Así como florecen los pétalos, las “envolturas” van asomando paulatinamente para mostrar todo su esplendor o su decrépita decadencia en color marchito.
La superficie que cubre las que son más visibles es fina y tenue, apenas perceptible, más de un olor arrollador. Embauca la incertidumbre del primer momento. Es un desafío ante el que muchos sucumben ávidos de estímulos que no tienen, y comienza un juego en el que la mayoría tantea con cautela qué mostrar y qué ocultar … sobretodo qué ocultar. Estos primeros instantes que se pueden alargar a días o meses, según la habilidad del jugador, taponan la verdadera naturaleza del ser “que las viste”, pues rara vez se muestran con precisión. Se dice, se cuenta, se rumorea, que se gana más en la oscuridad que en la claridad; que beneficia la distracción pues aleja realidad y parece ser que hay quién gusta de tal manjar.Mientras se lucha por seguir esta línea, el espectáculo continúa. Sorprendentes revelaciones que dormían, se levantan sin fuerza capaz de vencerlas. El aire se cubre de incertidumbres. Las miradas se esquivan. Los brazos vuelan solos. Las manos ya no calientan. Las palabras han de ser demostradas.
El titubeo camina envalentonado por encima de todos con irónica risa de aquel que ya se cree vencedor. Hay quién en este preciso segundo … desiste. Recoge susurros y se marcha sin volver la vista atrás … Se dice, se cuenta, se rumorea, que es cuando el miedo bate al titubeo.Sin embargo, los hay más “osados”. Los hay que pese a temores o dudas, emprenden camino a ciegas, con afán de seguir desmantelando capas. La partida va tomando forma. Los contrincantes comienzan a verse de frente … sin escape. No hay guiños al engaño. “Alea jacta est”y es aquí … en este “ahora” … dónde aparece el momento de la verdad. Es la hora de la decisión.Es cuando cuerpos desnudos deben elegir si pese y a favor de lo encontrado, desean continuar el camino. Un camino que ha cerrado el juego. Un camino liberado de impurezas, aunque no de toda dureza, más cargado de honestidad. Lleno de las virtudes que otorga la sinceridad. Con tintes de dolor recogido que pese a todo ha sabido sanar. Almas limpias sin caretas que arrastran llagas. Desperfectos individuos que se aceptan dándose calor. Se dice, se cuenta, se rumorea, que éste, parece ser el camino del AmorSilvia AG