Se gana la vida llorando en funerales

Publicado el 01 abril 2013 por Nmactualidad

Una mujer taiwanesa ha convertido su capacidad de llorar a voluntad en su forma de vida. Es contratada para llorar en los funerales


TAIWÁN.-A Liu Jun-Lin, una joven taiwanesa, la contratan cada día para llorar en funerales de gente que no conoce.

Las plañideras, algo que parece más propio de la Antigüedad, son mujeres a quienes se les paga por ir a llorar al funeral de alguna persona. Lo que para algunos puede ser la comercialización del duelo del difunto, para las profesionales que aún viven de esta práctica, su profesión tiene un fundamento tradicional según por la cual los difuntos necesitan una despedida ruidosa para pasar de manera adecuada a la otra vida. Hace décadas, las mujeres abandonaban el hogar para trabajar en otras ciudades y el transporte era limitado. Si alguien en la familia moría, muchas veces no podían llegar a casa a tiempo para el funeral, por lo que la familia contrataba lo que se conoce como una “hija filial” para acompañar a la familia en el duelo. Los funerales tradicionales taiwaneses son elaborados y combinan un duelo sombrío con otro de tono más elevado para enardecer los ánimos. Para esta última parte, Liu se atavía tonos vivos y realiza números de danza casi acrobáticos. Después, Liu se viste de blanco y se arrastra hasta el ataúd. Allí realiza su llanto más conocido, una mezcla de llanto y canto

Muchas de las plañideras que aún perviven en la actualidad aseguran que sus lágrimas son reales ya que sienten la pena por la pérdida de un ser querido. La vocación de esta joven taiwanesa le viene de familia. Tanto su abuela como su madre eran plañideras profesionales. En casa imitaba a su madre y a su hermana mientras ensayaban. Gracias al empeño de su abuela y al desarrollo del negocio, la familia ha salido de la pobreza y Liu y sus hermanos tienen cada uno una casa. Cobran US$600 por cada actuación. Sin embargo  es un trabajo en declive por la crisis económica y un creciente gusto por los funerales más sencillos. Liu es consciente de ello y por eso ha contratado a 20 mujeres asistentes. Son jóvenes de buen aspecto que llevan uniformes blancos y negros, y que ayudan a los directores de las funerarias al embalsamamiento y otros servicios funerarios. Por muchos cambios que haya, ella asegura que nunca dejará el negocio familiar. Es algo que le costó mucho construir desde cero a mi abuela. Debo enseñar a otros lo que ella me enseñó a mí y seguir con la tradición”.