El movimiento de cambio español es pacífico y casi silencioso, pero muy poderoso porque el cansancio ante los abusos de los políticos y el deseo de cambiar la política y la sociedad se han hecho fuertes en el corazón de la ciudadanía, hasta convertirse en una fuerza difícil de detener.
La "revolución" que se está gestando en España es muy diferente pero no menos eficaz que la que se ha fraguado en Italia, en torno a la "antipolítica" que capitanea el cómico Beppe Grillo, o en Francia, donde es estimulada al unísono por el filósofo Alain Soral y el comediante, Dieudonne M'bala M'Bala. Ni siquiera es idéntica a la que ha triunfado en Grecia con la llegada al poder de los populistas de izquierdas. En España, millones de ciudadanos, cansados de que los políticos destruyan la nación y infecten la sociedad con su corrupción, injusticia y abuso de poder, han decidido simplemente castigar y sustituir a los grandes partidos que han gobernado el país durante las últimas décadas porque han perdido la confianza en ellos.
El conglomerado rebelde, que ya dio un vuelco al mapa del poder español en las elecciones autonómicas y municipales del 24 de mayo, crece cada día mas y se prepara para ganar las elecciones generales de finales de 2015, aglutinando a ese 80 por ciento de la población española al que le repugna el espectáculo de la política tradicional, que rechaza visceralmente a los grandes partidos que han creado el desastre y viven cargados de privilegios y que siente profundas ansias de regeneración y de cambio.
Los expertos coinciden en que en este momento hay un 80 por ciento de la población española que quiere regenerar el país, dar una lección a los políticos y cambiar la política española, acercándola a la democracia y a la decencia. Esa España rebelde quiere un cambio de verdad y no va a quedarse satisfecha con la simple sustitución de los viejos partidos (PP y PSOE) por los nuevos Podemos y Ciudadanos, a los que también hostigará y castigará si comprueba que su comportamiento político es igual al de los partidos rechazados.
Antiguas activistas, miembros de las desarboladas clases medias españolas, damnificados de la crisis, autónomos arruinados, desempleados crónicos, profesionales sin empleo, intelectuales decepcionados y muchos jóvenes sin trabajo que se consideran injustamente expulsados de la sociedad, cada uno a su manera, se están reconvirtiendo en ciudadanos dispuestos a utilizar las urnas para acabar con un sistema que no es democrático porque los grandes partidos políticos lo han prostituido y utilizado en beneficio propio, nunca del ciudadano ni del bien común.
Merece la pena seguir el rastro a la "Rebelión" española, prometedora e ilusionante. A diferencia de fenómenos rebeldes de Italia y Francia, la española no se fragua en torno a personajes destacados, sino que es casi anónima, pero mucho mas seria y prometedora porque ha asumido que las revueltas, manifestaciones y protestas en las calles no conducen a nada y que la única manera de cambiar la política es en las urnas, apoyando a formaciones nuevas y castigando a los viejos partidos responsables del desastre de España, un país básicamente injusto y víctima de plagas como el abuso de poder, la corrupción y la antidemocracia.