Se acerca el fin de año y uno, quiera o no, hace balance ...

Publicado el 29 diciembre 2014 por Lourdesms
Se acerca el fin de año y uno, quiera o no, hace balance mental de todo lo acontecido en su vida, así que quería agradecer a los que interactuáis conmigo, a los que pasáis de puntillas y a los nuevos seguidores el dedicar un poco de vuestro tiempo a leer las publicaciones de un blog tan poco popular como este destinando, desde el primer momento, a intentar volver a despertar mi creación literaria tras años de estancamiento debido a una serie de sucesos vitales desagradables; por eso, ver que algunas de mis entradas eran comentadas con agrado por muy buenos lectores y escritores ha sido lo mejor que le podía suceder a mi "autoestima literaria".Este año que está a punto de acabar no ha sido especialmente productivo para Entre Líneas puesto que he estado bastante atareada, pero he pensado que, a modo de homenaje, podría ser interesante volver a compartir con vosotros (junto con su "banda sonora") la entrada más visitada/leída de este 2014: "El caballero de mirada lánguida" porque, para ser este un "blog terapéutico" y no tener muchas visitas, creo que 125 es un buen volumen de visitantes / lectores para un post, por lo  menos para mi. De paso, aprovecho para desearos a todos una feliz Navidad y un feliz Año Nuevo lleno de historias por contar, por leer y por vivir.Espero que sigamos compartiendo retazos de imaginación, páginas y tinta en el 2015.
El caballero de mirada lánguida
“La alegre y vivaracha Sophi de la que nadie volvió a saber.”Así se titulaba el relato del señor Fuster.Por lo que cuentan, Sophi era una muchacha muy conocida en el pueblo. Vivía enamorada de la vida, de la música y del arte pictórico; pintaba y coleccionaba retratos de todos los habitantes del pueblo y había abierto una pequeña galería de arte debajo de su casa donde los tenía expuestos. Todos ellos, pintados al óleo, presentaban al público rostros sonrientes, tímidos y afables, que contenían la alegre y cálida esencia de la muchacha.Los habitantes del pueblo ardían en deseos por conocer al hombre vivaracho y alegre que finalmente hiciera de Sophi su flamante esposa, pero Sophi sonreía, agradecía y esperaba secretamente la llegada a su vida de un vendaval arrollador.
En el relato del señor Fuster, también se hablaba de una mansión señorial decimonónica abandonada al transcurrir del tiempo, sita a las afueras de ese mismo pueblo. En otro tiempo había pertenecido a una enigmática familia inmigrante alemana cuya desaparición había conmocionado tremendamente a los lugareños, razón por la cual la casa había quedado abandonada y maldita para siempre.
Sophi, según contaba el tío Fuster, solía trabajar en sus retratos en el jardín de esa mansión abandonada, pues presentaba para ella un bonito y tranquilo rincón para desarrollar su creatividad rodeada de pájaros, buganvillas y amapolas silvestres.
Supongo que la leyenda de Sophi comienza en este preciso momento: Una mañana, durante uno de sus evocadores paseos por el jardín, la muchacha había levantado distraídamente la mirada hacia una de las avejentadas ventanas de la mansión, casi engullida por la maleza, viendo repentinamente algo que haría cambiar para siempre el rumbo de su destino: El oscuro retrato de un caballero de uniforme, de rostro impertérrito y de mirada lánguida, azulada pero tremendamente penetrante; todo él, rodeado de un halo de nostalgia romántica. Un elegante caballero de cabello cano que desde esa ventana parecía admirarla y respetarla en silencio. Un caballero que representaba todo su anhelo secreto.
Sophi llevó su caballete bajo aquella ventana y pintó incansablemente y día tras día aquel rostro hasta que la luz del sol se extinguía para dar paso a las noches, tras lo cual, se sentaba en una silla desde la que observaba bajo la luz de la luna aquel imponente e hipnótico retrato.
Una noche de luna llena, se perdió el rastro de la vivaracha Sophi. El tío Fuster había ido al jardín el día siguiente a la desaparición para conseguir desentrañar el misterio descubriendo con pavor que el lienzo que antaño se había asomado por aquella ventana sucia y enmohecida, había quedado vacío y en su lugar mostraba una silueta blanca; la silueta que antaño había contenido el contorno de El caballero de mirada lánguida. Se cuenta que Sophi, embrujada por la luna, había huido con su enigmático y enamorado caballero a un recóndito y misterioso lugar del que nunca regresaron.