Son necesarios nuevos paradigmas de gobierno: experimentar nuevas formas de dialogar, construir propuestas y alianzas para promoverlas
El modelo de desarrollo actual ya no funciona, se impone transformar el compromiso político, los modos de producción y de consumo y los sistemas de gobernanza (la eficacia, calidad y buena orientación de la intervención del Estado)
A veinte años de la Cumbre de la Tierra (1992) se encuentran en junio de nuevo los países preocupados por el planeta en Río de Janeiro, en la llamada Río+20, la convocatoria de Naciones Unidas sobre desarrollo sustentable. Aunque el Parlamento Europeo declinó ir bajo el argumento de lo costoso que sería el traslado y el alojamiento de once miembros, pese a que el presidente estadounidense Barack Obama probablemente no asistirá, y los gobernantes de Gran Bretaña y Alemania se retiraron, la esperanza se mantiene enfocada en otros líderes mundiales, el sector privado, las organizaciones no gubernamentales y otros grupos, que tendrán en sus manos garantizar la renovación de los compromisos políticos con el desarrollo sostenible; evaluar los avances hacia los objetivos acordados a nivel internacional sobre el tema y destacar los desafíos nuevos y emergentes. La cumbre tratará dos asuntos específicos: una economía verde en el contexto de la erradicación de la pobreza y un marco institucional que favorezca el desarrollo sustentable.
La economía verde. Es una de las áreas a discutir en Río, una economía que aproveche los recursos y sea baja en emisiones de carbono con una inversión de sólo un 2% del PIB mundial en diez sectores claves: agricultura, construcción, energía, pesca, bosques, manufactura, turismo, transporte, agua y manejo de desechos. Muchos expertos que las apoyan indican que las economías verdes son un nuevo motor del crecimiento, generan empleos y son vitales para eliminar la persistente pobreza. Pero este concepto promovido por la Unión Europea, ha sido rechazado por los países en desarrollo, sobre todo por los del grupo G-77, por considerarlo mercantilista.
El marco institucional basado en la ética. De los planteamientos en esta cumbre se tiene el cuestionamiento sobre qué ética se necesita para sentar las bases de una nueva humanidad que haga frente a los peligros del mundo actual, cree nuevas formas de vida y abra nuevas perspectivas a la aventura humana en el comienzo del siglo XXI. Al respecto se considera discutir sobre qué organización debe concebirse para construir una nueva gobernanza mundial y cómo erigir una economía sustentable capaz de hacer frente a la pobreza y a la concentración de la riqueza. En este contexto los desafíos ineludibles de la comunidad mundial son el control del cambio climático, la concepción de una nueva arquitectura de la gobernanza y la transición hacia un nuevo modelo de civilización. Para todo ello será necesario inevitablemente experimentar nuevas formas de dialogar, construir propuestas y alianzas para promoverlas, según se expone en los documentos que se han emitido como preámbulo a la cumbre.
El Borrador Cero Alternativo. El punto de partida del encuentro es el “borrador cero” que elabora Naciones Unidas y contiene las propuestas enviadas por los gobiernos con las líneas macro de discusión de las negociaciones que se plasman en la declaración final. Pero ahora existe el borrador alternativo cero (BCA), iniciativa de la Fundación Charles Leopold Mayer para el Progreso del Hombre. ¿Por qué vale la pena reseñar aquí este documento? Porque la propuesta es retadora y vital: hacer un replanteamiento sistémico del modelo de desarrollo actual en el mundo, partiendo de que los patrones ya están caducos. Sus aristas son realmente pertinentes al estado en el que se encuentran la mayoría de los países y merecen reflexión.
El BCA propone:
1) transformar el compromiso político mediante una reflexión crítica sobre el modelo de “desarrollo sostenible” adoptado en Rio en 1992. Se expone que el actual modelo de crecimiento ha sido incapaz de conciliar las necesidades económicas y sociales con los recursos limitados que nos da el planeta. Por ello se avala la alineación de los compromisos políticos en el marco de la “oeconomia” (asegurar el bienestar de todos sacando el mejor partido posible de los recursos limitados que están en nuestra disposición). Este cambio sistémico supone nada más y nada menos que la elaboración de un nuevo marco jurídico internacional capaz de proteger y de gestionar la humanidad así como el compromiso de todos los sectores en políticas colaborativas.
2) Transformar los modos de producción y de consumo, aquí se precisa que la transición hacia sociedades sostenibles necesita la creación de modos de producción y consumo sostenibles. De las medidas a tomar se contaría el establecimiento de cuotas para controlar el consumo en energía fósil y otras relacionadas con dar a los consumidores la posibilidad de tener una información completa sobre el ciclo de vida de los productos, así como también, garantizar a todos los países un acceso igual a los recursos naturales, el incentivo de desarrollo de nuevas actividades no asalariadas que permitan crear “empleos sostenibles” y alcanzar una verdadera cohesión social.
3) Transformar los sistemas de gobernanza. Aquí se trata de la definición de principios rectores precisos, adaptados a cada país, de cooperación entre los diferentes niveles de gobierno. Se especifican acciones como apoyar la creación de redes internacionales que conecten a los diferentes actores de la sociedad; organizar cada dos años una Asamblea Mundial consultativa de ciudadanos; poner en común los conocimientos mediante un diálogo y un intercambio permanente de experiencias.
Tal vez como aporte desde nuestra comunidad nacional podría decirse que un ingrediente que no debe faltar en esta reestructuración es la promoción del término corresponsabilidad, donde todos se sientan involucrados con esta nueva gerencia del mundo. Esta “responsabilidad compartida” además estaría alineada con la Carta de las Responsabilidades, un proyecto de diez principios producto del trabajo de diez años de expertos de los cinco continentes, que además también es respaldado por la fundación Mayer.
Por Heidy Ramírez @ideagenial Miembro de la red Periodismo ante el Cambio Climático