¿Se enfocan bien las campañas contra el SIDA?

Publicado el 05 noviembre 2010 por Alfmendiz

El Programa Nacional de Control del SIDA (National AIDS Control Programme, NACP) estableció hace años una estrategia efectiva en la lucha contra el SIDA: la estrategia ABC:
- A («abstinence») en primer lugar, porque lo prioritario y 100% eficaz para prevenir la infección es recomendar a los jóvenes que retrasen hasta la madurez el inicio de relaciones sexuales.
- B («being faithful») en segundo lugar, porque la pandemia se acaba si cada uno es fiel a su pareja. Lo que expande el virus es la promiscuidad: el cambio de pareja, las experiencias sexuales de fin de semana, etc.
- C («condoms») en tercer lugar, y sólo en el caso de que la población rechazara las recomendaciones anteriores, y advirtiendo que reducen -pero no eliminan totalmente- el riesgo de contagio.
Esa estrategia ABC es también las recomendada por la UNESCO. En España, sin embargo, se promueven campañas sólo en el tercer sentido, 'animando' a los jóvenes a mantener relaciones sexuales con preservativo, y asegurando que así serán relaciones 'seguras'. Con esto, asumen la promiscuidad sin decir nada en contra, y sus mensajes tranquilizadores fomentan la experiencia sexual, con lo que aumenta el riesgo de contagio. Según datos oficiales, la mayoría de los españoles desconoce que evitar la promiscuidad es crucial para evitar el sida.
Como señala el Profesor Jokin de Irala, Profesor Titular de Medicina Preventiva: 'Desde el punto de vista científico y de la eficacia de la Salud Pública es un error, o un prejuicio, no hacer campañas claras y contundentes desaconsejando la promiscuidad por miedo a ser 'moralizantes'. Tampoco parecía 'realista', aparentemente, plantear programas de educación sanitaria para prevenir el tabaquismo hace años cuando, en muchos grupos de edad, más del 75% de la población fumaba'.
Y añade: 'En salud pública se pueden dar recomendaciones utilizando canales poblacionales o canales personales cuando los primeros pudieran favorecer efectos indeseables. Por ejemplo, a pesar de haberse encontrado evidencias científicas de que el consumo moderado de alcohol es beneficioso para algunos varones, se recomienda no anunciar a la población que 'el alcohol es bueno para la salud' porque podríamos asistir a problemas colaterales debido a su consumo inadecuado o abusivo, como un aumento de los accidentes de tráfico en jóvenes, del alcoholismo o de cirrosis. Por el contrario, se recomienda que su efecto beneficioso se transmita mediante un canal de comunicación personal, del profesional sanitario al paciente concreto.
En el caso del sida asistimos al fenómeno curioso de que se está dando el mismo mensaje a la persona que comercia con el sexo o al usuario de drogas que al joven de 13 años que no ha tenido todavía relaciones sexuales. La falsa idea de seguridad y la sensación de invulnerabilidad propia de la juventud incitan a muchos a dejar la 'evitación del riesgo' poniéndose 'en riesgo' de infectarse.
Tampoco tiene sentido aceptar la idea en público pero afirmando que en la práctica 'no es una opción realista'. Parece que existe un autentico prejuicio o 'pánico' en pronunciar las palabras 'retraso del inicio de relaciones sexuales' o 'fidelidad'. Se intenta camuflar sus logros y se evita hacer un esfuerzo real para aplicarlos en la práctica. Probablemente no consigamos revertir la pandemia de sida hasta que la abstinencia y la fidelidad formen genuinamente parte de todos los programas llamados 'integrales' de prevención del sida'.