Como, según los modos de pensar vigentes, la realidad histórica, está hecha de fragmentos, es decir, como nada tiene sentido y no hay que buscar las consecuencias que encadenen unos acontecimientos con otros, el pensamiento se encuentra con un tope insalvable a la hora de entender lo que pasa, y las inferencias que se hacen, desvinculadas de esa cadena causal y teleológica hoy desdeñada bajo la denominación de “grandes relatos”, lleva a conclusiones absurdas; por ejemplo, la de que el PSOE (o el PCE) es y ha sido un partido progresista.
Yo, en el artículo anterior, ligando unos “fragmentos” históricos con otros (por ejemplo, los anteriormente enumerados), defendiendo que las cosas están vinculadas unas a otras, que hay una intención latente, un sentido que eleva a la historia por encima del azar, y que, en suma, y con unos u otros matices, son posibles esos “grandes relatos”, creo encontrar una línea argumental que conduce a otras conclusiones (que conduce, simplemente, habría que decir, a conclusiones). Y de perdidos, al río, así que he sugerido un relato capaz de conducir desde el pensamiento prehistórico hasta el 11-M.