Estamos a un paso del final de curso. Aunque el peque aún no vaya al cole sí participa de actividades que se rigen por el curso escolar. Y este año tiene un sabor especial, especial porque acaba una etapa y empieza otra muy distinta para él y para nosotros.
Acaba la etapa de educación en casa, de dedicación exclusiva de mami, ahora puedo afirmar que ya no es un bebé, o un bebote. Vamos a dar el salto, el salto a la segunda infancia, como yo lo llamo. Ya tenemos colegio asignado, su nombre ya está en sus listas, ya estamos programando y organizando sus actividades extraescolares, seguirá estudiando música y seguirá haciendo natación.
En música empezaremos a aprender a tocar un instrumento, seguimos queriendo flauta, así que ya está organizado. En natación seguirá con el mismo monitor, pero ya solo, la matronatación pasará a la historia. De hecho si seguimos con ella es porque queda un mes de curso y ya no merece la pena andar cambiando a los niños de grupo. Así disfrutamos papá y yo con él un poco más.
Este será ya un verano distinto, es un niño mayor, con el que se pueden hacer ya muchas cosas, nos divertimos los tres y es agradable hacer cosas juntos. Será un verano donde además llegará un nuevo miembro en la familia, la hija de mi hermana. Mi hijo se enfrentará por tanto a un montón de cosas nuevas, cambios importantes que le motivarán, que le harán madurar. Unos le gustarán más, otros menos. Seguramente el ir al cole solito le gustará menos, pero se adaptará pronto y sin problemas, no me cabe la menor duda. Para eso llevo preparándole desde hace meses.
Estamos a punto de entrar en el final de esta etapa, ha sido una etapa dura en muchos aspectos, pero enriquecedora y maravillosa en otros. Estos dos últimos años que he pasado con él en casa han sido los más intensos de mi vida, y ¡¡los más agotadores!!, pero creo que si tuviera otro hijo, lo volvería a hacer de la misma manera.