Se acabó el Mundial de 2010

Publicado el 12 julio 2010 por Unoodostoques
Publicado originalmente en DonBalon.com La última postal que os mando es la que muchos tenían la ilusión de leer, es en la que cuento que España vuela hacia Madrid con la Copa del Mundo en el avión y después de romper una especie de maleficio que parecía seguir al combinado nacional casi desde que el fútbol es fútbol. Vale que esta ha sido la primera final que España ha jugado, con un balance a nivel histórico menor que, sin ir más lejos, Holanda (tercera vez que llegan a una final y tercera vez que se vuelven a casa como subcampeones) pero han sido tantos los episodios en los que la selección se ha vuelto a casa de una manera... digamos inmerecida o prematura, que parecía que el fútbol tenía una deuda pendiente con España. Ayer se saldó, aunque alguno piense que ‘sólo en parte’ (va, carpe diem, amigos) en un partido que tenía que ser así. No me hubiera parecido bien que España se hubiera paseado, bueno, muchos habrían sufrido menos, pero este es el estilo de España, más allá del ‘posesión + progresión’ que calificó la UEFA hace dos años. Creo que muchos se sienten más cómodos con el ansia de ver que ‘sólo faltaba un pelo’ en casi todas las jugadas de ataque.  El primer Mundial de España, la primera estrella en la camiseta roja de la selección tenía que ser lo más parecido a un (largo) parto deportivo: sufrimiento y dolor (por las patadas, vamos) hasta llegar a una alegría indescriptible. Pero la final dejó imágenes, instantáneas, de esas que he querido llevaros a lo largo de este mes. Lo primero, el recuerdo por los que no están: Puerta y Jarque. Fueron Ramos e Iniesta los que se encargaros de hacerles partícipes de la fiesta estén dónde estén. Ese detalle es el más humano que se ha visto en el Mundial. Me resultó también simpático que Villa y Busquets se acordaran de los equipos de sus pueblos. Es importante recordar que en medio de este fútbol recontraprofesionalizado, todo nace de ahí, de pequeños equipos que han formado a los campeones. No os he escrito de las retransmisiones televisivas porque me las quería guardar para la final (hombre de fe). Lo de Camacho celebrando los goles ha sido casi tan humano como lo de Puerta y Jarque. El de Cieza ha sido el representante de millones de aficionados en Sudáfrica gracias a su raza y a su cuestionable (?) parcialidad. Me confieso gran admirador de los narradores/comentaristas imparciales y sosegados, pero hay que reconocer que comentaristas así, quizás no te nutran tanto a nivel futbolísitico, pero sí que te hace sentir más partícipe y sobre todo más cerca de lo que ves por televisión. Pero la foto que creo que quedará marcada a fuego en la memoria colectiva fue ‘la celebración’ entre Iker Casillas, portero y capitán del equipo campeón, y Sara Carbonero, periodista y pareja sentimental del meta. El guardameta madridista en un pasional impulso se alejó de esa imagen sobria que suele mostrar, y dejó a la reportera sin palabras, teniendo que devolver la conexión. Tanto se había hablado de ellos, que se merecían ese momento. Y estoy seguro de que ha nadie le molestó... y que incluso alguno en su casa o en la calle lo recreó en más de una ocasión. El fútbol es humano y no hay nada más humano que el amor. Así cierro mi última correspondencia con vosotros. Ha sido un auténtico placer contaros la cara b del Mundial, el Mundial africano, el Mundial de Maradona, del pulpo Paul, de Larissa Riquelme, de Casillas, Iniesta, Llorente, Villa y Del Bosque. El Mundial de Forlán, de Müller, de los cuestionados MVP de Cristiano Ronaldo, el de Shakira, el de la toalla de Puyol, el del penalty de Abreu, el del autogol de Felipe Melo, el del no gol de Lampard, el del jersey de Löw, el de las patadas de Van Bommel, el de Bielsa y Martino, el del gol de Tshabalala, el de Gyan y el de Ayew. El Mundial de las decepción de Italia y el del motín de Evra, el de Robben y Sneijder, el del ‘Chicharito’, el del ‘enfado’ de Cesc y el no pase de Pedrito a Torres, el de Enyama y Shittu, el de las lesiones de última hora y el de tantas y tantas cosas que he querido compartir con vosotros. Volvemos a casa... con los deberes cumplidos.