El Inspector Bellamy (Bellamy, Francia, 2009), de Claude Chabrol. Hay de maestros a maestros. Y para muestra, el botón número 54 de Chabrol, un drama familiar y thriller provincial por el mismo boleto. Es fascinante constatar cómo, después de más de medio centenar de largometraje y medio siglo de carrera fílmica, Chabrol permanece fiel a sus obsesiones: la culpa, el engaño, el crimen, la sospecha. Algo más: esta es la primera cinta en la que Gérard Depardieu actúa para Chabrol. Ya era hora. Mi reseña, en el Primera Fila del Reforma del viernes pasado.
Encuentro Explosivo (Knight and Day, EU, 2010), de James Mangold. Una especie de refrito cómico/romántico de cualquier Misión: Imposible, con una suerte de Ethan Hunt (Tom Cruise) intrépido y alocado y una inocente (más bien, bobalicona) rubia (Cameron Díaz) que aparece, literalmente, en calidad de bulto. Ni química romántica, ni emocionantes escenas de acción, ni ingenioso manejo de los clichés del género. Un desastre. Mi reseña, en el Primera Fila del Reforma del viernes pasado.
Shrek para Siempre (Shrek Forever After, EU, 2010), de Mike Mitchell. Esperemos que sea verdad y que este Shrek sea el último. A pesar de que Burro y El Gato con Botas se roban cada escena en la que aparecen y que la banda sonora es previsiblemente pegajosa, la fórmula de las parodias de los cuentos de hadas se agotó hace rato. De hecho, el argumento de este filme no es más que el recalentado ogresco de ¡Qué Bello es Vivir! (Capra, 1946), signo último de pereza mental. Mi reseña, mañana en este espacio.