No hay mucho qué ver en el circuito comercial, a no ser Mi Semana con Marilyn (My Week with Marilyn, EU-GB, 2011), opera prima en la pantalla grande del veterano director televisivo Simon Curtis. Se trata de una suerte de "detrás de las cámaras" de El Príncipe y la Corista (Olivier, 1957), aquella sobredialogada comedia de origen teatral en la que Marilyn se enamoraba de un aristócrata del este europeo en el Londres de inicios del siglo XX. Lo más interesante de Mi Semana con Marilyn es la crónica del choque entre dos estilos de actuación, el de "un gran actor que quería ser una estrella" (Olivier interpretado por Kenneth Branagh) vs. el de "una gran estrella que quería ser una actriz" (Monroe encarnada por Michelle Williams). La otra parte del filme, la de la historia de amor entre Marilyn y el "tercer asistente" Colin Clark (Eddie Redmayne) -hijo del gran divulgador del arte Kenneth Clark, por cierto- es mucho más convencional. Mi crítica en el Primera Fila del Reforma del viernes pasado.
No hay mucho qué ver en el circuito comercial, a no ser Mi Semana con Marilyn (My Week with Marilyn, EU-GB, 2011), opera prima en la pantalla grande del veterano director televisivo Simon Curtis. Se trata de una suerte de "detrás de las cámaras" de El Príncipe y la Corista (Olivier, 1957), aquella sobredialogada comedia de origen teatral en la que Marilyn se enamoraba de un aristócrata del este europeo en el Londres de inicios del siglo XX. Lo más interesante de Mi Semana con Marilyn es la crónica del choque entre dos estilos de actuación, el de "un gran actor que quería ser una estrella" (Olivier interpretado por Kenneth Branagh) vs. el de "una gran estrella que quería ser una actriz" (Monroe encarnada por Michelle Williams). La otra parte del filme, la de la historia de amor entre Marilyn y el "tercer asistente" Colin Clark (Eddie Redmayne) -hijo del gran divulgador del arte Kenneth Clark, por cierto- es mucho más convencional. Mi crítica en el Primera Fila del Reforma del viernes pasado.