La chica del tren (The Girl on the Train, EU, 2016), de Tate Taylor. Tengo entendido que esta película está basada en una popularísima novela. Será el sereno, pero su adaptación cinematográfica es un desastre. No solo el "misterio" se deja adivinar muy pronto -que es lo de menos, en realidad- sino que su estructura narrativa es inconsistente y contradictoria. Mi crítica en el Primera Fila del Reforma del viernes pasado. (+)
Cosmos (Ídem, Francia-Portugal, 2015), de Andrzej Zulawski. No todos los cineastas se pueden despedir con una buena película. Este es, por desgracia, el caso de Zulawski, quien falleció en febrero de este año y al que tomo mundo recuerda por su inclasificable cult-movie Posesión (1981).Estamos ante comedia surrealista cuya historia, por supuesto, no importa demasiado. La premisa es que un aspirante a escritor y un joven modelo llegan a una casa de huéspedes en la campiña francesa, donde interactúan con la extravagante familia que la maneja y con una ingenua criada que tiene un labio deforme. Lo absurdo es seguido por el slapstick y éste por interminables guiños hacia el propio proceso de escribir, hacer cine, crear arte. Quejarse de que a la película le falta disciplina es no entender el objetivo de Zulawski, por más que la queja tenga mucho sentido. El problema, por lo menos desde mi perspectiva, es que a Zulawski se le pasó la mano. Este tipo de filmes se benefician por un tono ligero (véase el último Buñuel), no por este tono farragoso que le impuso Zulawski a su filme. Un fracaso interesante, pero fracaso al final de cuentas. (-)