¿Se iría su hijo con un desconocido?

Por Sleticias
Ayer en un programa de televisión en España hicieron un “experimento social” que pone los pelos de punta. Un periodista con buena presencia acudía a un parque infantil, allí se acercaba a algunos padres que estaban vigilando a sus hijos mientras jugaban.  Tras presentarse  les preguntaba  si creían que sus hijos le acompañarían al coche a pesar de no conocerle.
La mayoría de los padres negaban tal posibilidad argumentando que siempre les habían insistido a sus hijos que no hablasen con desconocidos y mucho menos se fueran con ellos. El periodista pide permiso a los padres para realizar una prueba.
Cargado con un precioso cachorro se acerca a los niños muy amablemente les enseña el perrito, les pregunta su nombre, les deja acariciarle… y les dice que tiene cuatro más de distintos colores en el coche que si querrían ir con él a verlos.
Hay que decir que algunos niños dijeron que no y corrieron algo mosqueados al lado de sus padres. Pero una gran parte de ellos de la mano del periodista aceptaron su propuesta de acudir al vehículo para ver al resto de la camada, bajo la horrorizada mirada de sus padres.
Siempre pensamos que si alguien se lleva a nuestros hijos lo hace a la fuerza pero este "experimento" demuestra que es mucho más sencillo, el periodista apenas tardó cinco minutos en convencerles de que le acompañaran.
Como padres desde muy pequeños insistimos a nuestros hijos en la importancia de no hablar con desconocidos inclusive si les ofrecen algo muy irresistible. Pero no debemos olvidar que son niños y el control del deseo, de los impulsos aún lo están aprendiendo, sabemos que en ocasiones como adultos a nosotros mismos nos vence la tentación (cuántas veces hemos cedido al impulso de comer una galleta estando en pleno plan de adelgazamiento). Resistirse al deseo implica un diálogo interior muy fuerte que requiere madurez y eso es pedirles demasiado. Sin dejar de insistirles en este consejo es, por lo tanto, nuestra obligación procurarles toda la vigilancia necesaria para que no se produzcan estas deleznables situaciones.
Os puedo asegurar que al ver a esos pequeños dar la mano al periodista mi cuerpo experimentó un volcán de sensaciones negativas de miedo, rabia, dolor… que tardaron en desaparecer mucho rato, como decimos comúnmente se me quedó “muy mal cuerpo”.
Me dió mucha lástima también que algunos papas participantes de este “experimento social” riñeran a los niños por ceder al deseo, debemos enseñarles a controlar la tentación, la curiosidad, la ingenuidad…  pero requiere tiempo y madurez . Y hay que pensar que aunque lo consigan lamentablemente seguirán corriendo peligro.