Ayer, el precio del oro experimentó una caída de 9%, cerrando en 1,360 dólares por onza. Entre la caída de ayer y la del viernes, el precio del oro ha retrocedido más de 200 dólares por onza. Después de alcanzar un máximo histórico de 1,900 dólares en septiembre del 2011, el oro se había mantenido en un rango entre 1,500 y 1,800 dólares, pero con el desplome de los últimos dos días, el metal ha perdido casi 30% de su valor con respecto de dicho máximo.
El precio actual marca el nivel mínimo de los últimos dos años y ha llevado a varios analistas y observadores a cuestionar si la racha positiva de 12 años en la que el oro pasó de 250 a 1,900 dólares por onza ha terminado.
Al igual que todos los bienes y servicios, el precio del oro está determinado por la oferta y la demanda. Por el lado de la oferta es claro que ésta está principalmente determinada por el nivel de explotación de las minas de oro en operación actualmente y por el nivel de actividad en la exploración de nuevos yacimientos. La realidad de los últimos 12 años es una disminución paulatina de la oferta del oro.
Por el lado de la demanda, la situación es más complicada, ya que hay diversos factores determinantes que no siempre tienen el mismo peso.
Normalmente, el precio del oro se mueve en dirección inversa a los mercados accionarios, al ser percibido como un activo refugio en momentos en los que crece la aversión al riesgo. Los últimos meses se han caracterizado por una importante disminución en la aversión al riesgo y una migración masiva de recursos de activos refugio a activos más riesgosos.
Esto ha contribuido de manera importante a la depreciación del oro, aunque la decisión de los bancos centrales de actuar como proveedores de liquidez ilimitada podría tener consecuencias inflacionarias en el futuro y el oro ha sido típicamente un buen refugio en periodos de inflación creciente, la situación actual no es una en la que la inflación futura sea la principal preocupación.
La percepción actual de los mercados es que las inyecciones de liquidez lograrán sustentar una recuperación gradual del crecimiento global y una restauración paulatina y ordenada de las finanzas públicas de los países desarrollados.
En este entorno de relativa complacencia en los mercados, el oro se ha vuelto menos interesante, perdiendo su atractivo como moneda de reserva y volviéndose un simple commodity susceptible, al igual que la mayoría de los commodities metálicos, a la
desaceleración de la economía china.
Mientras el entorno financiero global se mantenga en el estado actual de complacencia, impulsado por la imprenta de billetes de la Fed, del banco central de Japón y del BCE, será difícil que el oro muestre un repunte importante. Algunas corredurías, como Goldman Sachs y Société Générale han comenzado a revisar a la baja su precio objetivo para el oro. Una de las más influyentes, Goldman Sachs, ha reducido su expectativa para el 2014 a 1,350 dólares por onza.
No obstante, cualquier sobresalto en el entorno global podría provocar cierta migración a activos con características defensivas como el oro.
Aunque la tendencia de apreciación de los últimos 12 años será imposible de replicar, se antoja difícil anticipar un desplome adicional en un entorno en el cual las consecuencias inflacionarias de los estímulos monetarios aún son inciertas. - Eleconomista.
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