Por razones ajenas a mi voluntad -y otra debido a mi voluntad-, este fin de semana supe muy poco. No quise ver El Príncipe de Persia -lo siento, pero hace rato que desistí de ver películas basadas en videojuegos, a menos que haya pago de por medio- y no pude ver ninguna de las dos cintas mexicanas estrenadas el viernes. De cualquier forma, tengo la sensación que lo que alcancé a revisar fue lo mejor de la semana.
El Secreto de sus Ojos (Argentina-España, 2009), de Juan José Campanella. Un thriller clásico que es, al mismo tiempo, una historia de amor, una comedia costumbrista y un sutil drama político. En lo personal, una auténtica sorpresa, tomando en cuenta que Campanella nunca ha sido santo (cinematográfico) de mi devoción. Más allá del Oscar ganado, una de las mejores películas del año. Mi reseña en el Primera Fila de Reforma del viernes pasado.
La Edad del Deseo (Chérie, GB-Francia-Alemania-Islas Caimán, 2009), de Stephen Frears. Sobre un par de novelas de inicios del siglo XX escritas por Colette, he aquí la historia truculenta y elegante -no hay contradicción alguna en ello- de una famosa cortesana (Michelle Pfeiffer) que termina adoptando sexual y amorosamente al hijo (Rupert Friend) de una colega (Kathy Bates, espléndida). La producción es impecablemente clásica -fluida cámara de Darius Khondji, música valsesca de Alexander Desplat, diseño de producción ad hoc de Alan McDonald-, pero este amargo melodrama amoroso es todo menos una cinta de papá. Espero volver a esta película en los próximos días.