Una buena receta (Burnt, EU, 2015), de John Wells. Como la cinta es sobre un ingobernable chef que busca redimirse de sus errores pasados, va la metáfora culinaria ad-hoc: estamos ante una película que tiene buenos ingredientes -un espléndido reparto multinacional, acezante edición de Nick Moore, elegante cámara de Adriano Goldman- pero el resultado, de todas formas, es desabridón. Mi crítica en el Primera Fila del Reforma del viernes pasado. (* 1/2)
La langosta (The Lobster, Irlanda-GB-Francia-Grecia-Holanda, 2015), de Yorgo Lanthimos. Una torcida comedia surrealista con una premisa fantástica -cualquier ser humano que no pueda conseguir pareja es convertido en animal- que, sin embargo, se le va acabando el gas poco a poco, en un desenlace demasiado alargado. Colin Farrell, eso sí, está formidable. (** 1/2)El último paciente: Chronic (México-Francia, 2015), de Michel Franco. Las más reciente cinta de Franco está centrada en David (espléndido Tim Roth), un enfermero especializado en pacientes terminales. El tipo no tiene otra vida que cuidar a sus enfermos, a tal grado que desde el inicio queda claro que su salud mental -en el sentido de su dependencia emocional hacia ellos- es bastante frágil.Llegado el momento, sabremos el porqué del comportamiento de David, lo que lo llevará a tomar una decisión inesperada (¿pero injustificada?) en el brusco desenlace. Si el espectador acepta la resolución del guión premiado en Cannes 2016, la cinta tiene mucho sentido. Si no, auguro que terminará encabronado. Como es costumbre en el director de Después de Lucía (2012), la cinta es extremadamente rigurosa en su puesta en imágenes. (** 1/2)Una sonrisa a la vida (Truman, España-Argentina, 2015), de Cesc Gay. Tomás (Javier Cámara), un científico español residente en Toronto viaja de regreso a España, en concreto a Barcelona, para acompañar a su entrañable amigo, el actor teatral Javier (Ricardo Darín), que está en la etapa terminal de un cáncer feroz. La prima de Javier, Paula (Dolores Fonzi), quiere que Tomás lo convenza que siga con las quimioterapias, pero Javier se niega rotundamente. En sus últimas semanas lo único que le preocupa a Javier es acercarse a su hijo (Oriol Pla) que estudia en Holanda y, sobre todo, encontrarle un hogar a Truman, su viejo perro bullmastiff.Darín y Cámara -ganadores de la Concha de Plata a Mejor Actor en San Sebastián 2015- se lucen en este melodrama que, sin renunciar por completo a los clichés de la fórmula de la enfermedad terminal, logra darles la vuelta con un eficaz sentido del humor. No hay nada novedoso en esta cinta, más allá de una ejecución recatada y un rapport irreprochable entre los dos actores principales. El único desliz: la participación a calzador de Fonzi, que está completamente desperdiciada. (**)