La industria renovará tres millones de empleos hasta el 2025
La pérdida de puestos de trabajo por la progresiva digitalización en todos los ámbitos sigue suscitando estudios controvertidos
Davos abrió el debate
La digitalización amenaza siete millones de empleos los próximo cinco años. Así consiguió atraer la atención, este año, el Foro Económico Mundial que oficia su presencia pública la última semana de enero en Davos (Suiza) pero que está activa a lo largo del año con un presupuesto de 200 millones de dólares, que permite captar a los académicos más brillantes, sin discriminación ideológica, siguiendo los postulados del creador del Foro,Klaus Schwab. De esta cifra millonaria y amenazante, enseguida se buscó el reparto según las distintas actividades. Quedaba claro que las tareas rutinarias o de escaso valor añadido estaban más que sentenciadas en pocos años, lo que incluye a funcionarios, recepcionistas de hotel, dependientes del comercio y analistas financieros (porque “los cálculos ya los hará internet”). En el lado opuesto, tenían garantizado su futuro los oficios más manuales o creativos, sean masajistas, peluqueros o dentistas; pero también coreógrafos, enfermeras y clérigos. En esa clasificación, se daba por descontada la pérdida de dos millones de empleos mundiales en industria y construcción.NIVEL DE FORMACIÓN
La advertencia de Randstad sobre la capacidad de los fabricantes españoles para seguir creando puestos de trabajo, o más bien manteniendo los actuales el próximo decenio, es la singular distribución del empleo en el sector en función del nivel de formación. Hoy en día, un 42% de los ocupados tienentitulación superior, y otro 32% han completado los estudios primarios y secundarios. Estaría bien si se comparara, en el segmento más bajo, con otros sectores como los vinculados al turismo, pero es preocupantesi se compara con lo que sucede en los otros países más industrializados de Europa, en los que las proporciones son significativamente distintas. Tiene, en parte, una explicación de sobra conocida: la industria española, pese a ser competitiva y exportadora, está asentada en sectores maduros de producción (automoción, química…) mientras que la del resto de la Europa comparable con la española hace años que tiene incorporada lainnovación como actividad asociada, cuyo empleo es muy superior al medio millón que prevé Randstad para España. La explicación de esta anomalía hay que buscarla en la franja central de la comparación, los estudios de grado medio, que comunmente se llama formación profesional. Mientras en España se registra una brecha entre universitarios y los que se quedan en la ESO. Entre las titulaciones presentes en la industria (entre ambas, suman más del 75%) la media europea está muy distanciada, precisamente por la zona central: los titulados para ejercer un oficio industrial en la UE son el 48,4%, y en España, el 23,5%. Esta diferencia solo tiende a ampliarse los próximos años, según Randstad. De ahí viene la advertencia de la brecha insalvable del grado de conocimientos y el riesgo derivado de la destrucción de puestos de trabajo.CUARTA REVOLUCIÓN
En esta misma línea, el último Informe de CaixaBank recoge varios estudios que abundan en la advertencia del riesgo de pérdida de cientos de miles de puestos de trabajo si no se asumen las exigencias de la ya llamada cuarta revolución industrial (expresión que se consagró el pasado enero en la cumbre de Davos). En uno de los artículos, Adrià Morron advierte de que “no hay que confundir tareas con puestos de trabajo: un puesto de trabajo o una profesión comprende múltiples tareas, como la interacción social o el ejercicio físico”. En otro texto, Maria Gutiérrez-Domènech abunda en la principal carencia de los futuros aspirantes a un empleo: España solo está en la media de los países de la OCDE en la que se percibe como necesario el aprendizaje de las nuevas tecnologías.No hay destrucción creativa de empleos
Ha vuelto a ser el Club de Roma, desde su sede en Barcelona, el que organice una sesión alternativa al entusiasmo por la nueva era digital y su capacidad para mejorar el bienestar de toda la sociedad, aunque sin ser tan catastrofista por la pérdida millonaria de empleos. La semana pasada hubo sesión académica en la Casa Macaya (la vivienda que Puig i Cadafalch edificó para el industrial Adrià Macaya en el paseo de Sant Joan de Barcelona, y ha recuperado la obra social de La Caixa) con dos catedráticos dispuestos a poner límites a las loas sin rigor académico.Gregorio Martín Quetglas, catedrático emérito de Valencia experto en computación y robótica, amplió el contenido de su libro esencialDesempleo y bienestar en la era digital. Niega que estemos ante un fenómeno similar a la tercera revolución industrial, porque la nueva era del conocimiento va a ser incapaz de crear tantos empleos, aunque sea a la larga, como los que destruye. La teoría de Schumpeter de la destrucción creativa queda en suspense. La tesis de Martín, que no abandona en ningún momento una visión humanista de las relaciones sociales, son las de exigir un gran cambio político en Europa, lo que sigue sin vislumbrarse. Por su parte, el catedrático Guillem López-Casasnovas (UPF), experto en políticas públicas contra la desigualdad real, advirtió contra quienes presentan la nueva era digital como un modelo de mayor productividad y generación de crecimiento. “Todo depende de cómo se midan”, advirtió. Rompiendo la doctrina dominante de los gestores públicos, Casasnovas propuso que si el equilibrio social depende de la aportación digital, es asumible plantear nuevos impuestos a las empresas tecnológicas (y que se escaquean en artificios contables sofisticados) cuyos beneficios desorbitados deben revertir en el bienestar de la sociedad en general.