Revista Cine

Sé lo que viste el fin de semana pasado/CCXXXVII

Publicado el 24 junio 2012 por Diezmartinez
Sé lo que viste el fin de semana pasado/CCXXXVII
Mujeres al Poder (Potiche, Francia 2010), de Francois Ozon. Con casi dos años de retraso, después de su presentación en el Tour de Cine Francés, esta cinta de Ozon tiene su limitada corrida comercial. Escribí de ella aquí abajito.
Sombras Tenebrosas (Dark Shadows, EU, 2012), de Tim Burton. Supongo que soy afortunado al no haber visto la serie televisiva homónima en la que está basada esta película, pues los fans de aquella teleserie han aborrecido el nuevo filme de la dupla Burton/Depp. Yo, debo confesar, no tanto. Tiene algunos gags efectivos, una desatada Eva Green -lo mejor de la película, sin duda- y un soundtrack setentero muy ad-hoc. Mi crítica en el Primera Fila del Reforma del viernes pasado.
Atrapen al Gringo (Get the Gringo, EU, 2012), de Adrian Grunberg. El sentido moral de la opera prima del experimentado asistente de dirección y director de segunda unidad Adrian Grunberg -con una intersante carrera en Hollywood y México en estos menesteres- está contenida en uno de los primeros diálogos de este filme, en el cual el cuico fronterizo Mario Zaragoza le dice a un similar gringo (Dean Norris): "ustedes son corruptos, nosotros somos corruptos; la diferencia es que nosotros lo aceptamos". En efecto, el cinismo campea en esta comedia de acción en la que un habilidoso ladrón gringo (Mel Gibson) cruza la frontera hacia nuestro país con un par de millones de dólares que le ha robado a un gangster de San Diego (Peter Stormare). Ya en Mecsicou, Gibson es enviado a una cárcel tijuanense, "El Pueblito", dominada por el capo Daniel Giménez Cacho, quien tiene al alcaide Fernando Becerril -y al presidente municipal, gobernador y procurador, se entiende- en su nómina. Giménez Cacho y su familia -su hermano Jesús Ochoa, su primo Roberto Sosa y sus achichincles Tenoch Huerta, Gustavo Sánchez Parra et al- son los que mandan en la prisión, por lo que resultará inevitable que el gringo Gibson choque con ellos, más aún cuando haga migas con cierto chamaco vivillo desde chiquillo (Kevin Hernández) y su guapa mamá madurona (Dolores Heredia). Grunberg es un director competente, el equipo de producción nacional impecable, el reparto mexicano lucidor -Giménez Cacho, como de costumbre, ni se despeina en su papel de villano reventón- y Mel Gibson sigue siendo un carismático protagonista de cine de acción además de buen comediante -ojo a la imitación que hace de la voz de Clint Eastwood-, por lo que es inexplicable que esta cinta haya pasado directamente al DVD y VOD en lugar de la exhibición comercial que merecía. Pero, claro, el alcohólico, antisemita y embroncado Gibson está castigado por Hollywood, así que esta cinta menor pero culposamente entretenida no tiene cabida en una industria que, eso sí, estrena cada fin de semana afrentas a la inteligencia como Sin Salida (Schumacher, 2011) o churros aún mucho peores.
Atrocious: Terror Paranormal (Atrocious, España-México, 2010), de Fernando Barreda Luna. Una curiosa coproducción hispanomexicana -IMCINE aparece en los créditos como uno de los productores- dirigida por el tamaulipeco Barreda Luna en la Madre Patria. La cinta es una modesta cinta de horror que usa de manera eficaz la fórmula del "found-footage". Es decir, se supone que lo que vemos en los 75 minutos del filme es un resumen de las treintaytantas horas que la policía de Sitges rescató de un par de cámaras de vídeo después de que encontraron a casi toda una familia (perrito incluido) asesinada.  Los hermanos adolescentes Cristian y July (Cristian Valencia y Clara Moraleda) llegan con mamá, papá, hermanito menor y perrito que ladra a una casa de campo en Sitges que hace muchos años que no visitaban. Como Cristian y July están obsesionados con el cine, la cámara y las leyendas de horror, los dos chamacos no apagan en ningún momento las sendas cámaras que portan, grabando todo lo que ven a su alrededor. Frente a la casa, hay un abandonado jardín en forma de laberinto en el que, supuestamente, se aparece en la noche una niña llamada Melinda. Claro que ninguno va a salir a buscarla con la cámara prendida... ¿o sí? La película, como ya lo mencioné, abreva claramente de la fórmula del "found-footage" tan de moda últimamente y lo hace con todo conocimiento de causa. Si todo el asunto no deja de ser pura rutina, no puedo negar que es una rutina bien hechecita y que, hacia el final, sí te provoca un par de buenos sustos.

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