Revista Opinión

¿Se acabaron los días de vino y rosas en el mundo de la política?

Publicado el 16 septiembre 2016 por Msnoferini

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Las noticias que día sí y día también aparecen en los medios nos demuestran, en referencia a esa casta hasta no hace mucho intocable que hizo de la política su lucrativa forma de vida, lo débil que es la carne y como todos los partidos, en mayor en menor grado, acabaron sucumbiendo ante la tentación de hacer caja favoreciendo a amiguetes y financiadores de sus caras campañas electorales.

¿Cómo negarme a ayudar o favorecer a quienes con tanto dinero y esfuerzo permitieron que nuestro partido llegase a los más alto y que tal vez pueda asegurarme una plácida jubilación cuando abandone la política?  ¿Quién iba a notar unos cientos de miles de euros menos desviados aquí y allá? ¿Cómo negarme a aceptar regalos de este buen amigo del partido y hacerle este feo? ¿Por qué debería renunciar yo a mi cargo o sillón si de lo que se me acusa era algo tan habitual en el funcionamiento de los partidos, para tener casi el rango de norma, y yo soy uno más de tantos que lo hicieron antes que yo, y muchos de esos otros compañeros son tratados con todo tipo de honores dentro y fuera del partido?

A buen seguro que no son pocos los “imputados”, o mejor dicho los investigados –no sea que se nos ofendan los aludidos-,  que se habrán hecho estas preguntas y muchas otras.

El consentir que la política pueda convertirse en profesión es un peligroso error, en este mundo de intereses donde es tanto el dinero en juego ante cualquier decisión política o administrativa. El tiempo a dedicar trabajando en la política institucional debería estar limitado, y al poner fin a dicho servicio los cargos salientes deberían reemprender sus vidas profesionales allí donde las dejaron llevándose consigo simplemente la satisfacción del trabajo bien hecho y el agradecimiento de sus conciudadanos por el tiempo dedicado, pero desgraciadamente esto no es así y dudo de que en el futuro sea muy diferente.

Y si pensamos que todo se puede solucionar con medidas como las aprobadas en este país en materia de transparencia, buscando con ellas una buena forma de disuadir a quienes busquen el provecho propio y poner freno a esta fiesta continua al enriquecimiento ilícito, decir que estas siguen sin ser la adecuadas para permitir que cualquier ciudadano tenga conocimiento como se hacen las cosas y el porqué de ellas. Sin olvidar la nefasta separación de poderes con la que cuenta nuestra democracia, y lo que puede suponer el tener ciertos cargos de las altas instancias del poder judicial al servicio del poder ejecutivo y de quienes lo controlan.

Por lo tanto es probable que por mucho que pase el tiempo, cambien las personas, surjan nuevos partidos y otros desaparezcan o simplemente muten o cambien de nombre, aparezcan nuevos gurús o iluminados defendiendo otras formas de hacer las cosas, se hagan nuevas leyes para supuestamente poner solución a algunos de los endémicos problemas que nos aquejan, todo siga igual. “Esos días de vino y rosas”, en que hasta el más tonto podía llegar bien lejos –incluso si una extraña conjunción planetaria lo favorecía a presidente del gobierno- y enriquecerse, volverán, si es que llegaron a desaparecer. Quizás los buenos tiempos en los que la ciudadanía podía ver mejorar su estatus en base al esfuerzo y al trabajo honrado hayan pasado pero para “la casta” política las cosas seguirán como siempre.

No suelo ser una persona excesivamente optimista, y en lo referente a la política mucho menos –como deja en evidencia este escrito-, porque el tiempo y el conocimiento de los intereses que se mueven en este mundo y de la especie humana no me da motivos para serlo. Sólo confío en que como mínimo sepamos estar más unidos en la lucha diaria y que aprendamos a ser más solidarios, porque sólo así podremos sobrevivir.

MSNoferini


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