Jazmín Azul (Blue Jasmine, EU, 2013), de Woody Allen. La más reciente cinta de Allen es una de sus mejores -sino es que la mejor- del nuevo siglo. Lo que sí es cierto es que, con el paso del tiempo, es muy probable que sea recordada por la impresionante actuación de Cate Blanchett como la Jazmín del título. Mi crítica en el Primera Fila de Reforma del viernes pasado.
Gerhard Richter, Pintor (Gerhard Richter - Painting, Alemania, 2011), de Corinna Belz. El segundo largometraje de Belz -aunque primero dirigido de manera individual- es un acercamiento al trabajo de Gerhard Richter (Dresden, 1932), acaso el más grande pintor vivo y en activo a sus rozagantes 80 años de edad. Belz -quien había hecho antes un documental para televisión con el mismo artista- renuncia a toda voz explicativa, a toda contextualización histórica, para mostrarnos cómo trabaja Richter en su estudio de Colonia, a quien vemos hacer varios cuadros abstracto-expresionistas sin tratar de explicar de dónde viene la inspiración o cómo decide cuándo ha terminado con ellos ("Las palabras solo pueden explicar lo que se dice con palabras... Pintar es otra forma de pensar"). La película rescata algunos fragmentos de entrevistas realizadas a Richter en distintas fechas -1966, 1969, 1976- al mismo tiempo que muestra su meticulosa preparación para distintas exposiciones de 2008 y 2009, que incluye una impresionante exhibición en Londres de su obra foto-realista, realizada en los años 80/90. Richter se muestra como un tipo agradable, algo tímido, a veces reticente al hablar de su obra y más aún al hablar de su pasado -defeccionó de la Alemania comunista en 1961 y nunca volvió a ver a sus padres. En algún momento verbaliza con resignación lo evidente: la intrusiva cámara que lo sigue a todas partes y que lo ve trabajar modifica todo lo que hace. "Hasta camino diferente" dice, casi pidiendo que lo dejen, por favor, seguir pintando. Así como dice el título original en inglés: painting.