Sé lo que viste el fin de semana pasado/CCLV, CCLVI y CCLVII

Publicado el 19 noviembre 2012 por Diezmartinez

Tres por uno. Después de tres semanas de no revisar en el blog la cartelera comercial por estar en Morelia 2012, ver algunos documentales del DOCSDF 2012 y escribir varias críticas de la 54 Muestra Internacional de Cine para Reforma (uff: y luego dicen que esto no es trabajo) he aquí una revisión de lo que se ha estrenado comercialmente en los últimos 21 días.
007 Operación Skyfall (Skyfall, GB-EU, 2012), de Sam Mendes. ¿La mejor película de Bond de toda la historia, como algunos dicen? Caray, no lo sé: tendría que volver a ver toda la serie y no me alcanza el tiempo ni la vida para tal ejercicio. En todo caso, sí es la mejor cinta de la época Craig y rivaliza con cualquiera de las mejores de la era Connery. Por supuesto, volveré a ella en los próximos días. 
La Chispa de la Vida (España-Francia-EU, 2011), de Alex de la Iglesia. Predispuesto por el trailer a encontrarme una amarga comedia cínica al estilo de Billy Wilder (Cadenas de Roca, 1951), me pasé buena parte de esta película lamentándome lo bajo que había caído de la Iglesia. Sin embargo, en algún momento me di cuenta que La Chispa de la Vida estaba funcionando, y muy bien, como melodrama social militante más que como cualquier otra cosa. A partir de este momento, empecé a disfrutar el filme. O, mejor dicho, a sufrir como se debe. Acaso la cinta más pertinente que haya realizado de la Iglesia en toda su carrera.
Argo (Ídem, EU, 2012), de Ben Affleck. Un thriller político con tintes de comedia de enredos que funciona mucho mejor como lo segundo que como lo primero. En todo caso, Affleck confirma que es un gran director -tres cintas logradas consecutivas no pueden ser ya una coincidencia- aunque aquí está lejos de su temprana obra mayor Desapareció una Noche (2007). Otra película a la que volveré in extenso en algún momento de los próximos días.
El Sueño de Lu (México, 2011), de Hari Sama. Una valiosa cinta mexicana que no me he cansado de recomendar por twitter. Aquí mi crítica in extenso.
No (Chile-México-EU, 2012), de Pablo Larraín. En un tono mucho más alegre que sus filmes anteriores, el maestro Larraín -ya es hora de empezar a llamarlo así- nos entrega acaso su película más provocadora e insidiosa. La trama gira alrededor del triunfo de la campaña publicitaria del "No" a Pinochet a fines de 1988. Gael García esta excelente y la puesta en imágenes, tan rigurosa como es de esperar tratándose de una cinta de Larraín. Mi crítica en el Primera Fila de Reforma del 9 de noviembre.
Más Profundo que el Infierno (Urban Explorer, Alemania, 2011), de Andy Fetscher. Los cinco "exploradores urbanos" del título original bajan al sistema subterráneo de Berlín quién sabe a qué, pero si no hicieran tan estupidez no se encontrarían con un maniaco exguardia fronterizo que empezará a escabechárselo uno tras otro. Una eficaz cinta de horror gore que hará las delicias sanguinolentas de los amantes del género. Mi crítica, en el Primera Fila de Reforma del 9 de noviembre.
Morelos (México, 2012), de Antonio Serrano. Y yo que creía que Hidalgo, la Historia Jamás Contada (Serrano, 2010) era fallida. Morelos le dice: "quítate que ahí te voy". Una cinta declamatoria, sin contexto histórico-político alguno bien desarrollado y con actuaciones que no pasan de la pobre ilustración de la estampita escolar. Eso sí, en general los recursos de producción se notan, aunque no hay una sola batalla emocionante en toda la película. Lo dicho: el cine épico-histórico no se nos da.
El Velador (México, 2011), de Natalia Almada. El tercer largometraje documental de la cineasta de orígenes sinaloenses/sonorenses Natalia Almada busca no caer en los convencionalismos típicos del documental -que los testimonios, que las cabezas parlantes, que la voz en off explicativa- pero, en el camino, escamotea toda información necesaria para aprehender el fenómeno que está retratando.  La cámara de la propia cineasta se instala en el celebérrimo -por lo menos para los sinaloenses, como quien esto escribe- panteón Jardines del Humaya, en donde sus deudos suelen enterrar a los "buchones" más famosos del condado y a sus muchos achichincles -claro que ahí también hay gente decente sepultada, pero eso a quién le interesa.  Durante los 72 minutos de duración del documental vemos a familiares rendir tributo a sus caídos, a una joven mujer que afanosamente limpia y limpia la tumba de alguien, los grandes retratos de los fallecidos que adornan esos enormes mausoleos -uno supone que más amplios que las casas en las que viven las decenas de albañiles que trabajan de sol a sol levantando tumbas un día sí y otro también- y seguimos los trabajos del velador del título, un hombrón de edad madura y pocas palabras que se entera del mundo exterior -por ejemplo, la muerte del "jefe de jefes" Arturo Beltrán Leyva- a través de una pequeña televisión que apenas recibe la señal del canal 3 de Culiacán. No es que el tipo no sea interesante; el problema es que Almada no lo hace interesante. Para quien conozca ese fenómenos de cerca, el asunto resultará redundante y aburrido; para quien no sepa nada de Jardines del Humaya y la narcocultura funeral que ahí se enseñorea, solamente aburrido... e inexplicable. Entiendo que los documentalistas quieren reinventar diferentes formas de acercarse a sus temas, pero en el camino terminan matando el interés del espectador.  Hay dos momentos, sin embargo, en los que Almada reaparece como la buena cineasta que ha demostrado ser antes: la escena en la que un grupo de albañiles trabajan concentradamente en el colado de unas tumbas mientras, al fondo, escuchamos los llantos de una madre que se duele de su hijo recién fallecido. Y la irónica cereza del pastel: la joven mujer que hemos visto varias veces limpiar la lujosa tumba de alguien (¿quién será?, ¿una criada?), termina subiéndose a un lujoso Audi del año.