Se nos ha ido Iñaki, La Chelo continúa [lo que ya nunca le diré]

Por Capitan_rabano @pardeguindillas
La semana pasada nos dejó el gran Iñaki Oyarbide y a estas alturas son muchos los que han escrito glosando la figura de este cocinero y la de su familia. 
Su fallecimiento me ha pillado con un post a medio redactar en el que contaba nuestra experiencia en su último proyecto, La Chelo, y hablaba de su trayectoria.


No conocí Principe de Viana ni IO, así que en cuanto abrió sus puertas La Chelo; una idea mucho más cercana, pequeña (modesta si se quiere) y que conserva todas las señas de identidad de su propietario (producto, esencia, tradición...) fuimos a probar y a disfrutar. Y allí, aquel día, tras la comida asomó a la sala desde la cocina el corpachón de Iñaki.
Nos miró, éramos pocos comensales los que quedábamos en la pequeña sala. Parecía  esperar alguna llamada o comentario sobre la comida. Mi mujer me dijo que hablara con él, pero no lo hice. Casi nunca lo hago. No es tanto una cuestión de timidez, como de que no acabo de sentirme cómodo invadiendo el espacio profesional de otro, no sé, quizá sea una tontería, pero no quiero verme como una groupie de los fogones o un pesado que se intenta promocionar a base de selfies con chefs mediáticos.

Sea por lo que fuere, el caso es que no hablé con él y nunca le dije que hace ya unos cuantos años, en los albores de Canal Cocina y cuando yo buscaba inspiración para mis fogones de soltero, fueron sus programas los que más me transmitieron.

Imagen de Canal Cocina


Ya nunca le diré que fue su sencillez, su habilidad docente, su dominio de la situación y su forma directa y a la vez divertida de contar las cosas lo que más me inspiró en mis comienzos cocinillas.
Ya nunca le diré que fue él quien me enseño a cortar con el cuchillo cebollero que a día de hoy manejo como el explicó por la tele.
Ya nunca le diré que grababa los programas y luego, los fines de semana, cocinaba sus recetas para familiares y amigos.
Y ya nunca le diré que si estábamos allí, era porque quería a toda costa probar esa comida ligada al terruño, a la tradición y a la familia a través de la figura de su madre, aquella a la que homenajea el nombre: “La Chelo”.