Dos por uno, por mi viaje Río de Janeiro 2014. De los dieciocho estrenos de las últimas dos semanas -entre comerciales y "culturales"- pude revisar diez y como sigue:
Yves Saint Laurent (Ídem, Francia, 2014), de Jalil Lespert. La segunda de las tres cintas dedicadas a Saint-Laurent en los últimos cuatro años -la más reciente, Saint-Laurent (Bonello, 2014) busca competir por el Oscar en Idioma Extranjero 2015- es una convencional pero bien actuada y mejor producida biopic. Mi crítica, en el Primera Fila de Reforma del viernes 3 de octubre.
Perdida (Gone Girl, EU, 2014), de David Fincher. El más reciente largometraje de Fincher está lejos de lo mejor de su obra -que, creo, sigue siendo Zodiaco (2007)- pero la última media hora de esta película, cuando el thriller ha dado pie a una torcida comedia negra matrimonial, es de primer nivel. ¿Y quién dijera que nos íbamos a acordar de una actriz llamada Rosamund Pike? Espero escribir de la cinta en los próximos días, si es que Morelia 2014 no me alcanza antes.
Inori (Japón, 2012), de Pedro González Rubio. La ganadora en Locarno 2012 de El Leopardo de Oro en la sección Cine del Presente tuvo, finalmente, su estreno en la Cineteca Nacional. Mi crítica, por acá.
Rosario (México, 2013), de Shula Erenberg. Dolorosamente pertinente en este México de ejecutados y desaparecidos, este documental hagiográfico fue presentado en el DOCSDF del año pasado. Mi crítica, por acá.
El Aprendiz (The November Man, EU, 2014), de Roger Donaldson. Esta cinta de espionaje dirigida por el veterano Donaldson parece a ratos una aceptable B-movie de Steven Seagal. La presencia de Pierce Brosnan en el papel de una suerte de ex-James Bond desencantado eleva la calidad de este indoloro palomazo. Mi crítica, en el Primera Fila del Reforma del viernes pasado.
Los Niños del Cura (Svecenikova djeca, Croacia, 2013), de Vinko Bresan. Exhibida en el pasado 34 Foro de la Cineteca, esta cinta -la más exitosa en la corta historia de Croacia como país independiente- ha llegado a las salas comerciales del país. Mi crítica, por acá.
Empezar Otra Vez (Begin Again, 2014), de John Carney, Casi un auto-remake de la exitosa cinta musical Once (2006), solo que ahora Carney cuenta con un competente reparto hollywoodense. Mi crítica, en el Primera Fila del Reforma del viernes pasado.
El Cuarto Desnudo (México, 2013), de Nuria Ibáñez. Una de las mejores cintas mexicanas que vi el año pasado, como lo anoté en mi top-ten nacional del 2013. Mi crítica, por acá.
El Futuro (España, 2013), de Luis López Carrasco. Este es el tipo de cintas que dan mala fama a los adjetivos "vanguardista" o "experimental". No voy a alegar que la cinta me aburrió -aunque sí lo hizo, pero tengo claro que el aburrimiento es una categoría psicológica y no estética. En todo caso, diré que los supuestos riegos que corre López Carrasco -que si la ausencia de narrativa, que si las rupturas visuales/auditivas, que si la manga del muerto- lo hicieron mucho antes y mucho mejor las vanguardias cinematográficas de hace 50, 60, 70 años. La premisa de la cinta es fascinante en el papel: estamos en un departamento de Madrid, en 1982, año del triunfo socialista en España. Un grupo de jóvenes, recién desempacados de la Movida Española, cantan, bailan, platican, toman, discuten sobre el pasado y el futuro de España y de ellos mismos en una fiesta organizada en el pisito de alguno de ellos: que si la democracia, que si ETA, que si sus frágiles relaciones sentimentales. A lo largo de los interminables 68 minutos de duración escuchamos -o dejamos de escuchar- una banda sonora ad hoc, repleta de canciones de la época. Es la imagen de una juventud bulliciosa que ve el futuro con cierta esperanza -o, por lo menos, sin mucho azote. Nosotros ya sabemos el estado de la España actual, por lo que los fragmentos que vemos de esta larga fiesta, filmada en 16 mm, adquieren un sentido casi trágico. En el papel, digo, porque la ejecución es tan obvia y repetitiva que después de la media hora no queda mucho más que ver.
La Hija de Moctezuma (México, 2014), de Iván Lipkies. Hay algo de conmovedor en todo el asunto: después de 15 años de su última película como protagonista, María Elena Velasco regesa a la pantalla grande con esta anacrónica y pueril aventura en la que su emblemático personaje, "la India María", descendiente del mismísimo Moctezuma Xocoyotzin (Rafael Inclán, muy en su papel), tiene que cumplir con cierta hercúlea tarea: destruir el espejo de Tezcatlipoca, so pena de que el enmuniado dios azteca acabe con toda Tenochtitlan -o lo que queda de ella. Lo peor es que una corrupta gobernadora, más fea que Elba Esther (Raquel Garza) quiere hacerse del mismo espejo para, con su poder, convertirse en Presidenta de México.
No se puede negar la energía de la septuagenaria actriz cómica, alguna vez una apuesta segura en la taquilla nacional. Pero no es lo mismo "la India María" que 15 años despues: muchos de los chistes van dirigidos a los que crecimos con su personaje en el México de los años 70/80, en el que podían tener sentido las alusiones a Echeverría ("Arriba y adelante") o López Portillo ("La colina del perro"), los homenajes a los Polivoces ("¡Ahí madre!") o los guiños cinéfilos a Tizoc (Rodríguez, 1957). En cuanto al resto del público -el más joven, pues-, no estoy tan seguro que sepa quién es el personaje y, vistos los números de la taquilla del fin de semana, tengo la sensación que no quiere averiguarlo.