Dos Días, una Noche (Deux Jours, une Nuit, Bélgica-Francia-Italia, 2014), de Jean-Pierre y Luc Dardenne. La más recientes cinta de los hermanos Dardenne es, en efecto, la más accesible para el gran público que han realizado y la primera en la que usan a una súper-estrella (una desglamourizada Marion Cotillard) en el papel central. De todas formas, el humanismo solidario de los Dardenne sigue siendo el mismo de siempre y la Cotillard nos entrega si no la mejor actuación de su carrera, sí la más generosa de todas. La estrella desaparece detrás del personaje y no se impone al resto de los actores, desconocidos o incluso no profesionales.
Selma: el Poder de un Sueño (Selma, EU-GB, 2014), de Ava Du Vernay. Como en Lincoln (Spielberg, 2012), aquí la directora DuVernay acomete la biopic del prócer -en este caso, Marthin Luther King Jr.- centrándose en un episodio cable en la vida del biografiado y de Estados Unidos. Un notable catecismo liberal y cinematográfico que merecía mejor suerte que otros filmes más nominados en el Oscar 2015 -como Hawking in Love, por ejemplo. Mi crítica, en el Primera Fila de Reforma del viernes pasado.
Invocando al Demonio (The Possession of Michael King, EU, 2014), de David Jung. Oooootra película de horror que usa el ya muy manido recurso del found-footage. De lo peor que he visto en el inicio del año. Mi crítica en el Primera Fila de Reforma del viernes pasado.
Cuatro Lunas (México, 2014), de Sergio Tovar Velarde. El segundo largometraje de Velarde -visto en Guadalajara 2014- tiene como única gracia que sus cuatro melodramáticas historias de amor/desamor y encuentros/desencuentros están protagonizadas por personajes gays. Por lo demás, ninguna de las cuatro historias son especialmente interesantes, aunque los recursos de producción están bien usados y el reparto es uniformemente competente.Un anciano poeta (Alonso Echánove) ahorra una buena lana para comprar el amor de un atractivo prostituto (Alejandro Belmonte), un niño llamado Mauricio (excelente Gabriel Santoyo) se enamora de su primito quien lo denuncia como maricón ante el horror de su papá (Juan Manuel Bernal), dos amigos de la infancia (César Ramos y Gustavo Egelhaaf) se re-encuentran y descubren su mutua atracción aunque uno de ellos no quiere salir del clóset, una dizque estable pareja gay (Alejandro de la Madrid y Antonio Velázquez) sufre una crisis cuando uno de ellos nomás se llevan dándole vuelo a la hilacha. Más allá de las escenas sexuales más o menos explícitas -ni tanto, la verdad-, el asunto es bastante convencional, aunque hay que aceptar que las historias de Mauricio y del viejo poeta enclosetado tienen un cierre muy satisfactorio. Recuerdo muy bien que en Guadalajara 2014 había varios colegas que estaban indignados por la ñoñería de la cinta, pero creo que no es para tanto: ¿a poco el cine gay tiene prohibido ser cursi?