Caballo de Guerra (War Horse, EU, 2011), de Steven Spielberg. Como quiero escribir largo y tendido de esta película de Spielberg, sólo quiero subrayar mi desconcierto por la recepción que ha tenido este filme en un sector de la crítica. El argumento que he leído es que a algunos les molestó porque es un filme sentimental, cursi, anacrónico y manipulador. O sea, les molesta que Spielberg sea Spielberg. Ni hablar: estos colegas, supongo, llegan hasta las lágrimas con la nueva cinta de "Joe" o del último Godard. Yo también, por cierto. Aunque por otras razones. Mi crítica, mañana mismo en este blog.
Diario de un Seductor (The Rum Diary, EU, 2011), de Bruce Robinson. Sobre una novela semiautobiográfica de Hunter S. Thompson, este convencional melodrama periodístico le faltan los excesos de Fear and Loathing in Las Vegas (Gilliams, 1998) y le sobra un Johnny Depp. Desperdicio lamentable de un espléndido reparto secundario. Mi crítica, en el Primera Fila del Reforma del viernes pasado.
Tenemos que Hablar de Kevin (We Need to Talk About Kevin, GB-EU, 2011), de Lynne Ramsay. Otra cinta de la que hay que escribir in extenso. Por lo pronto, digamos que el tercer largometraje de Ramsay es un apabullante filme de horror ("moral", ha dicho el colega Miguel Cane) sobre la maternidad deseada/no-deseada/padecida/asumida. Aunque en apariencia se trata de temas muy distintos, la cinta resiste la comparación con clásicos de la talla de El Bebé de Rosemary (Polanski, 1968) y El Exorcista (Friedkin, 1973). Mi crítica, en los próximos días en este blog.
El Rapto (Rapt, Francia-Bélgica, 2009), de Lucas Belvaux. El séptimo largometraje como cineasta del actor Lucas Belvaux es un brillante thriller procedimental, exhibido antes en el 14to. Tour de Cine Francés. El poderoso presidente de una megacorporación francesa, Stanislaff Graff (Yvan Attal, soberbio) es secuestrado por un eficaz grupo de delincuentes profesionales que pide 50 millones de euros para su liberación. La familia -la pasiva mujer aguantadora, la fría (¿o cínica?) mamá, las dos hijas adolescentes- resiste no sólo la desaparición del hijo/padre/esposo, sino la crucificción mediática del personaje, un mujeriego y jugador compulsivo, mientras la paciente policía liderada por el comisario Paoli (Michel Voïta) investiga metódicamente el caso y, en el terreno de los negocios, el eterno segundón de Graff, Monsieur Peyrac (André Marcon) toma el liderazgo de la compañía en tanto el jefe siga desaparecido.El guión escrito por el propio cineasta Belvaux nos muestra las razones de cada quien -de la mujer, de la mamá, del afable lider secuestrador, del comisario policial, de los socios de Graff y, por supuesto, del propio secuestrado- sin sentimentalizar, disculpar, condenar, victimizar ni idealizar a nadie. Queda claro que la experiencia deshumanizante del secuestro no se la quitará nunca de encima Graff y, por ello mismo, es dificil -¿imposible?- que alguien entienda -incluyendo su mujer y sus hijas- lo que le pasó. Como al inicio, Graff sigue solo, acaso sólo acompañado de su fiel y extrañado perrazo.