Se nos fue la Duquesa, así escrito, sin más apellido, porque en Sevilla cuando te referías a la Duquesa todo el mundo sabía de quién hablabas. Cayetana Fitz-James Stuart era la número 18 en el linaje del Ducado de Alba, pero por encima de títulos nobiliarios ella presumía de ser una sevillana que nació en Madrid y que amó a su tierra del sur, a su gente y su forma de vida de tal manera que la hizo suya desde sus primeros años vida.Atrás deja muchos amigos y también un recuerdo, un poso, entre la sevillanía de ser una mujer vital, valiente, brava, con bríos, cariñosa que sus seres queridos y con una lucidez mental que la mantuvo activa hasta pocos días antes de su partida definitiva.Sus eternos rizos canos, su hablar pausado y su mirada directa permanecerán entre los recuerdos de quienes la conocimos sólo por televisión. Descanse en paz, Cayetana.
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