En principio entro por lo que veo desde afuera, y como no estoy buscando una experiencia gourmet, la paso bien, como bien, y después me divierte mostrarles los ricos lugarcitos que van apareciendo por ahí.
Este fue el caso de Soberbio Isósceles... llegamos de casualidad, por una confusión de calles. Sabía que había inaugurado hacía poco, pero no le había prestado mucha atención a los carteles.
La cosa es que de afuera nos compró. Lindo, cálido, bien decorado... no era del todo desconocido ya que había hecho el catering de Puro Diseño... nos gustó, y entramos.
Y la ilusión con la que lo descubrimos, rápidamente se desvaneció...
No soy crítica gastronómica ni mucho menos, tampoco voy a andar poniendo calificaciones Zagat ni tenedores Michelin a cuanto lugar que voy, pero esperaba más de un lugar tan inspirado.
Desde el nombre hasta la locación y el menú... esta inspiración desaparece en la atención más que desprolija (estos lugares suelen ser desprolijos, pero nunca a este extremo, menos estando vacío... más empleados que comensales) y el servicio, para el cual no tengo calificativo: desprolijo nuevamente podría ser uno, ya que un sandwich gourmet (bastante más costoso que en cualquiera de los demás lugares que suelo frecuentar) vino servido sobre un plato blanco, sin decoración, sin guarnición, sin hojas verdes, nada, ahí tirado pobre sandwichito, sin más... un sandwich caro y "desangelado".
Más bien onda pizzería, lo cual se supone que es la especialidad de la casa, así que quizás le de otra oportunidad y vaya a probar sus exclusivas pizzas gourmet, que según ellos están buenísimas, y lo quieren decir sin modestias... así de soberbios resultaron ser...