Espero que disfrutéis de " Sé el timonel de tu propia vida ", este pequeño relato que he escrito para vosotros. A diferencia de otros post en este no marcare ni señalare aspectos claves. Sacad las vuestras propias y disfrutar de la vida al máximo.
Son las cuatro de la mañana y una fuerte voz hace que salte de mi catre y suba rápidamente a cubierta, nada más asomar mi cabeza recibo un golpe de mar que hace que casi me caiga de espaldas.
Las olas zarandean el barco sin piedad y el agua arrasa con todo lo que no está amarrado, mientras buscamos un cabo o pasarela al que sujetarnos escuchamos la voz del timonel que nos dice:
- Prepararos para hacer lo que sea necesario para salir de esta maldita tormenta, dejad el miedo a un lado y trabajad sin temor a la derrota, sed decididos en vuestras acciones y no tengáis miedo a hacer lo que sea necesario para salir de aquí, solamente trabajando juntos lograremos vencer y salir victoriosos de esta maldita tormenta.
El timonel es el único que no se ha movido. No ha soltado el timón, lo agarra con firmeza y flexibilidad, impidiendo que la tormenta arrastre el barco pero permitiendo que pueda adaptarse a las olas y vientos casi huracanados. Si fuera inflexible en el rumbo la nave se partiría y el barco se hundiría.
Todo su cuerpo refleja la tensión del momento, pero su mirada es serena y tranquila. Sus ojos casi cerrados se centran en todo lo que nos rodea, observa todo lo que ocurre y es capaz de adelantarse a los ataques con los que la tormenta intenta derrotarnos. Su capacidad de observación y su serenidad hacen que sus decisiones sean lo más acertadas posibles.
Por muchas olas que intenten tumbarlo siempre está en su puesto. Una tras otra el mar lanza sus olas contra nosotros y él sigue inamovible en su sitio, retando a la propia naturaleza que ha desencadenado esta tormenta sobre nosotros. Si el timonel flaqueara o fuera arrastrado por una de las olas que nos lanza la tormenta, la tripulación perdería el referente que les hace trabajar juntos y tener la seguridad de que pase lo que pase, el barco llegara a buen puerto.
Me fijo en su cara y veo que casi sonríe, no da muestras de pánico o miedo, nuestro timonel conoce perfectamente nuestra nave y sabe hasta dónde puede forzarla y lo que es capaz de dar, conoce a cada una de las personas que formamos la tripulación y conoce su entorno, mira el mar y sabe como reaccionará, sabe cómo se comportará, sabe que puede sorprenderlo en cualquier momento y está preparado para todo. Ese nivel de conocimiento le permite afrontar la tormenta con serenidad, aceptando otra vez el reto de salir victorioso, no es la primera ni será la última tormenta a la que tenga que enfrentarse.
Durante 18 horas hemos luchado contra la tormenta y esta vez hemos vencido, la tripulación se relaja, nos abrazamos y reímos celebrando nuestra victoria. El timonel nos mira y sonríe pero sigue sin soltar el timón, sigue observando con atención el mar y el horizonte, atento y preparado para afrontar el próximo reto, la próxima dificultad. Como buen lobo de mar sabe que la calma no durará mucho, que no puede despistarse ni distraerse.
Fuente: Blog de José Manuel Iris.
C. Marco