes de toda la casa, es peor. Lo he intentado, pero siempre queda alguno olvidado, chivato, tic-tac, tic-tac. Imparable, cruel con unos, irónico con otros y burlón siempre para aquellos que todavía creen que está de su parte… No voy a ponerme a hablar sobre el tiempo: no tengo alma de filósofa ni tiempo para hacerlo. Tampoco enviaré mis tropas a luchar en una guerra perdida de antemano.
En medio de la incerteza, nos sentamos perplejos delante de la vida y hacemos zapping mientras abrimos una bolsa de palomitas dispuestos a ver qué ocurre, a que nos sorprendan. Pero a veces no ocurre nada y es sólo una pérdida de tiempo. Una más. Y no hay vuelta atrás, sólo huida o lento caminar hacia delante. Pero resulta que los mercados, los banqueros, aquellos que dan las órdenes de comprar y vender a gran escala desde el anonimato no saben de tiempos ni de compartimentaciones en minutos, horas o días, da igual. Mientras, mientras saboreamos nuestras palomitas, nos empeñamos en cronometrar cada paso aunque la realidad se burle una vez más sin atender a marcas horarias. El hombre es el único animal que se empeña en seguir relojes de cuarzo hasta acabar siendo su prisionero, perdido ya el instinto. Dicen aquellos que bien le conocen que Rajoy es un gran gestor del tiempo. No se impacienta, no le entran las prisas y por eso precisamente, dicen, calla, a la espera del mejor momento. Hace ya una semana que ganó las elecciones y sigue taciturno, escondido, gestionando tiempos de reunión con banqueros, hasta casi desaparecer de las primeras páginas de los diarios.
Pero esperar, cuando otros han decidido por tí que el tiempo se acaba y que esto no es ya otra cosa que un rodar cuesta abajo, no parece la solución. Ni los hombres, ni los monstruos de nuestras pesadillas esperan ya a nada. La naturaleza tampoco.