Hoy he leído la siguiente noticia en la Carta de la Bolsa:
Los españoles consiguen su primer empleo con 23 años
La edad media de los españoles para acceder a su primer empleo sitúa en los 23 años, por lo que aquellos jóvenes que se estrenan en el mercado de trabajo con más de 25 años son considerados como ‘out timing’, según un estudio elaborado por el grupo de selección directa y trabajo temporal Michael Page. “La edad de los candidatos es uno de los factores que las empresas tienen más en cuenta durante los procesos de selección, sobre todo cuando se trata del primer y segundo empleo”, afirmó director executive de Page Personnel, Jaime Asnai González, quien agregó: “Un candidato joven y cualificado, que además aporte unas prácticas demuestra haber llevado a cabo en tiempo sus estudios y tener ganas y predisposición para enfrentarse a su primera experiencia laboral”.
Así lo pone de manifiesto Page Personnel tras ‘colocar’ a más de 1.000 candidatos durante los seis primeros meses del año, de los cuales 133 colocaciones han sido de jóvenes entre 23 y 26 años.
El 34,5% de los puestos facilitados por el grupo de selección se dirigió a cubrir vacantes administrativas y de secretariado, el 27% para puestos de contables y financieros, el 9% para marketing y el 7,5% para comercial. En cuanto al 22% restante, el 6% de colocaciones se cubrió para puestos de compras y logística, el 5% para banca y el 5% para informática.
Creo que es más importante de lo que parece puesto que pone de manifiesto algunas de las causas del paro juvenil -considerando a este como los menores de 26 años-. Tal y como dice el artículo, un joven que está entrando en el mercado laboral con más de 26 años y salvo que tenga un máster -que ya puede ser bueno- ¿qué ha demostrado a ojos de las empresas?.
Puede interpretarse que dicho joven no ha llevado los estudios al día y que, probablemente, haya repetido algún curso o haya hecho algún año sabático -cosa no muy beneficiosa-. Si no fuera el caso, puede ser que se haya pasado todo el tiempo, desde que sale de la universidad hasta su primera entrevista, tirado en un sofá, de viajes por el mundo -que de haber aprendido algo serían valiosos- o simplemente no se ha preocupado mucho de buscar trabajo -que ya es decir si tenemos en cuenta que salimos de la universidad con 24 años-.
Las empresas quieren gente muy joven pero trabajadora a la que ofrecer un desarrollo de carrera estable. Para ello, tienen que saber feacientemente que el candidato tiene la capacidad de aprender y de trabajar que se espera de un chico de 23 ó 24 años al que le falta muchísima experiencia, y un joven que termina la carrera con 26 no lo pone nada fácil puesto que no ha demostrado esfuerzo durante la carrera y porque su experiencia es la misma que uno de 23, ninguna.
En resumen, hoy día no sólo cuenta tener un título. También importante cómo obtenemos dicho título. Las empresas, al contrario de los que muchos jóvenes parecen creer, no son tontas y a un vago se le pilla más rápido que a un cojo. Hacer una carrera es relativamente sencillo si de verdad es lo que se quiere hacer pero debemos ir más allá, tenemos que saber qué queremos ser, dónde queremos llegar y, por supuesto, actuar en consecuencia desde, quizá, demasiado pronto -es lo que tiene el mundo de hoy-.