El mejor ejemplo es el sistema autonómico, mantenido por la fuerza por los partidos, mientras que cada día es mayor el rechazo de los ciudadanos.
Los partidos políticos españoles se sienten a gusto con un sistema autonómico que les permite colocar a los familiares y amigos, practicar la corrupción y el clientelismo, otorgar ayudas y subvenciones a los amigos y crear espacios de lujo y bienestar para ellos mismos, sin que el ciudadano reciba a cambio nada, salvo más impuestos para sostener ese tinglado indecente, donde se multiplican por 17 los privilegios, subvenciones, aforamientos, chanchullos y corruptelas.
España necesita un "un nuevo orden", donde los ciudadanos y sus derechos estén por delante de las autonomías, donde todos los españoles sean iguales en derechos y libertades, sea cual sea su lugar de residencia, donde el bien común presida la toma de decisiones, en lugar del interés personal y del partido y donde el dinero de todos se dedique a todos y no a enriquecer a una clase política sobredimensionada y carente de principios.
Francisco Rubiales